𝐎𝟔 ⋆。᯽ 𝘀𝗶𝘅𝘁𝗵 𝗰𝗵𝗮𝗽𝘁𝗲𝗿 ;; 𝘦𝘴𝘤𝘢𝘭𝘰𝘧𝘳𝘪́𝘰𝘴 𝘥𝘦 𝘶𝘯 𝘪𝘯𝘥𝘦𝘧𝘦𝘯𝘴𝘰

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— ¿Entonces? — Su voz era terciopelada, como si pudiera tener un efecto parecido al de una caricia suave sobre la piel— ¿Tenemos un trato?

Gotas de sudor frio descendían por mis mejillas y lo sofocante que era tener esa cinta sobre la boca no tenia manera de ser descrita. Comprendí que no tenia muchas mas opciones en mi posición, la cual aun no comprendía del todo. La confusión me cegaba, estaba tratando de armar una respuesta con coherencia a las miles de preguntas que se estaban formulando en mi mente que apenas podía seguir despierta. No tenía casi nada de fuerzas. O era acaso que... ¿estaba soñando? ¿esto era real?

No lo sabía. Pero quería salir de ahí en cuanto antes. Así que, acepté y asentí con mi cabeza repetidas veces mientras sentía como el cuerpo me temblaba a pesar de que yo quisiese demostrar una postura tranquila, imposible. Pestañé y sobre su rostro se dibujó una sonrisa de satisfacción y pude visualizar su perfecta dentadura brillar en medio de la penumbra que nos rodeaba.

— Buen chico.

Cuando se inclino hacia mi para poder colocar sus dedos sobre la cinta, el aire se me atasco en el pecho a la vez que su aroma se colaba por mis instintos. La fragancia más limpia y sofisticada que alguna vez haya podido oler impacto sobre mis sentidos, aturdiéndome un poco, pero causando un efecto perturbador en mi columna. Las yemas de su índice y pulgar me rozaron la piel de la mejilla, cosquilleándome en contra de mi voluntad. Cuando me la retiro, me embriagué al respirar hondo después de tanto tiempo de casi asfixia y no podía estar más agradecido por ello.

Mis exhalaciones fueron ruidosas y la saliva que escurrían mis comisuras me causaban nauseas a la vez que mis quejidos se sentían húmedos y roncos mientras tosía constantemente sin un control aparente, sin lograr del todo el recuperar el aliento. Tarde mucho en colocarme estable en mi lugar, me sentía fatal y el estar atado a una maldita silla por sabe cuanto estaba causándome una extraña fatiga.

Tenia unas ganas gigantescas de ir al baño y el estomago se me retorcía en un nudo caliente que llevaba mi bilis al tope de mi garganta mientras la nariz se me escurría.

— Antes que nada, quiero que perdones mis modales—la veo colocarse de pie y comienza a caminar a mi alrededor, demasiado cerca. Puedo incluso sentir la fibra de su falda y saco rozar mi piel—. Entiendo que sientas cierto desconcierto por las circunstancias en las que nos encontramos y los métodos con los que te he traído...aquí. Pero solo quiero que sepas que...

He dejado de escuchar. Aquel zumbido que se mudo en el interior de mis oídos ha incrementado de manera abrupta y estoy seguro que hace mas calor ahora que hace rato. Mis ojos me pesan, muchísimo. Me cuesta una jodida mierda permanecerlos abiertos.

—¿Qué...que hago aquí? —me las arregle para formular mi pregunta con muchísimo esfuerzo.

Mi desorientada imagen me pudo haber avergonzado en otra distinta ocasión, pero viendo las circunstancias de mi estado, era lo último que me importaba.

Ella cierra su boca de inmediato y su oración queda en el aire como una insignificante fibra de polvo, pero sé que su seriedad me tiene inquieto.

— No te preocupes—Carraspea su garganta, manteniendo una imagen muy atildada que me deja con un sinfín de dudas—. No tengo intenciones de lastimarte, si eso es lo que te tiene tan afligido.

Frunzo mi ceño, listo para soltar otra pregunta.

— A menos que no me obedezcas, en ese caso...las cosas podrían complicarse a tu favor.

Es entonces que mi mirada recorre mi alrededor y se detiene en una de las esquinas de la habitación, encontrándose con un par de palancas de metal y cadenas que hacen removerme de mi lugar. Mis muñecas timbran con el dolor que les son ejercidas las cosas que las mantienen amarradas. El forcejeo una vez más y creo que el dolor me va matar.

𝐌𝐈́𝐎 (+𝟏𝟖) ©Where stories live. Discover now