CII- "El calor de su susurro"

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Baxter llegó a tiempo del encuentro con Cordelia, empezaba a trabajar a las cinco en la mina a las afueras de la ciudad, junto con su padre y sus hermanos. Era un trabajo cansado y sucio pero no les quedaba otra, harían lo que fuera por tener cada día un plato de comida en la mesa, si no para ellos por lo menos para sus hermanas pequeñas. El joven vivía en una pequeña casa  con sus padres, su abuela viuda, sus dos hermanos y sus cuatro hermanas.  Su familia, junto con Cordelia eran lo más importante para Baxter y estaría dispuesto a dar la vida por ellos sin pensarlo dos veces.

La primera vez que vio a Cordelia fue cuando esta tenia apenas trece años. La muchacha había insistido mucho a su institutriz, Emma, que la llevara a visitar aquella parte pobre de la ciudad puesto que nunca lo había hecho , Emma estaba totalmente en contra, ya que si los padres de la niña lo descubrían podría estar en juego su trabajo y sin ese trabajo estaba totalmente perdida. No obstante, acabó cediendo a las súplicas de la muchacha  porque al fin y al cabo sus padres no estarían en los próximos dos días y hacía mucho que no visitaba el lugar donde se crio. Aquel día Baxter había salido a la plaza  con unos niños del barrio, en sus momentos libres solía apetecerle salir a jugar a las chapas con sus amigos y de paso fumarse algún que otro cigarrillo que le robaban a sus padres. 

Emma fue a visitar a su familia a la pequeña casa donde vivió su infancia y Cordelia decidió explorar aquel lugar por su cuenta, empezando por la plaza en la que se encontraba. No era muy grande pero había bastante gente, todos ellos muy diferentes a ella. Vestían ropas sucias y arañadas, hechas de telas que ella jamás había vestido. Se sintió muy incómoda de repente, estaba muy fuera de lugar, todos la miraban con recelo e incluso odio y se dio cuenta de seguida que no era bienvenida allí. Baxter nada más verla se le acercó antes de que se le acercara nadie más. Sabía que aquella muchacha allí estaba en peligro, destacaban demasiado sus caras ropas en aquel lugar tan sucio y ruin. La cogió del brazo y se la llevo lo más rápido que pudo de la plaza, no se detuvo hasta llegar a un estrecho y vacío callejón no muy lejos de allí, tuvo que taparle la boca para que no gritara y llamara más la atención. Una vez la soltó Cordelia intentó salir corriendo pero Baxter la detuvo de nuevo y la acorraló contra la pared apoyando cada brazo a un lado de la cabeza de ella. 

- Estese quieta o llamara más la atención y le aseguro que si lo hace se arrepentirá, porque le harán cosas mucho peores de lo que le estoy haciendo yo.

La voz firme y calmada del chico y las palabras que acababa de decir resonaron en la cabeza de la muchacha por un momento, acallándola y paralizándola por completo.

- Muy bien, así mejor- el joven la miró de arriba a abajo con más detenimiento, aquella niña rica era verdaderamente bella. El pelo color miel recogido con una diadema le caía desordenado sobre los hombros, el vestido se le ceñía bien de cintura hacía arriba, con el corsé perfilando su figura femenina mientras que la parte de abajo, pomposa y llamativa, se mecía con cada leve movimiento de su dueña. Sus ojos marrones clavados en el rostro del desconocido  y sus labios rosáceos inclinados en una mueca de fastidio.      

- ¿Qué se supone que está haciendo aquí sola? - el chico volvió a hablar de nuevo.

- No creo que eso sea asunto suyo- intentó sonar lo más segura posible y pareció que lo consiguió, ya que, por un momento el muchacho quedó sorprendido, pero se le pasó rápido y sustituyó su cara de perplejidad por una risita burlona. Fue entonces cuando Cordelia se detuvo a observar bien el rostro del desconocido. Era muy atractivo y tendría aproximadamente unos quince años, tenía el cabello corto, pequeños mechones de pelo castaño y sucio le caían por la cara haciéndole ver realmente bien, unos ojos muy peculiares, uno verde y el otro marron, la observaban en una mirada divertida y unos labios carnosos y humedecidos aún le sonreían.

- Creo que, de hecho, sí que es asunto mío, o por lo menos lo sería si la agreden. Piense en todo lo que podrían hacer con usted, tiene suerte de que la haya encontrado yo antes que cualquier otro.- al ver la cara de miedo de la muchacha, Baxter se le acercó un poco más y le susurró al oído- Tiene suerte de que yo no soy como ellos.

Cordelia estaba completamente paralizada, el desconocido tan cerca suyo, susurrándole al oído, sintiendo su calor, el calor de su susurro. 

- ¡Cordelia!- la voz de y los pasos firmes  de Emma resonaron por todo el callejón. La institutriz se acercaba apresuradamente a ellos y el desconocido se alejaba de ella. De repente se sintió fría y vacía sin el calor del misterioso chico y también estúpida por hacerlo. 

- Emma...- Cordelia siquiera pudo acabar la frase cuando la mujer la cogió del brazo y la alejó rápidamente del muchacho.

- ¡Espere!- el grito del chico detuvo a Emma cuando ya estaban a punto de abandonar el callejón. Baxter se les acercó corriendo y seriamente dijo- ¿Van solas? Puede ser peligroso.

- No se preocupe, no va a pasar nada- Emma volvió a girarse dispuesta a marchar cuando el desconocido las frenó de nuevo.

- Yo no estaría tan seguro, la gente es peligrosa y más en esta parte de la ciudad, dejen que las acompañe, aunque sea hasta el barrio rico.

- Se lo agradecemos mucho joven, pero no nos dirigimos a ese barrio. Podemos volver solas.

- Espere, de verdad. Entonces, si se dirigen a las afueras de la ciudad dejen que las acompañe hasta allí. Por favor, yo me quedaría mucho más tranquilo y a ustedes no les cuesta nada, al contrario.

Después de meditarlo unos segundos Emma al fin asintió.

- De acuerdo, hasta las afueras. 

- Gracias.

Después de unos incómodos minutos caminando en silencio Emma cortó el hielo.

- Gracias de nuevo por acompañarnos joven.

- Por favor llámeme Baxter. No es nada, si las llego a dejar ir solas y mi madre se entera me mata.  

Mientras acababa de decir las últimas palabras miró a Cordelia y le guiñó el ojo en un gesto divertido, con lo que la muchacha no pudo evitar sonreír y un dulce color rojizo se le posó en las mejillas.

Se pasaron el camino hasta el bosque hablando y riendo y cuando llegó el momento de despedirse la muchacha deseó con todo su ser poder volver a ver a ese encantador joven. 
















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⏰ Last updated: May 19, 2021 ⏰

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