Capitulo 16. ¿Pero qué demonios hace usted acá?

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Ma.: Oiga, usted se está comportando como un novio celoso. ¿Es que acaso usted quiere “conquistar” a Betty y por eso le incomoda que yo me acerque a ella?

A.: Pues vea que se equivoca, Calderón. Betty es una persona a la que yo respeto y aprecio mucho y no quiero que nadie le haga daño. YO SÉ que usted le puede hacer mucho daño y NO PIENSO CONSENTIRLO. ¿Le quedó
claro?

Ma.: Me quedó muy claro que usted está haciendo como el perro del hortelano... que ni come ni deja comer... ¿Quién se ha creído que es? Que yo sepa no es el papá de Betty, ni su hermano, ni su novio... Y no tiene ningún derecho... NINGÚN DERECHO a entrometerse en su vida...

A.: ¡Eso lo dirá usted!

En ese momento los dos hombres callan al ver aparecer a Betty por la puerta del vestidor. La muchacha sigue avergonzada por la situación tan incómoda en la que los halló su jefe, pero al mismo tiempo está indignada con los dos hombres. ”¿Qué se han creído estos dos? Don Armando está en plan protector como si fuese mi papá y Mario en vez de decirle de una vez que es mi novio, sigue con el malentendido y deja que él piense que yo soy el...
“ligue” de una noche...”

Muy digna, pasa en medio de los dos casi sin mirarlos y les dice: B.: Con permiso, señores. Yo me voy a mi casa.
Más les hubiese valido a los dos quedarse callados. Se hubiesen evitado el “rapapolvos” de Betty. Pero no lo hicieron y así les fue...

Ma.: Espere Betty. No tiene por qué irse. Acá el que se va es Armando.

A.: -Como si no hubiese escuchado lo que dijo su amigo- Betty vea, si usted quiere yo la acompaño a su casa...

B.: ¡YA BASTA SEÑORES!

El grito de Betty los deja estupefactos a los dos y por un momento surte su efecto porque permanecen callados y mirándola fijamente.

B.: Ustedes qué se han creído... ¿qué yo soy un juguete del que pueden disponer a su antojo? Pues que les quede muy claro que no lo soy. –Mirando a su jefe directamente a los ojos- Vea, Don Armando, yo le agradezco SU INTERÉS pero le agradecería más que dejara de meterse en mi vida... Como
le dije en su día YO SOY PERFECTAMENTE CAPAZ DE DEFENDERME SOLITA... y de tomar mis propias decisiones... ¿Qué puedo equivocarme? Pues... ASUMO ESE RIESGO... pero serán MIS EQUIVOCACIONES...

Mario se acerca a ella sonriente al ver que ella pone en su sitio a su amigo. Está a punto de decirle a Armando que se vaya y los deje para poder continuar con lo que estaban haciendo cuando él los interrumpió. Lo que no se esperaba es que para él también habría recriminaciones.

Betty al ver que Mario se acercaba a ella y que intentaba sujetarla por un brazo, se apartó con brusquedad y muy seria le dijo.

B.: Y usted, Mario, ¿acaso es que se avergüenza de... nuestra relación? Porque yo esperaba que le dijera a Don Armando que nosotros somos... somos... novios... Al menos eso me pareció entender a mí... Y con eso hubiese quedado todo... explicado... ¿No le parece?

Armando está cada vez más preocupado, ”¿Betty y Mario son novios? Eso es peor de lo que él se pensaba. ¿Cómo había pasado eso en sus propias narices y no se había dado cuenta? Claro que por lo que estaba escuchando Mario tenía mucho interés en que fuera un secreto...”

Mario por su parte se siente avergonzado por primera vez en toda su vida. Betty tiene razón. Él tenía que haberle dicho a su amigo la relación que había entre ellos, pero quería evitar a toda costa que se enterase porque estaba seguro que sospecharía... y por nada en el mundo quería que se descubriese todo su plan de seducción. ¡Con lo bien que le iba! ”No se lo voy a perdonar nunca, Mendoza. ¡Eso no se le hace a un amigo! Con lo que me costó que Betty accediera a hacer el amor y cuando ya la tengo convencida y estamos... a punto, viene usted y lo fastidia todo... ¡Y lo hizo a propósito! ¡Si lo conoceré yo! Espero que no sospeche nada de lo de la operación ALFABETO. ¡Con lo bien que estamos Betty y yo juntos! ¡Para nada quisiera perderla...!”
”¿Pero en qué está pensando, hermano? ¿Desde cuando a usted le ha importado “perder” a una mujer? Al contrario, si es usted el que las deja botadas en cuanto se cansa de ellas y eso suele pasar bien pronto... Claro que Betty no tiene nada que ver con las tipas que usted ha conocido hasta ahora... Ella es más... inocente... más ingenua... más... dulce... “ Una sonrisa boba se instala en su rostro, pero acto seguido reacciona sorprendido de sus propios pensamientos. Vuelve a mirar a Armando y a Betty que lo observan con cara expectante y decide que ya es hora de que todos se enteren que Betty y él tienen una relación. Y por lo que se refiere a su amigo lo piensa enfrentar a como dé lugar...

Ma.: Betty, lo siento... Como usted no quería que se supiera, yo pensé... Pero vea, yo para nada me avergüenzo de nuestra relación y si usted quiere mañana mismo se lo decimos a todos.

Y acercándose a ella le pasa un brazo por los hombros, la atrae hacia sí y le dirige una mirada tierna. A continuación mira a su amigo y le dice con firmeza.

Ma.: Ya lo oyó, Mendoza. Betty y yo somos novios y usted no tiene ningún derecho a entrometerse en nuestra relación... Nosotros... nos amamos

Mario se volvió a sorprender al oírse decir eso. Era la segunda vez en esa tarde que decía que amaba a su novia y lo más curioso del caso es que en ninguna de las dos ocasiones lo había hecho premeditadamente. Le había surgido de forma espontánea.

Armando se quedó con cara de no poder creérselo. ”¡No hay ninguna duda! ¡Son novios! ¿Cómo pudo suceder? ¡Usted es un aprovechado, Calderón! ¡Se está aprovechando de que ella está enamorada! Pero usted no la ama. ¡Si lo conoceré yo! ¡Usted lo que quiere es añadirla a la lista de sus conquistas!” De todos modos no le quedaba más remedio que reconocer que Mario era un actor de primera porque aquella confesión había sonado la mar de sincera. Sarcástico le respondió:

A.: ¡Qué novedad! ¡Venga Mario, conmigo no tiene que hacer comedia! Que nos conocemos desde hace mucho tiempo... –Y mirando a Betty muy serio- Beatriz, aunque usted no quiera yo tengo que advertirle que vaya con cuidado con Calderón...

Ma.: ¡Ya está bien! ¿Quiere hacer el favor de salir de mi casa? ¡Esto es el colmo! Entra en mi casa sin anunciarse, invade mi intimidad y ahora le dice a mi novia que yo no soy de fiar... ¿Usted quién se ha creído que es? –Estirando un brazo y señalando con su dedo índice la puerta- ¡Fueeeeera! ¡Fuera de acá!
¡Se me va ahorita mismo de acá...!

A.: Está bien... me voy... no lo incomodo más... Beatriz, ¿quiere que la acompañe a su casa?

Ma.: ¡FUEEEEERA! ¿Es que no me oyó? Y si alguien va a acompañar a
Betty a su casa ESE SOY YO... SU NOVIO... ¿Se enteró?

Armando parecía que estuviese clavado en el suelo. Se resistía a irse y dejar a Betty “en las garras” de Mario. Después de ver lo que estaban haciendo cuando llegó, temía que en cuanto él se fuera continuaran “donde lo habían dejado”... ”Claro que si son novios no será la primera vez que lo hagan” Un
sentimiento totalmente desconocido lo embargó. Sintió un dolor muy fuerte en el pecho que le oprimía tan sólo de pensarlo. ”¿A usted que le pasa, tigre?
¿Por qué le duele tanto que su asistente tenga una relación con Mario?”

Aún a riesgo de otro rechazo, insistió:

A.: Betty, ¿de verdad se quiere quedar acá?

Mario ya no puede aguantar más y se dispone a echar a empujones a su amigo. Pero Betty lo detiene poniéndole una mano encima de su brazo y con voz firme y mirándolo a los ojos le dice a su jefe.

B.: Sí, Don Armando. Me quiero quedar acá. Vaya tranquilo.

A.: -Como si le acabasen de echar encima un jarro de agua fría- Está bien, Beatriz. Como usted quiera.

Y dando media vuelta se dirige a la puerta y sale del apartamento.

La novia de Mario CalderónWhere stories live. Discover now