Dorian tragó duro y la observó, durante unos instantes se sintió mucho más pequeño de lo que en verdad era.
Cayendo cautivo de sus hermosos ojos oscuros, no podía evitar compararla con una bestia salvaje, una pantera quizás, preparándose para saltarle encima y devorarlo.

Aquel pensamiento de Daphne encima de él lo hizo sonrojar aún más de lo que ya  estaba.

—¿Qué es lo que no sabías Dorian?—volvió a interrogar, sus ojos escrutandolo y devorando su alma.

—Que la puerta estaba abierta.—se apresuró a mentir él, y notando la incertidumbre en el rostro de ella, siguió hablando—Veras, te escuché cantar y solo quería escucharte mejor, me apoye contra la puerta pero esta se abrió.

Ella lo evaluó durante unos instantes, sopesó cada palabra, antes de exponer una sonrisa en su rostro.

—Está bien Dorian, solo jugaba contigo, se que no eres ningún pervertido—contestó ella con humor en su voz.

Esto hizo que el alivio se extendiera a lo largo del cuerpo de él, en fuertes olas, destensando y relajando sus músculos contraídos.
Sin embargo no pudo evitar pensar una cosa, ¿Qué demonios le ocurría? El no era ningún pervertido, aún así le había costado un infierno apartar los ojos del cuerpo desnudo de Daphne.

Ella pasó caminando a su lado, dejando un tenue aroma a jazmín y cítricos en el aire, el cual Dorian inhalo de forma inconsciente.

—Bueno guapetón ya puedes bañarte y luego me ayudas con la cena—dijo ella, sentándose en la enorme cama, manteniendo su mirada firme en él.

—¿Ayudarte con la cena? Creí que iríamos a cenar—contestó él, agradeciendo el cambio de tema.

—Oh no guapetón, esta noche nos quedaremos los dos solos en tu departamento. Quisiera relajarme y dejar el trabajo a un lado, al menos por unas horas—dijo ella, comenzando a inspeccionar con la mirada el atuendo que utilizaría.

Dorian sonrió mientras la seguía con la mirada; al parecer se estaba decidiendo por algo holgado y simple. No pudo evitar pensar en lo afortunado que era, un sinfín de chicas habrían decidido ir a un lugar glamuroso y caro, sin embargo, Daphne, optó por algo tranquilo e íntimo.

Sin entender el motivo, no pudo evitar sentirse nervioso por la última palabra. Ellos eran amigos, no tenía porque ponerse así, sin embargo sus manos comenzaron a temblar de emoción.

—Daphne, eres la número uno echando a la basura mis planes para esta noche—dijo entre risas Dorian, intentando alejar las emociones, al tiempo que cerraba la puerta del baño.

—Siempre será un placer arruinar tus planes—ronroneó ella en respuesta haciendo una exagerada reverencia, aún sentada en la cama.

Dentro del baño, él se quitó la ropa y entró en la ducha, la cual aún conservaba el aroma de ella. Sin poder evitarlo, sonrió para sí mismo al recordar la última frase de Daphne.

«Siempre será un placer arruinar tus planes»

Sin lograr entender el verdadero significado de aquello, se maravilló ante la idea.

Sin lograr entender el verdadero significado de aquello, se maravilló ante la idea

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
Besos de Medianoche 1: Designio ©Where stories live. Discover now