Capítulo 9

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Raina había intentado dormir un poco pero no pudo por estar pensando sobre el escape que tendría con Ethan y Clarisse. Correrían un gran riesgo pero, esperaba, valiera la pena.

También Clarisse estaba acostada, pero ninguna de las dos dormía. Esperaban a que fueran las nueve para poder seguir con la segunda parte; y tal vez la más peligrosa. La incertidumbre invadía el ambiente de la habitación de las amigas. No habían dicho ni una palabra hasta que Clarisse revisó el celular de Thomas Mind y se dio cuenta de que era el momento de escapar.

-Rai, ya es hora- le informó casi en un susurro.

La chica de cabello rubio se levantó de la cama y tomó el celular de las manos de su amiga, quien estaba acostada boca arriba.

-Cuidado.

Clarisse se había ofrecido también para hacer esa parte del plan pero Raina ya no quería que su amiga siguiera sacrificándose solo para poder sacarla de ahí. No le gustaba verla triste.

Raina quitó la tapa del conducto de ventilación y entró en él. Estaba oscuro y olía mal. Escuchó cómo Clarisse colocaba la tapa en su lugar.

Respirar se le comenzó a dificultar, su corazón latía rápido, todo el cuerpo le sudaba y sentía una presión horrible en el pecho; su claustrofobia estaba entrando en acción. Trató de calmarse como lo hacía en las pruebas de miedo y funcionó, un poco. Avanzó por el conducto rápido para salir de ese lugar y encontrar a Ethan lo más pronto posible. Se la había pasado casi toda la tarde repasando el mapa en el celular del profesor Mind, pero en ese momento su memoria era inútil. Gracias a su claustrofobia, todas las horas con el celular no habían valido la pena. Se tuvo que detener apenas unos segundos para checar en dónde estaba y hacía que dirección ir.

Después de unos minutos en los que el miedo le recorría el cuerpo mientras recorría el conducto gateando, se detuvo en una rendija situada en el piso. La quitó, aliviada, y vio una habitación parecida a la suya pero con la diferencia de que esta solo tenía una cama. En ella estaba sentado, con las tres mochilas en mano, Ethan Larson.

Ethan miró arriba y miró a Raina.

-Es hora de irnos, bicho raro- le indicó Raina. La verdad era que le gustaba decirle bicho raro, y, lo más importante, claro, era que a él no le molestaba. Sentía que ponerle un apodo a una persona era como acercarse más a esta.

El chico movió, en silencio, la pequeña cómoda, tenía la altura suficiente como para que él se subiera y alcanzara la mano de Raina que lo esperaba desde el conducto de aire.

Casi se cae de la cómoda en el acto pero la chica lo cogió por las manos antes de que él sufriera un accidente.

-¿Conseguiste todo?- le preguntó Raina en cuanto Ethan subió; ahora el espacio en el conducto era aún menor.

-Sí, no fue tan difícil ¿sabes?

Durante el trayecto de regreso a la habitación de Raina y Clarisse, la pareja se mantuvo en silencio. No debían hacer ruido si no querían que los descubrieran. Ethan notó de inmediato que a Raina le costaba respirar, aunque ella no quisiera demostrar el miedo que la invadía. Decidió no molestarla, si ella no quería hablar de él, entonces no la forzaría.

    Raina quitó la tapa del conducto de aire en cuanto llegó con Clarisse. Su amiga parecía tranquila a diferencia de ella. No le gustaba ser vengativa pero se juró que, en cuanto fueran libres, le pondría a su amiga una misión acuática para que ella también sufriera su fobia en carne y hueso. Clarisse entró en el conducto sin que se lo tuvieran que indicar. Avanzaron por el conducto durante mucho tiempo. Lo único que hacía alguno que otro ruido eran las mochilas que Ethan de vez en cuando tenía que arrastrar. Raina temía que alguien pudiera oír ese ruido.

Estaban en una oscuridad casi total así que les extrañó un poco cuando vieron luz; pero no era la salida que esperaban. Habían escogido salir en la noche para que todos estuvieran dormidos, lo cual implicaba que no hubiera luces. Escucharon una sola voz: la de Audrey Wright. Se acercaron un poco más hasta pasar a lado de la rendija por la que se escuchaba y veía a Audrey, quien llamaba por teléfono. Clarisse fue la primera en pararse a ver, Ethan hizo lo mismo. Raina quería seguir y no meterse en los asuntos de Wright pero no tuvo opción porque no quería abandonar a sus amigos.

-Jenkins, escúchame...-Audrey fue interrumpida por la voz al otro lado de la línea- Haré lo que tú me digas-Ya no lucía tan amenazadora.

- Graba la conversación- le susurró Clarisse a Raina en un tono apenas audible.

-¿Para qué?- dijo Raina del mismo modo.

-Sólo hazlo.

-No.

   No sabía lo que Clarisse veía de interesante en la conversación de la doctora pero a Raina le parecía irrelevante y no quería perder más tiempo. Hubiera seguido gateando por el conducto hasta la salida sino fuera porque Clarisse agarró de su mano el teléfono. Raina no se lo dio y mantuvo el celular de Mind contra su mano. Las chicas comenzaron a forcejear por conseguir el celular, hasta que este cayó por la rendija. El celular se estrelló a lado de Audrey y ella de inmediato volteó a verlo. Se despidió de la persona con la que hablaba y miró arriba. Los ojos de la doctora se abrieron como platos y apretó un botón que, en el peor momento del mundo, tenía que estar justo en la pared de al lado de Audrey. Unas luces rojas se prendieron en la habitación y una alarma sonó por toda la Colmena.

- ¡Eres idiota!- Le gritó Raina por telepatía a Clarisse. Y pensó que ella misma lo era aún más por no haber usado ese poder antes. Su mejor amiga no respondió.

   El trío de amigos se escabulló rápido por el conducto sin importarles si hacían ruido o no, ya los habían descubierto así que no importaba. Escucharon incontables pasos debajo de ellos. A Raina se le había pasado un poco su ataque de pánico por la claustrofobia, ahora tenía un problema más grande que no podría resolver en treinta segundos.

   Llegaron hasta la salida de la Colmena, gracias a la memoria de Clarisse porque ya no podían contar con la de Raina. Quitaron la tapa y, sin ver a su alrededor, supieron que estaban en el estacionamiento. No tenían tiempo de revisar algo, aún sonaba la molesta alarma a sus espaldas. Subieron a un vehículo con las llaves que Ethan había robado, él fue quien tomó el volante; Clarisse se sentó atrás y Raina en el asiento del conductor. Las chicas ni siquiera habían aprendido a manejar, pero las aliviaba el hecho de que él sí. Raina miró el auto y su corazón comenzó a latir con fuerza, a su cabeza llegaron mil y un formas en las que esa camioneta los ponía en peligro, pero se obligó a calmarse. Había enfrentado su claustrofobia durante cinco años, debería haber aprendido una lección. Miró a sus amigos y depositó su confianza y su vida en ellos; esperaba que no le pasara nada a su lado. Por lo menos ya no tenía los horribles ataque de pánico de antes.

   Ethan condujo el vehículo hasta el zaguán enorme y pasó la tarjeta por un pequeño cuadrito que estaba al lado de este. El zaguán se abrió. Después de cinco años encerradas, al fin volverían a ver el mundo, una oleada de emoción envolvió a Clarisse y a Raina.

Colmena de muertos #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora