— ¿Debería ir con traje o con un vestido? —se cuestionó fuera de lugar, mientras su mirada ahora se desviaba al césped tratando de pensar en la vestimenta para su noche de club.

Takeshi solo soltó un sonoro suspiro cerrando sus ojos algo desilusionado, y giró sobre sus talones para ingresar a su hogar y cerrar la puerta sin decir nada.

Está molesto. Pensó, volviendo a su seria expresión apagada. Lo mejor es alejarlo un poco por el momento, si se enreda con los hechiceros se vería en problemas, tanto él como su familia. Suspiró, alzando un tanto su barbilla con su mandíbula tensa y ceño fruncido.

— Bien, usaré un vestido —decidida, se dió media vuelta dirigiéndose al carro que lo esperaba estacionado, y rápidamente marcó a unos cuantos contactos en busca de la lista de invitados para el club correspondiente—. Veamos que hermosuras irán hoy...

— Si ella los atacó entonces Gojō sensei no lo dudará dos veces para ir directamente ¿Sabes? Creo que es... Un poco imprudente —habló Yūji mientras terminaba de acomodarse los jeans negros luego de salir de la ducha, consciente de que Sukuna lo escuchaba con claridad, o al menos fingía hacerlo.

— Imprudente son ustedes pedazos de basura, si la hubieran ignorado nada de esto estaría ocurriendo ¿Lo entiendes o no, imbécil? —si, bueno, la maldición estaba seguro de que ese idiota realmente no comprendía todo lo que él alardea.

— ¿Nosotros imprudentes? Si, bueno en parte... Pero ¿Sabes? Creo que ella es igual de impaciente y poco tolerante que tú, porque si ella los hubiera ignorado y hubiera actuado como una humana común ¡Nada de esto hubiera ocurrido! —contraatacó Yūji, apuntando a la boca en su mejilla en el reflejo de su espejo acusatoriamente con su dedo índice, mientras observaba como la boca maldita solo rodaba un ojo con un mohín.

— ¿Y tú con qué derecho me hablas así, eh, pendejo de mierda? —se quejó, pues en cierta parte si le daba la razón al pelirosa-palo, solo que no quería admitirlo.

— ¿¡Hah!? ¿¡No soy acaso ahora tu único confidente!? —la maldición carcajeó incrédulo ante las palabras del menor, mientras rodaba su ojo por segunda vez negando en su interior, para poco a poco ir desapareciendo de su rostro. Esto no ha terminado. Pensó Yūji, pero por el momento negó de mala gana para terminar de vestirse.

Ya en el salón, estaba nervioso, como era de esperarse, sin poder sentirse cómodo en su lugar en el sofá junto al peli-blanco.

— Nobara~ No creí que fueras esa clase de chica —molestó el peli-blanco notando los múltiples moretones en su cuello, pues en realidad se veían más como chupetones que la marca de una mano, aunque Gojō tenía bien clara la situación.

— ¿Te crees muy gracioso, sensei? Hace cinco minutos se te marcó una vena en la frente dispuesto a ir tras ella, dime ¿Qué fue lo que te detuvo? —refunfuñó la castaña, lanzándose al sofá, mientras Megumi ingresaba al cuarto aún algo aturdido por el golpe que había recibido hace unas horas. ¿Eso podría considerarse algo así como un intenso dolor de resaca...? Bueno, nunca había tomado en su vida, pero solo imagínenselo.

— ¿Entonces se negó a venir? —¿Es que no es obvio? Pensó Yūji, casi a punto de rodar sus ojos con obviedad, pero se contuvo y permaneció con esa expresión tranquila (casi inocente) de siempre—. ¿Entonces intentaron traerla a la fuerza? —ah, bueno, Gojō quería reír, pues no subestimaba demasiado a sus alumnos, pero en este caso... Realmente quería burlarse de ellos en sus caras.

— No, sinceramente no intentamos traerla a la fuerza, Nobara solo se hartó del tono de egocentrismo en Yashiro, así que hizo caso al infantil impulso de abalanzarse contra ella —relató Megumi sobando su nuca con una pequeña compresa de hielo, para luego soltar un suspiro escuchando el "¿¡Hah!?" de indignación por parte de la nombrada.

The  firstborn | Jujutsu Kaisen. (Pausada)Kde žijí příběhy. Začni objevovat