Capítulo cuarenta y cinco.

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{Capítulos finales}; Maraton 2/4
"Un conocido no es amigo. Reír no es ser feliz. Llorar no es sufrir. Besar no es amar. Veamos las cosas como son."

(Punto de vista de _______)

Sonreí inconscientemente, y asentí levemente. Me parecía buena idea lo que él proponía, así que lo intentaríamos.

-¿Mh...? -Murmuró. -¿Aceptas?

-Está bien. ¿Por qué no? -Respondí sonriente y él sonrió, besando nerviosamente mi mejilla. Hice una mueca por el dolor pero la disimulé.

-o-

Me encontraba vestida, firmando los últimos papeles para poder salir del hospital e irme a casa. Le pediría ayuda a Marcella para ver que podía ponerme el día de mi cumpleaños y fiesta de primavera.

Salí de la habitación del hospital y me encontré con una enfermera. Se acercó a mi con unos papeles y habló-: Señorita Blair, ¿no? -asentí, mientras ella revisaba la hoja que tenía en sus manos- aquí tiene la receta de medicamentos que puede retirar en la recepción, el costo sale acá abajo, pero no se preocupe, porque ya ha sido pagado.

Miré a Sebastián y me guiñó un ojo, sonreí y asentí, mientras recibía la hoja que la enfermera me entregaba.

-Muchas gracias. -Dijimos al unísono, nos volvimos a mirar y reímos levemente. La enfermera asintió y se fue.

Bajamos por el ascensor al primer piso, donde se encontraba la recepción. Ahí solicitamos los medicamentos para relajar el dolor de las heridas y uno especial para el dolor de cabeza. Me fijé en la hoja y me habían recetado uno para tener apetito, ugh.

-Aquí tiene. -Dijo una farmacéutica, entregándonos una bolsa con los medicamentos y todo eso. Le agradecimos y salimos del hospital.

-o-

De un momento a otro, ya estábamos entrando a mi casa. Mi madre nos abrió la puerta sorprendida, estaba con su bata.

-¡Sebastián , qué sorpresa tenerte aquí! -Exclamó alegre, invitándonos a pasar. -¿Qué ha pasado, por qué estás así, _____?

-Nada. -Respondí y subí a mi cuarto.

Sebastián se quedó allí, sonriendo-le falsamente a mi madre.

-Subiré con ella, si es que no hay ningún problema.

-Claro que no, Sebastián . Sube. -Aceptó, mordiéndose inconscientemente las uñas.

Rodé los ojos, odiaba que fuera tan cínica. Invité a pasar a Sebastián y luego cerré la puerta con pestillo, quedando sólo nosotros dos adentro.

Me mordí el labio inferior nerviosa y lo invité a sentarse en la pequeña silla del escritorio. Mientras yo hacía mi cama rápidamente, para luego sentarnos nosotros ahí. Sebastián me miraba en silencio y yo sólo examinaba con la mirada mi habitación. Fijé mi mirada en él y poco a poco nos empezamos a acercar uno al otro.

Sonreí tierna-mente al estar cerca de sus labios, quería presionarlos con los míos. Porque así inmediatamente mis dolores cesaban mágicamente. Y así fue, nuestros labios se movían con ritmo encima de los del otro, nuestras lenguas peleaban como verdaderas guerreras, mientras yo me sentaba encima suyo a horcajadas.

Jadeó bajo, y pasó sus grandes y suaves manos por mi espalda, lento y tentador. Sin parar de besarme intentó sacar mi suéter manchado con sangre, lo cual logró con facilidad. Colocó su mano en mi cintura y luego la otra, para luego regar un camino de besos desde mis labios hasta mi cuello, haciéndome gemir embarazosamente.

-Te deseo _____, te necesito en verdad.

"Depression" Sebastián Villalobos y tu-1° TemporadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora