Capítulo III.
La tarde había inundado aquella ciudad de Bradford, Inglaterra. El sol estaba a punto de esconderse y él aún no llegaba. Se arrepintió mentalmente por haber corrido a su amigo de aquella manera y se rió, recordando cuando eran unos niños, Niall le ayudaba con sus tareas, a pesar de sólo llevarse un año, el rubio era bastante inteligente y muy bromista, ella su víctima. Le hacía cada broma que la chica una vez terminó con su vestido color amarillo lleno de barro, porque él la tiró de su bicicleta. Ella molesta le dijo que no le volvería a hablar en su vida y se fue. Estaba de más decir que a la mañana siguiente Niall estaba en el patio de su casa, con un cártel que decía: “____, perdóname, no quise ensuciar tu vestido. Lo siento” y después tenía dibujado un monito con cara triste, seguramente dibujado por él mismo.
Sintió como la puerta de la casa se abría, ahora ese mundo de recuerdos y alegría en el que estaba pensando se convertiría en uno triste, de esos que con sólo imaginárselos dan miedo.
—____, ¿dónde estás? — preguntó, dejando su maletín en el primer sillón que se atravesó en su camino.
—Aquí. — contestó ella, saliendo de la cocina.
—Me imaginó que ya está la comida, ¿verdad? — la chica asintió, sin evitar que por su mente apareciera esa imagen de ayer, cuando le dio aquella bofetada.
—Si Zayn, ven que te serviré. — él sonrió, como si lo que hizo ayer hubiera sido lo mejor, dejando claro que sólo había sido una advertencia.
La cena había sido tranquila, a comparación de otras. Él hablaba sobre su trabajo y ella sólo se limitaba a escuchar, atenta. De vez en cuando ella le sonreía y él, imitando su gesto, acariciaba su mejilla. Sin querer notó la actitud que ahora estaba teniendo con ella, estaba actuando diferente, cariñoso; pero no importaba, al contrario, era bueno que actuara así.
Era viernes, él no tenía trabajo al día siguiente así que le pidió a ella que vieran una película juntos, como solían hacerlo cuando aún no se casaban. Extrañaban tanto esos momentos, en los que no existían problemas, gritos, peleas; sin embargo la mayoría se habían esfumado y sólo quedaban muy pocos, algunas excepciones, como era ésta.
Pronto aquella película había comenzado, ambos sentados en un sillón frente a la televisión, comiendo palomitas de maíz. Él pasó su brazo por los hombros de la chica y la juntó más a su cuerpo, ella en un principio de resistió, pero después se dejó llevar por el momento.
—Siento lo del golpe que te di ayer, no debí hacerlo. — comentó, haciendo que la chica se sintiera mal. ¿Acaso todo tenía que terminar así?
—Zayn, por favor no digas nada. — suplicó ella, mientras él acarició su mejilla, la misma donde la había golpeado ayer.
El silencio se apoderó de ellos, haciendo que los dos posaran sus miradas en la pantalla de televisión, viendo la película. ____ miró el reloj que adornada la pared de la sala, indicaba las 10:35 p.m. miró a su lado y pudo notar como él estaba totalmente perdido en aquella cinta. Sus ojos comenzaron a cerrarse sin poder evitarlo y se quedó pronto dormida sobre su pecho.
"—Niall, no por favor. — gritó, viendo como el chico rubio se iba por aquella puerta para después abordar un avión que lo llevaría directo a Mullingar.
Sintió como si su corazón se quebrara, lo necesitaba para poder estar feliz. Él era como su droga, lo que necesitaba para poder vivir, como Superman con la kryptonita, unas veces le hacía daño, pero otras veces no; otras veces le ayudaba tanto. Una lágrima cayó rápidamente por su mejilla, para desaparecer en el piso del aeropuerto."
Despertó asustada, sudando frío y sintió un horrible dolor de cabeza. Se dio cuenta de que su compañero la veía preocupado. Unos minutos después se percató de que ahora estaba en su habitación, seguro Zayn la había llevado ahí.
—____, ¿te sucede algo, amor? — su voz aún sonaba adormilada, sin embargo en sus ojos se podía notar la preocupación.
—No, sólo que tuve una pesadilla, pero estoy bien. — y sin decir algo más, cayó de nuevo en un profundo sueño.
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