— Yashiro-san ¿Cómo es que usted tiene tanto dinero?

— Soy una ladrona de bancos —rió, pero aparentemente la menor pareció tomar sus palabras en serio, y se notó en su ceño levemente fruncido en confusión—. S-Solo bromeaba, en realidad mis padres tiene... Bastante dinero —sonrió, mientras cargaba con diez bolsas de ropa en cada brazo, y la pequeña apenas podía con las cuatro que ella llevaba, además de que el chico a sus espaldas cargaba un carrito con otro par de compras.

Yashiro también había aprovechado de comparar un par de cosas.

Dejaron todo en la maletera del carro, y luego se apresuraron en llegar al cine para la función que habían comprado. La película pasó y ahora se irían a algún café por algún pastel. Había procurado levantarse temprano para disfrutar del día, y así ocurrió. Ese sería probablemente el mejor día para Hitsumi, creía que sería imposible olvidarlo, pues lo había estado esperando por mucho tiempo.

Nobara miró a su alrededor. Megumi permanecía en calma sentado junto a él. El carro de ventanas polarizadas se encontraba a un par de cuadras del pequeño local café, pues habían conseguido rastrear a la castaña hasta dicho lugar.
Ijichi permanecía en el asiento del conductor algo ansioso, temía que algo le ocurriera a los dos adolescentes. Seguía considerando un poco irresponsable por parte de Gojō dejarle un trabajo así a aquellos dos muchachos, puesto que ahora no trataba de una maldición de grado especial, sino que se enfrentaban a algo de lo cual desconocía.

Nobara miró la hora en el reloj pequeño de su muñeca izquierda. Alzó la mirada una vez más a la pequeña tienda y luego suspiro.

— Han pasado dos horas y no hay movimiento ¿Crees que nos ha sentido? —habló, y Megumi giró a verla de igual forma soltando un suspiro. Su pierna subía y bajaba de lo ansioso que se encontraba.

— Sigue estando allí... O está planeando algo, o simplemente está disfrutando de la comida —respondió él, mordiendo la uña de su dedo pulgar mientras miraba minuciosamente la calle frente al local.

— No nos queda de otra, vamos de una vez —comentó Nobara, abriendo la puerta del carro y exaltando al pelinegro, a la vez que Ijichi se urgía un tanto por la tenacidad de la castaña para ir directo a la boca del lobo.

— V-Vayan con cuidado... —fue lo único que el mayor atinó a decir, viendo como el pelinegro bajaba rápidamente para no quedarse atrás.

Ambos estudiantes cruzaron rápidamente la calle, pasaron entre las personas con sus miradas fijas en el local a cuestión de metros. Sentían nervios y adrenalina de pies a cabeza, como cuando vas en la caída de una montaña rusa. Ya no había vuelta atrás, sus pasos no se detenían, y no se creían capaces de detenerse.
Frente al lugar, abrieron la puerta vidriada y una campana sobre sus cabezas resonó, los exaltó, los dejó aturdidos, mientras un par de meseros giraban a verlos y los nervios se sentían a flor de piel.

Sus miradas nerviosas viajaron por el lugar. Llamarón la atención de unas cuantas personas hasta que lograron localizar a la castaña que buscaban. Permanecía tranquilamente sentada en una de las mesas lejanas a la entrada, revisaba su celular mientras la mesa se encontraba vacía.
Tragaron en seco, fruncieron sus ceños, se miraron uno al otro y asintieron para sí mismos.
Por cada paso que daba, sus corazones latían cada vez más rápido, la distancia se acortaba cada vez más. Podían sentir cómo las conversaciones y bullicios a su alrededor parecían nublarse, fijándose únicamente en ella... Quien alzó su gatuna y estremecedora mirada verde con lentitud, mientras una sonrisa ladina casi indivisible se asomaba en su rostro, su cabeza levemente ladeada, y un semblante impredecible.

The  firstborn | Jujutsu Kaisen. (Pausada)Where stories live. Discover now