—Kohaku .-tomó a la chica del brazo para detenerla, viéndola fijamente a los ojos-. Ten cuidado.

—¿Disculpa? .-¿Acaso él sabía algo?... No, solo era alguien demasiado amable, solo eso-. Sé cómo cuidarme, si es eso lo que te preocupa.

—No lo dudo, pero nunca se sabe la maldad que hay dentro de las personas hasta que los conoces bien .-soltó el brazo de la chica mientras le sonreía en calma, solo le quedaba advertirle.

—Ah... Gracias por tu consejo... Nos vemos Tsukasa.

—Hasta luego, Kohaku.

Ella ya había adelantado unos pasos cuando el novio de su amiga se despidió. Qué extraño había sido todo eso.

Pero era verdad, ella no conocía a Senku y sinceramente no quería conocer más a fondo de él. Le bastaba con que haya cumplido su trato, solo eso le importaba. No importaba nada más desde aquella noche.



Los doctores eran unos necios, todos le habían pedido que se despida de su hermana mientras tenía tiempo, mientras ella estuviera consciente.

—Kohaku... Ve a descansar... .-su padre tenía la mano sobre su hombro tratando de darle su apoyo-. Yo me quedaré con Ruri está noche, tú tienes que dormir un poco hija.

—Papá puedo quedarme. No dejaré a Ruri-nee sola.

—Kohaku .-el tono de voz de Kokuyo se alzó ante la negativa de su hija-. Ve a descansar.

—¡Papá! ¡Yo puedo que... .-no debería haber alzado la voz porque su padre la vio molesto.

—Te estoy dando una orden, Kohaku.

Frunció el ceño y se retiró del hospital maldiciendo la actitud de su padre ¿Es que acaso no veía cuánto estaba sufriendo? No, su padre siempre fue así. Siempre ordenándole cosas, incluso en los peores momentos de su vida.

Ya en su departamento, se encerró en su cuarto y encendió la laptop comenzando a leer todos los trabajos que debía durante ese último mes para la universidad. Demasiados como para intentar hacerlos todos en una noche.

Suspiró abriendo nuevamente el foro que había encontrado en internet de gente que hablaba sobre los supuestos deseos concebidos por seres benditos. La mayoría hablaba sobre milagros realizados después de una oración. Ella no creía en eso, la iglesia o cualquier religión le daba igual, pero si creía que había un Dios, pero entonces ¿Por qué su hermana estaba sufriendo? En vez de castigar a gente que hacía el mal día a día...

Siguió leyendo hasta que encontró un comentario que le llamó la atención.

—Todo esto es absurdo .-leyó el comentario sobre la publicación que hablaba de un agua milagrosa en una gruta de Italia-. Los ángeles no conceden deseos o milagros. Si quieren solucionar algo, a las una con cuatro de la mañana corten la palma de su mano y hagan un pequeño pentágono con su sangre, digan su deseo, ofrezcan su alma y cuerpo. Y listo, con eso todo lo que quieren habrá cumplido.

Ese foro estaba lleno de tipos gente rara...

Vio el reloj en su computadora ¿En qué momento se habían hecho las tres y cincuenta de la mañana? Se supone que su padre le había ordenado descansar. Fue a la cocina por un vaso de agua solamente, pero ese , maldito comentario no dejaba de repetirse en su cabeza... Bien, qué más daba la hora, era una tontería después de todo.

Tomo uno de los cuchillos de la cocina y caminó a su cuarto, arrancó una hoja de un cuaderno del semestre pasado y sin ningún nervio cortó la palma de su mano izquierda, dejando que su sangre cayera en la hoja.

IncubosWhere stories live. Discover now