BAILA CONMIGO.

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Aquella mañana le había costado mucho levantarse de la cama y alejarse del cuerpo desnudo que yacía a su lado.

A pesar de no tener ganas, se dio un baño y se arregló para salir a ver si había noticias de su madre y de Marcos porque ya eran 2 días que no sabía nada de ellos y, para decir verdad, tampoco tuvo mucho tiempo para pensar en ellos.

Mientras estaba arreglándose el peinado vio en el reflejo del espejo la figura de su novia moverse. Sonrió antes de acercarse a la cama y sentarse.
-Buenos días, ¿cómo has dormido?
-Muy bien, pero eso es debido sobretodo al hecho de estar a tu lado.

Ante esa frase Camino se arrimó sobre ella dejándole un beso en la mejilla.

-Lo mismo digo mi amor, dormir cerca tuyo es incredibile. — la morena le dejó un último beso cerca de los labios y se acercó otra vez al espejo para ponerse el pasador.
-Si quieres puedes darte un baño con toda la tranquilidad del mundo, que yo iré a preguntar a Anabel si sabe algo de mi madre, y volveré enseguida así que si cuando vuelvo aún no has terminado puedo ayudar a bañarte.
-Mmh ... desvergonzada — dijo la pintora con una sonrisa en los labios.
-Bien lo sabes. — se rió la joven. -Nos vemos luego, te quiero. — dijo mandándole un beso al aire.
Maite sonrió y vio como la puerta de la habitación se cerraba tras la bella silueta de su joven amada.

De camino al portal 38 se podía escuchar una melodía muy bonita provenir del restaurante. Camino se paró por algunos instantes a escucharla atrapada en sus pensamientos y antes de seguir caminando, se le formó una sonrisa en los labios.

El día de había huido volando, ya era de noche y Maite y Camino estaban terminando de cenar.

-Te tengo una sorpresa. – dijo la cantábrica.
-¿Que es? — preguntó curiosa la pintora.
-En realidad es más algo para las dos. – dijo Camino al levantarse.

Camino desapareció por la puerta del salón para ir a coger lo que iba a ser el objeto protagonista de esa noche.

-¿Un gramófono? — preguntó la pelinegra viéndola entrar en el salón.
-Mientras iba a casa de Anabel me he parado en frente al restaurante porque se escuchaba la música de un gramófono —empezó a explicar. -Y me he acordado de que había uno en casa y pues, a mi siempre me ha gustado bailar pero nunca lo he hecho por timidez. Aunque una vez sì he bailado y fue con Cesáreo. — dijo Camino riéndose al recordarlo.
Maite la miraba con una cara entre lo curiosa y lo sorpresa mientras que Camino ponía en función el aparato.
-Así que he pensado de empezar todo de cero y por eso quiero que la primera persona que me saque a bailar o, en este caso, que yo saque a bailar, seas tú. ¡Baila conmigo! — la invitó la joven ofreciéndole su mano.

A Maite le brillaban los ojos, no podía creer que la mujer que estaba frente suyo fuera su compañera de vida y que por fin estaban otra vez juntas.

-¡Amor! — Camino la sacó de su trance. —¿En que te quedaste pensando?
La ojiverde sonrió tímidamente. -En que me siento muy afortunada de estar a tu lado y que tú seas la persona con la cual quiero compartir mi vida ... y por su puesto que bailaré contigo.

Maite le cogió la mano y le rodeó la cintura con un brazo. Camino, por su parte, no pudo evitar que sus ojos se aguasen y que se le formara una sonrisa enorme en el rostro.

Las dos amantes empezaron a moverse lentamente guiadas por la música.
Camino apoyó su cabeza en el hombro de Maite.

-Sé que lo he dicho ya muchas veces pero no sabes cuanto te he echado de menos. Me hiciste falta en cada segundo que estuvimos separadas.
-Lo sé mi amor. Para mi fue lo mismo pero míranos ahora, estamos en tu casa, bailando un lento. Juntas. – le respondió la pintora mientas con una mano le acariciaba la espalda.
-Estaba convencida de que no volvería a verte nunca más y que mi vida estaba condenada. Eso hasta que llegó tu carta, ese día me devolviste el alma al cuerpo. –en ese momento se le rompió la voz.

Maite dejó un beso en el cuello y la abrazó fuertemente, deseando que pudrieran fundirse en uno para así aliviar la angustia de su amada.
-Ven, sentémonos en el diván. – la guió de la mano hasta sentarse y volver a rodearla con sus brazos.

-¿Sabes una cosa? — Camino dio vuelta a la cabeza para mirarla. -En el tiempo que he estado en Paris no podía dejar de pintarte, sobretodo al principio, eras un pensamiento fijo en mi mente pero hubo también un tiempo en el que decidí dejar de hacerlo. – Camino se movió entre sus brazos para quedar frente a ella y Maite pudo ver como fruncía el ceño.

-Decidí no pintarte más porque, como has dicho tú antes, yo también me había convencido de que no volvería a verte nunca más y verte por todos lados: en mis recuerdos, mis sueños y sobretodo en mis dibujos no me ayudaba a olvidarte. Hasta que un día me decidí a enviarte esa carta porque no soportaba más esa situación. Desde que me había prometido olvidarte, a-apenas salía de la cama ... –Sin darse cuenta, Maite había empezado a llorar.
Camino llevó una mano a su mejilla. -Mi amor ... no llores por favor. –le secó algunas lagrimas con su mano.

Pasaron algunos minutos y el llanto de Maite parecía estar calmándose del todo.
-Eso pasó por un par de semanas hasta que Sophie, mi amiga, la que he mencionado en mi carta, me convenció a hacer una exposición por lo menos podía tener la mente ocupada en algo. – Camino la escuchaba y asentía. -La exposición fue de maravilla y eso me dio las fuerzas para mandarte esa carta porque no podía más. – dijo terminando su discurso con un suspiro.
Camino sonrió levemente. -Ojalá hubiese podido hacer yo el primer paso para ahorrarte todo este sufrimiento. –dijo mirándola a los ojos.
-Bueno ... pero las cosas fueron así y si todo lo que ha pasado nos ha permitido estar aquí, pues, quizás haya valido un poco la pena.
-Quizás no todo ... pero la mayoría sì. Te amo con todo mi corazón Maite y aún no me puedo creer de que te tengo aquí conmigo.
-Y yo a ti mi niña, eres lo más preciado que tengo.

Las dos amantes se fundieron en un cálido beso quedando con sus frentes pegadas con la música del gramófono de fondo.

Baila conmigoOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz