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EN EL PRESENTE... Aún recuerdo el último día de clases, fue la última vez que ví a dos de mis mejores amigos. Marco y Andrea. Todavía tengo presente en mí memoria aquellos días en donde reíamos y hacíamos travesuras de adolescentes en el salón de clase hasta volver locos a los profesores. Recuerdo que en uno de los juegos que hicimos fue tan malo que causó que nos mandaran a la dirección y llamaron a nuestros padres. No sé como Marco y yo logramos pasar de año teniendo una pésima conducta, pero lo logramos, gracias a las clases de verano a la que tuvimos que ir obligados. Andrea si pasó sin ningún problema, hasta obtuvo un diploma al mérito por tener las notas más altas.

CINCO AÑOS ANTES... Una vez de haber terminado 5to de secundaria, Marco, Andrea y yo fuimos al parque para poder hablar sobre nuestras metas a futuro. -Era hora de madurar -decía yo- tenemos que decidir qué es lo que cada uno de nosotros quiere en un futuro. -Ya empezó ha hablar la aguafiestas- dijo Marco desanimado. -Por favor Marco, esto es importante, ¿podemos tranquilizarnos y hablar con calma?- decía Andrea con una sonrisa en su rostro queriendo manejar la situación con Marco. Comenzamos a preguntarnos cosas como por ejemplo: ¿cómo nos vemos dentro de unos años?¿cuáles son nuestras metas? y cosas así... Algo que resaltó de la conversación es que Marcos siempre respondía que no lo sé a todo. Era obvio que se notaba el desinterés de Marco. Pero, yo y Andrea decidimos no hacerle caso.

Más pasaba el tiempo y dejé de saber sobre Marco. Una noche me encontraba en mí habitación con el celular escuchando música a todo volumen, estaba leyendo nuevamente los mensajes de la persona por quien un día quise dar mí vida por él. No tenia con quien más hablar así que le mandé un mensaje a Andrea:
-Hola.
*visto*
-¿Por qué me dejas en visto?¿te sientes bien? -Sí, si estoy bien pero te pediré que no me hables, ahora estoy ocupada. Gracias.
-ah de acuerdo, cuídate.

Primero fue un día, luego ese día se convirtió en una semana, esa semana se convirtió en un mes y yo dejé se saber como seguía Andrea. Mis ganas de llorar cada vez era más grande, necesitaba a alguien con quién hablar urgentemente.

Una tarde mí celular empezó a sonar, me están llamando -dije yo emocionada creyendo que era Andrea queriendo comunicarse conmigo. Corrí como nunca lo había hecho en mí vida, ni siquiera en educación física lo hacía porque yo era la más floja. Al llegar tomé el celular, lo desconecté del cargador, revisé el celular y fue como si me hubieran arrojado un balde con agua bien helada, porque no era Andrea sino mí profesora de ciencias preguntándome si ya había terminado de hacer las actividades que tenía pendiente.

Días después, me quedé en casa de mi papá para conversar sobre cómo me estaba yendo con mis estudios en la universidad, yo ya sabía que la maestra Rocío se había comunicado con mis padres sobre mi rendimiento en los últimos meses y como bajé el promedio de una manera extraordinaria. Él se molestó mucho conmigo y me dijo que cómo puede ser posible que tenga a una hija con notas tan malas, cuando a su edad fue el mejor de su clase. Con un nudo en la garganta no hice nada más que levantarme del sofá, agachar la cabeza y decirle que me perdone y que este semestre me esforzaré.

Al llegar a mi casa lo primero que pensé fue en ir a mi cuarto y llorar, pero no pudo ser así ya que mi mamá estuvo esperándome para decirle que me había preguntado mi papá.
-Ahora ¿qué te ha dicho el miserable de tu papá?
+Nada mamá.
-Nada mamá, nada mamá (con voz burlona e infantil), tu siempre dices que nada pasó, pero pasaron cosas y muchas, hija dime ¿te hizo sentirte mal?
+No mamá tu ya sabes como es, solo me dice esas cosas para que aprenda que en esta vida nada es fácil si no nos esforzamos.

En busca de nuestra felicidad [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora