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Xie Lian durmió muy bien. Entre sábanas de seda y un colchón suave, tuvo el mejor descanso en mucho tiempo. el hombre con el que al parecer llegó a entenderse bien no se hallaba por ninguna parte, y la luz del sol bañaba su rostro, lo que le hizo sentirse aturdido por un momento. Sin embargo, las personas que escucharon desde el otro lado de la puerta qu se acababa de despertar, entraron con platos de comida y le sirvieron, además de pasarle una bata limpia y agua caliente para lavar su cuerpo, incluyendo una cajita con ungüentos de uso interno para detener sangrados. Xie Lian no comprendía tanta atención ni el motivo de pasarle esa cajita de medicinas, ya que mientras estuvo con ese cliente, no recibió un golpe o patada; ni siquiera llegó a mostrarle sus habilidades de pelea. En fin, le parecía incómodo ser tratado de esa manera, y debía apresurarse e ir al mercado por su nueva querida mesa de trabajo, así que se vistió con su ropa habitual que ya había sido lavada, peinó su cabello con la horquilla de bambú que las doncellas le obligaron a llevar y salió de la animada habitación sin que nadie pudiera detenerlo.

El anciano que revisaba la lista de reservaciones para esta noche lo vio salir y le sonrió satisfecho. Ese chiquillo millonario incluso prometió volver a esa tienda sólo para encontrarse con este joven, pagando por adelantado una cantidad exorbitante. Xie Lian no comprendía el porqué de su sonrisa, pero devolvió el gesto y lo saludó.

-- Mi señor, esta persona ya ha cumplido su trabajo.

El dueño soltó una carcajada y le dio palmaditas en el hombro.

-- Lo sé muchacho, lo sé. Este viejo te pagará como lo prometió.

Dicho esto, sacó una bolsita de color rojo, tejida con preciosos bordados de mariposas, y su contenido tintineaba mientras el anciano se lo daba a Xie Lian en las manos. Al abrirla, descubrió más de veinte monedas de oro.

-- Esto... no es lo que acordamos.

-- Oh, eso es porque el joven maestro es generoso, y ha dicho que tu servicio es excelente.

Pero contrario a lo que esperaba, Xie Lian le devolvió la bolsa con ambas manos.

-- Sin duda es una buena persona, pero no puedo aceptarlo.

-- ¿! De qué estás hablando¡? Me pidió que te lo entregara todo. Si desobedecemos su orden vamos a morir. ¿No lo entiendes muchacho?

Xie Lian se secó el sudor leve de su rostro, debido a la terquedad del dueño.

-- No temo a la ira de los grandes señores. Estaré eternamente agradecido con la cantidad inicial que se me ofreció, no pido nada más.

A regañadientes, el viejo dueño sacó cinco monedas de su propio bolsillo y se las pasó al príncipe, temiendo no tener la cabeza en su cuerpo mañana por la mañana. Xie Lian le sonrió con amabilidad y se marchó, yendo directo al mercado para encontrar su ansiada mesa.

Algunos comerciantes ya conocían a Xie Lian. Era un joven apuesto que todas las mañanas colocaba una mesa y un letrero, y retaba a comparar fuerza del brazo con otras personas, también hacía espectáculos de danza de espada, tiro de arco o hasta tocaba la flauta. Cuando entraba la noche, levantaba sus cosas, compraba algún plato de comida con las monedas que había recolectado y se marchaba sin perturbar a nadie. De cualquier forma, les parecía agradable y respetuoso, por lo que respondían a su saludo y no lo molestaban.

Cuando por fin tuvo el objeto de un puesto de ofertas, Xie Lian se marchó contento a su zona habitual de trabajo, extendió el letrero de tela y se sentó a esperar con una sonrisa. Sin embargo, la felicidad nunca puede durar demasiado para Su Alteza, ya que apenas transcurrieron unas pocas horas, la lluvia comenzó a caer, y barrió con la gente que caminaba por el mercado, haciendo que pareciera como si estuviese solo en el mundo. Su ropa empapada por completo le transmitía un frío intenso, haciéndolo temblar ligeramente.

ENCUENTROS QUE SON INESPERADOS, NUNCA SE OLVIDANDonde viven las historias. Descúbrelo ahora