Ella sonríe.

—Mírame tú Brad, no soy idiota, estas heridas son bastantes graves—tose—¿encontraste las empanadas?

Asiento como idiota.

—Que bueno, me gustaría comer una.

—Lo harás luego. Ahora necesito que te mantengas calmada mientras llega la ayuda, ya por favor no hables.

No puedo moverla sin saber que tan grave es.

—Y yo que me hagas un favor.

—Tienes que guardar silencio y esperar por la ayuda—levanto su blusa viendo las dos heridas entrantes que ha recibido en el tórax, intento mantenerme tranquilo y que no note mi desespero.

Toma mi mano y la lleva junto a su pecho.

—Mírame a mi grandote, déjame ver tus ojos—traigo su mano hasta mi rostro—Pero sin llorar—en su tono siento que ya no tiene fuerzas, el desastre a mi alrededor es muy grande como para que haya habido una simple pelea, es violento y desagradable, no entiendo porque ni que sucede.

—¿Qué pasó? ¿Quién hizo esto?

—No lo sé.

—Dime quien te disparó, Anna.

—No sé quién era, entró y empezó a destruir todo, traté de detenerlo—intenta curvar sus labios—Que mal, tenía muchas ganas de comerme esas empanadas.

—Lo harás, ahora te llevaré al hospital, mejorarás y lo harás—intento levantar su cuerpo.

—Escucha, escúchame Brad.

—No, no lo haré, debo llevarte por ayuda.

—Vanessa.

—¿Ella también está aquí? no la he visto.

—Sé que ya no podré hacerlo así que tú cuida de ella—tose y algo en mi se retuerce conectando con el dolor que hay en su mirada—Por favor, que no vuelva a ese pueblo, no la dejes hacerlo—necesito que se detenga pero no me hace caso, incluso así no deja esa terquedad.

Guarda silencio intentando mantener los ojos abiertos pero aunque no lo quiero analizando toda la sangre y su estado reconozco que se está esforzando—Es mi hermana—me dice entre sollozos—aún hay muchas cosas que debo enseñarle— aprieta mi mano, lo poco de fuerzas que le queda es tan leve que si no estuviera pendiente a ella no podría sentirlo—te la encargo porque confío en ti, cuídala por mi.

—Tranquila, tú misma lo harás.

La levanto intento no causarle más daño, se queja pero no puedo detenerme, necesito buscar ayuda cuanto antes y evitar que ocurra algo que puedo lamentar.

—M-Missa, es un buen hombre, hazte su amigo—giro la cabeza para que la lágrima que recorre mi mejilla no se haga obvia, <<llegue tarde>> —Lamento que hayas tenido que verme así, gracias por las empanadas—murmura en un leve intento de sonreír para no volver reaccionar a mi llamado, sus ojos se apagan, mis manos están cubiertas de su sangre, el lugar está hecho mierda y el alma me corroe mientras me siento una maldita basura inútil que no estuvo aquí para protegerla.

No puedo ignorar el color escarlata en mis manos, se supone que debo proteger, estoy aquí para ello pero me distraje en mi trabajo, no he podido cumplir con el y todo esto es culpa de mi incompetencia por no saber decir que no.

Ya no reacciona y siento que no puedo seguir moviéndome sin saber que sigue conmigo, la dejo sobre el suelo tomando su pulso, mi cerebro lo grita cada vez más fuerte mientras insisto el encontrar alguna reacción pero eso no hace que quiera aceptarlo. No puedo sentir nada, ya no hay nada.

Conociendo lo prohibido ©️ (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora