Una promesa

579 119 19
                                    

—¡No te enojes, llévame contigo a Gusu!

La propia voz de Tang San lo hizo despertar sobresaltado; sus manos se aferraban fuertemente a la frazada que cubría su cuerpo y su corazón latía con rapidez. Esta solo era una de las muchas veces en que sus más grandes arrepentimientos salían a relucir a través de sus sueños, dejándole un enorme vacío en el pecho y una larga velada por delante. Sabía que esa noche ya no podría dormir, así que prefirió no pensarlo mucho y se dirigió a la habitación del lado para lavar su rostro con un cuenco de agua. Mientras las gotas escurrían de su piel, se quedó observando su reflejo, distorsionado por las pequeñas ondas que se formaban al impacto de cada gota.

"Todo sería mejor si estuvieras aquí ahora..."

Todos sus pensamientos se dirigían a una única persona y el anhelo de que estuviera a su lado. Secó su cara, tomo un abrigo y pasó junto a la habitación de su padre, la cual destilaba el característico olor del licor que siempre rodeaba a ese viejo obstinado, casi como si se hubiese convertido en su propia aura. Viendo que las posibilidades estaban a su favor, se escabulló de su casa, en dirección hacia donde residía Xie Yun. A diferencia de su vida pasada, esta vez Xie Yun no poseía un riguroso horario de sueño, de hecho, eso no era lo único que había cambiado... Muchos de sus hábitos actuales tenían ciertas semejanzas al descuidado comportamiento de Wei Ying, como si en su vida actual hubiese decidido desligarse completamente de aquella prisión que vivió antes, optando por una actitud más atrevida y despreocupada... En efecto, tal vez esa era la razón por la que siempre pareció que Lan Zhan odiaba a Wei Ying: El deseo de poder ser tan libre como él, al punto de poder renunciar a todo por seguir sus propios ideales.

Tang San estaba tan solo a unos metros de llegar a la residencia de Xie Yun, cuando de pronto una melodía familiar atravesó sus tímpanos. No era una canción que reconociera como tal, pero sí lo suficiente como para poder seguir su ritmo. Se acercó un poco más, quedando en un punto ciego, pero que le permitía observar el lugar de donde provenía la melodía; tal como esperaba, se trataba de Xie Yun, sentado sobre el tejado tocando su flauta, acompañado de una pequeña jarra de lo que parecía ser vino. Conforme escuchaba cada nota, su pecho cada vez se sentía más oprimido y su mente estaba confundida... ¿De dónde conocía esa melodía? Era como un recuerdo lejano y ajeno, pero que a la vez se mantenía lúcido e intacto, como si fuese algo realmente importante. Estaba a punto de salir de su escondite, cuando de pronto...

"¡La cueva de la bestia XuanWu!"

Tang San estaba seguro de que era la canción que Lan Zhan le cantó a Wei Ying en esa ocasión. Se esforzó por concretar sus recuerdos y ahora no tenía dudas de que estaba en lo correcto. A pesar de que solo la escuchó una vez, posteriormente se convirtió en una de las principales melodías que utilizaba para apaciguar a los cadáveres feroces, ya que resultaba bastante efectiva para esta tarea, por lo que podría reconocerla con tan solo un par de notas. La única pregunta que rondaba su cabeza era, ¿cómo Xie Yun conocía esa canción? Era casi imposible que la conociera por simple casualidad, ya que en esta vida no parecía haber rastros de ella, como para considerarla popular... La posibilidad más cercana, era que Xie Yun hubiese estado mintiendo todo este tiempo y en realidad sí recordara su pasado, pero de ser así, ¿por qué le había mentido a su amigo...?

•••••••••••••••••••••••••••

A la mañana siguiente, Tang San tenía un par de oscuras ojeras bajo sus ojos, mientras Xie Yun se veía tan lozano y fresco como siempre. A decir verdad, su rostro era bastante atractivo; sus rasgos estaban perfectamente equilibrados y siempre tenía un aire juguetón que irradiaba una cierta alegría. Era como si un solo vistazo bastara para contagiar esa vivacidad juvenil que lo caracterizaba, sin embargo, en esos momentos lo que más atormentaba la mente de Tang San, era la inquietud que aquella melodía había desencadenado en su corazón la noche anterior. Xie Yun había estado hablando desde que abandonaron uno de los locales cercanos, pero su mente estaba tan saturada de sus propios pensamientos, que ni siquiera podía prestar atención a lo que decía. Observó cada movimiento de sus labios, intentando comprender lo que pronunciaba, pero sus oídos parecían sordos y su pensar cada vez más sonoro. Xie Yun se percató de ello y lo miró confuso, dedicándole una sonrisa tranquila.

—¿Está todo bien?

Tang San aletargó sus pasos y preguntó sin rodeos. —Xie Yun... ¿De dónde es la canción que estabas tocando anoche?

La sonrisa de Xie Yun se desvaneció en un instante, mientras una incógnita atestaba su mente.

"¿Cómo me escuchó?"

Su lenguaje corporal denotaba cierto nerviosismo, tal como si de un criminal descubierto se tratase. —Ah... Solo es una canción que escuché por ahí.

Claramente esa no era una excusa válida y la intriga de Tang San estaba al límite, como para esperar a que Xie Yun confesara voluntariamente. —Yo... Reconozco esa canción de mi vida pasada.

—De tu... ¿Vida pasada...?

—Así es. —A diferencia de Xie Yun, en ese instante la presencia de Tang San era firme e imponente. —¿Realmente tú aún no has recordado la tuya?

Un largo silencio se interpuso entre ambos, hasta que la voz de Xie Yun lo desplazó con convicción. Sabía que ya no tenía escapatoria, negarlo sería inútil. —No planeaba decírtelo... Pero sí, ya lo hice.

Tang San se congeló al escuchar aquellas palabras, las cuales derribaron la aparente firmeza que había mantenido hasta entonces, reemplazándola con duda y desesperación. —¿Hace cuánto fue? ¿Por qué no querías decirme?

—Había muchos riesgos... Solo quería protegerte...

La resignación casi podía palmarse en las palabras de Xie Yun. El criminal estaba confesando su delito y Tang San aún no parecía ser capaz de procesarlo por completo. Siempre tuvo una pequeña corazonada de que Xie Yun sabía más de lo que profesaba, solo que no hallaba un motivo para que ocultara la verdad, pero ahora que estaba allí admitiéndolo, realmente no sabía cómo reaccionar. Una pequeña parte de Tang San se sentía traicionada, pero la mayor parte estaba cegada por una inminente sed de curiosidad, que necesitaba ser saciada con la verdad, sin importar lo que fuera.

—Lo recordé hace seis años.

—¿Seis años...?

Xie Yun asintió en silencio, apartando la mirada.

—Entonces... ¿Todo este tiempo me has reconocido?

—Sí.

Tang San recordó el extraño comportamiento de Xie Yun el otro día en la biblioteca, el cual ahora tenía una clara explicación. Sin embargo, el hecho de que Xie Yun hubiese actuado de esa forma, significaba que estaba al tanto de todas las consecuencias que implicaba el recordar... Incluso podría tener un mayor conocimiento en ese ámbito en comparación a Tang San, ya que uno llevaba seis años cargando con ese peso, mientras el otro apenas tenía unas cuantas semanas.

—¡¿Y aún sabiendo los riesgos te quedaste a mi lado?!

Xie Yun volvió a centrar su mirada en Tang San; sus ojos estaban levemente cristalizados y sus labios estaban apretados al punto de empalidecer.

—Una vez te perdí, no pienso permitir que vuelva a suceder. —Ambos sabían el dolor que albergaban esas palabras, además de que sus ojos lo reflejaban. —Sin importar lo que pase, esta vez me quedaré a tu lado.

Tang San se quedó sin aliento, todo a su alrededor se detuvo y Xie Yun se convirtió en el centro de su completa atención. En ese instante, cualquier sentimiento de traición y desconfianza desapareció por completo. Se acercó uno, dos, tres pasos, hasta quedar a tan solo unos centímetros de su rostro, lo suficientemente cerca para que sus susurros fueran escuchados por Xie Yun.

—Yo tampoco me alejaré de ti esta vez...

Una sonrisa se esbozó en el rostro de Xie Yun y parecía como si sus lágrimas estuvieran por derramarse. Tang San se percató de ello y se abalanzó sobre Xie Yun, ocultando su rostro en su hombro mientras acariciaba suavemente su cabello.

—Intentaré hasta lo imposible por permanecer a tu lado, es una promesa.

Reminiscencia (Finalizada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora