Una chica se muda a un pueblo de Canadá, llamado Mason Hill. Intenta tener una nueva vida, tener un cambio, pero no uno inimaginable. Ese insignificante pueblo, resulta ser más interesante o tal vez peligroso de lo que alguien se puede imaginar. Per...
Habré escrito millones de veces este capítulo, inconforme de como me quedaba. Y aunque todavía lo estoy un poco... acá se los dejo :)
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Medio año pasó de lo de la última vez.
Seis meses que estuvimos alertas a cualquier situación.
Seis meses alrededor de miles de hechizos de protección.
Seis meses en donde nos vimos obligados a pelear cientos de veces con quienes nos atacaban.
Seis meses cargando con muertes de lobos, brujos, vampiros y demás especies que querían evitar que se cumpla la predicción.
Seis meses que se hicieron eternos y parecieron un infierno.
Pero pudimos seguir, supimos mantener la fuerza para hacerlo. Porque acá estamos, en pie todavía.
Alguien toca la puerta, sacándome de mis pensamientos, y la abre.
—¿No bajas a comer?—me pregunta Ryan.
Niego y le doy mi más grande intento de sonrisa.
Se acerca a la cama y se sienta al lado de donde estoy acostada.
Está preocupado. Cada cosa de él me lo demuestra. Está preocupado por mí.
—¿Estás bien? Ayer no comiste nada tampoco y te la pasaste encerrada en la habitación—posa una mano en mi frente—. ¿Estás enferma? Nosotros no nos enfermamos.
—No lo estoy, me encuentro bien, ¿si? No es nada. Solo no tengo el mismo hambre que antes—me encojo de hombros.
—Deberías comer más. Estas súper pálida y tenes ojeras muy marcadas.
—Estoy comiendo, Ryan, solo que no me ves. Pregúntale a Amy, ella te va asegurar que lo hago.
Me queda mirando. Hay desconfianza en su mirada, tiene miedo.
Lo tomo del cuello y hago que baje la cabeza para besarlo.
—¿Son las pesadillas? ¿Volvieron con más frecuencia?—me pregunta, observando cada sector de mi rostro para detectar algo que me delate.
Después de aquella vez, con todo lo de Abril, Josephine, Lucius... No podía dormirme, tenía que tomar pastillas para lograrlo. A veces simplemente sucedían mientra estaba despierta, imaginándome llena de sangre o viéndolos.
Intente ocultarlo por un tiempo, para no preocupar a nadie. Pero llego un momento que me supero, sucedía a cada minuto, y exploté, ahí fue cuando le conté a Ryan.
—Siguen, pero muy poco—era verdad, no mentía en eso. Ya casi empezaban a desaparecer.
—No te cierres a mí, Kyla—me ruega.
—No me cierro, lo prometo.
Hace una mueca y después de un rato en silencio, asiente y se levanta. Antes de cruzar la puerta se voltea a verme.
