—Se pueden hacer mil sortijas más como esa, tengo muchas casas pero esta en particular ni siquiera me interesa, se la dejé a Lisa, y mi mujer es Vanessa, metete eso en esa cabezita.

—Pitt.

—¡Sal Diana! No pasará nada entre nosotros si así no lo quiero, pero eso ya lo sabes.

—Esa noche lo hiciste.

—Estaba borracho y muy tonto, eso causa el alcohol en exceso.

Se lleva las manos hacia la cara cubriendo su rostro, puedo percibir la frustración que la aborda, no me interesa, tal vez creyó que realmente esto funcionaría, ya no sé cuantas veces he repetido que es un matrimonio forzado que nunca lograría nada en mi y necesito que ya de una vez por todas lo entienda.

—Te amo, Pitt.

Me muevo hasta la puerta abriéndola, si no sale ella lo haré yo, ya he tenido mucho de esto, dónde está el maldito botón para apagarla de una vez por todas.

—Te amo—repite entre lágrimas, lo que me faltaba con el estómago irritado que me cargo.

—Tengo cosas que hacer.

—¡Siempre tienes cosas que hacer! Si no es una es la otra? ¿Y yo? ¿Dónde quedo yo?

—Pareces desquiciada.

—¡Ven a la cama Pitt!—comienza a desnudarse dejándome ver la lencería que lleva.

Esto no podría ser más denigrante.

—Diana—intento detenerla incluyendo sus intentos de besarme—mírame, eres una mujer hermosa, no te hagas esto, soy dinamita y tú agua, entiende que necesito el fuego que al final encienda esta pólvora y esa nunca has sido tú.

—Tampoco lo es ella.

—Esa es mi decisión.

Recojo su ropa del suelo y la cubro con la sabana metiéndola a la cama, me iré a otra habitación, de nuevo, ella insiste en no dejarme y empieza jalarme junto a la cama, la detengo, se pone de pies y camina gritando por la habitación terminando por perder el control.

—Eres un maldito miserable hipócrita—me lanza uno de mis zapatos—Te odio Pitt Lennox—se va hasta el gavetero—Después de todo lo que he hecho por ti tienes que amarme yo...

La tomo del brazo sacándola hasta el pasillo, cierro la puerta dejándola sola con su inestabilidad, entro directo al baño con todo dándome vueltas.

Cierro la puerta y aún así puedo escuchar sus molestos gritos.

En definitiva una noche larga me espera.

•••••

Dahiana no es estúpida y sabe lo que le conviene, estoy seguro que su resistencia no será duradera una vez le presente algún acuerdo que le interese, por otro lado, la del problema será su hija y su maldita obsesión, Felipe no dejará que las cosas sean como yo las quiero por lo que hace tiempo que lo dejé atrás, los planes que tengo para él y Matilde son la cereza del pastel.

Es imposible que no termine ensuciándome las manos.

—¿Qué haces aquí?—lo veo al entrar a la oficina cruzando sus piernas sobre mi silla.

—Paseaba por los alrededores y pensé porque no venir y saludar.—me da una sonrisa.

El color de sus ojos y rizos rubios me traen recuerdos vivos como positivos.

Conociendo lo prohibido ©️ (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora