Capítulo 1

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Sábado, 13 de octubre de 2020

—Que sí, que no te preocupes, solo voy a visitar a un compañero del instituto y regreso a casa, Mamá. — Dice Martín, hablando por teléfono mientras conduce.

— ¿A qué hora llegas?, para dejarte la cena preparada.

—Que no importa, de verdad, si se me hace muy tarde, pues cenaré algo por aquí en el centro de Madrid— dice Martín, suspirando y poniendo los ojos en blanco.

—Vale, ten cuidado, ¿hoy tienes el día libre no hijo?

—Sí, necesitaba aunque solo fuera un día para despejarme de tanto papeleo y caos en la oficina, te dejo que tengo que parar un rato de conducir que me duele un poco la vista — dice Martín, apartando el teléfono de su oreja y terminando la llamada con su madre, Mónica.

Cuando Martín finaliza la llamada, se dispone a parar en un estacionamiento de servicio para echar gasolina y estirar un rato las piernas. Puede llegar a observar detalladamente que el lugar no tiene las mejores calidades, salta a la vista por las ventanas sucias y la abundancia de basura que hay en uno de los laterales de la gasolinera. Éste se baja del coche y la primera impresión que tiene de la gasolinera es muy nefasta, pero no tenía otras alternativas, ya que no quedaban más hasta la entrada en Madrid.

—Hola, buenos días, ¿me puede dar el periódico de hoy por favor?— dice Martín, mientras frota sus manos para entrar en calor.

—Para las chorradas que pasan aquí en Madrid mejor ni leerlo, pero bueno, si insistes— dice el cajero, ofreciéndole el periódico de malas maneras.

Martín ignoró las palabras del dependiente porque se quedó sin palabras y aturdido con la primera noticia que llega a leer:

"Joven profesor del Internado Goya, es hallado muerto en dicho lugar"

Se pudo incorporar pero se le saltaron las lágrimas porque tenía el presentimiento y la certeza de que la advertencia de su amigo era más preocupante de lo que imaginaba. La tensión y el terror se distribuían por su cuerpo más rápido que la pólvora.

El dependiente de la tienda se quedó mirando con mucha rareza a Martín y éste le dijo:

—Oye, chaval, si vas a estar aquí tienes que consumir algo.

—Póngame un café solo— dijo Martín, con una mirada seria y penetrante hacia el dependiente.

— ¿Sabe usted algo sobre el internado Goya de aquí de Madrid?— le pregunta al cajero, mientras retira de sus manos el periódico.

—Niñatos pijos y gente con mucho dinero, ese internado lleva ahí poco después de la Guerra civil, hay gente que afirma que en el subsuelo hay restos de joyas importantes de los años mil novecientos treinta y nueve aproximadamente, pero no puedo confirmarlo — dice el cajero, levantando ambas manos.

—Bueno, gracias señor, pero creo que voy a seguir con lo poco que me queda en carretera para llegar.

— ¿Porqué tanto interés en ese estúpido internado joven?

—Soy policía, creo que se ha cometido algún accidente y necesito llegar, un antiguo compañero mío del colegio trabaja allí y me ha pedido que viniese.

El dependiente se queda mudo cuando Martín le dice dicha palabra, pues sabe perfectamente que su comportamiento no ha sido del todo agradable. — Bueno, chaval, esperemos que no sea nada, tenga cuidado.

—Gracias, que tenga una buena mañana.

Arranca el coche, enciende el navegador y se pone rumbo al lugar. Visualiza la carretera y observa que hay un inmenso atasco antes de entrar en la ciudad más famosa de toda España, en ese largo periodo de espera, a Martín le vienen recuerdos de su adolescencia en el Delta.

Desenmascarando el pasadoTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon