Ahí fue que envío a investigar a su guardaespaldas de cabecera: Ace Copular.
—¿Y que encontraste?
Era todo un ninja, un tipo con una forma de ser bastante camaleónica; primero un hombre rudo, y luego uno amable.
«Una joyita» según la japonesa cada vez que lo pensaba.
—Murdoc Faust Niccals, treinta y cinco años, dueño de cinco empresas, entre ellas dos de licores, una fantasma y dos de construcción
—¿Multimillonario?
—El hijo de puta se ahoga en billetes
Y eso no era todo. Ace se puso a investigar como si de un objetivo de tiro se tratara. Una presa.
De algún lugar el masculino sacó un folder amarillo dónde tenía de todo: Fotos, direcciones, documentos y algo que él dueño de toda esa información intento borrar, su pasado.
—Según lo que encontré, nació en Stoke-on-trent, pero su padre lo abandonó en un orfanato en Londres, no duró mucho ahí —Entonces fue que empezó a hojear el pequeño portafolio.— Según esto, solo dos semanas, aparentemente fue adoptado por su propia madre, una jugadora casi adicta de casinos... Pero la perra tenía suerte
—Asi que de ahí sacaba el dinero y lo invirtió...
—En empresas de licor
—Nada mal
—¡Y hay más!
Murdoc era ahora totalmente transparente para Noodle, quién ahora se podía dar a sentir meramente poderosa. El hijo de puta tenía esposa, tenía lujos y podía comprarse el país si quería.
Pero era un jodido gay de closet.
Esta misma historia fue manejada a su voluntad para hacerse desaparecer de registros, de cualquier cosa que tuviera su nombre.
Era un fantasma.
Pero por su parte Stuart, después de cinco meses de ser su pieza favorita del catálogo, y de que él fuera su primer y único cliente también sabía bastantes cosas que su supuesta jefa y su guarda espaldas apenas leían.
Murdoc no solo iba a tener sexo con él, y nadie más que ellos dos lo sabían.
Desde "¿Cuando es tu cumpleaños?" Hasta "¿Cómo te fue hoy?" Eran las preguntas que se hacían cuando la jornada entre caricias e intromisiones se interrumpía por una de secretos y chismes.
O por una biografía detallada de ambos.
Los besos entre pequeños hilos que acabarían en lágrimas dejaban ver qué tal vez, ya no era solo una relación cliente-empleado.
Era algo más íntimo.
Su esposa a penas sabía de dónde era originario su cónyuge, cuál era su comida favorita o su color preferido.
Nada.
«Aquella perra no sabe nada»Se decía a solas el peliazul cada vez que se duchaba o sentía las manos ajenas resbalar por su cuerpo.
Con cada suspiro en el oído.
Cada mordida.
Cada beso.
Y era que conforme más pasaba el tiempo que se le antojaba decirle que dejara todo y se largaran a algún sitio apartado del mundo.
Y lo hizo.
—Jamaica podría ser buena, no hace ni tanto frío, ni tanto calor —Le llegó a sugerir el pelinegro, tentado.
Pero a la vez acorralado por no saber tomar decisiones.
Stuart sereno al lado suyo solo esperaba la noche en la que llegara con una sonrisa y le dijera que ese sería el comienzo de su vida juntos.
—Jamaica... ¿Es lindo por allá?
—Oh por supuesto, hay playa. Pero no cualquier playa, no como las de aquí. Son tan lindas y atardeceres preciosos —Contó perdido en recuerdos.—Casi como tú
Se quedaron en un corto silencio y terminaron por reír, despedirse y hacerse un cumplido a la hora de volver a verse con la ropa puesta.
Cómo cada noche, hacia cinco meses.
![Wrong Number [Studoc•]](https://img.wattpad.com/cover/258968647-64-k418407.jpg)