— ¡Si, vete al carajo!

— ¡HITSUMI! —ser exaltó la castaña, estallando en carcajadas a la vez que giraba a verla por la ventana del conductor y solo notaba como la menor sonreía orgullosa de sus palabras. Pero la adolescente no hizo más que agrandar su expresión de asombro.

¿Carajo? ¿¡CARAJO!? Repitió el azabache en su mente, mientras una vena se le marcaba en la frente y un tick nervioso dominaba su labio superior dejando a la vista uno de sus colmillos, pero el sonrojo notorio en sus mejillas seguía allí.
Los alumnos amontonados en el exterior se encontraban comentando entre sí sobre la situación, y el chico no podía sentirse más avergonzado. Solo se apresuró en llegar al asiento del copiloto sin quitarle la mirada de encima a Yashiro, quien ya se preparaba para el golpe que le llegaría.

A bientôt salope~ —se despidió Yashiro, sacudiendo su mano vagamente con su perfecta pronunciación francés, mientras la puerta del copiloto se cerraba abruptamente sacudiendo el carro.

Las ventanas del carro subieron. La azabache quedó boquiabierta totalmente avergonzada en su lugar, mientras ciertos alumnos a su alrededor se avergonzaban de su comportamiento rastrero hacia alguien que ya se encontraba demasiado ocupado como para prestarle atención.
Los alumnos, conociendo lo intimidante que Nakerama Takeshi podía llegar a ser, no se molestarían en preguntarle directamente si aquella pequeña trataba de su primogénita o no, por lo cual el rumor quedaría allí, en el aire.

— Explícate —fue el pelinegro, recalcando su palabra con sus dientes rechinando, su mandíbula tensa, la vena marcada en su frente, mientras el color de sus mejillas poco a poco volvía a la normalidad.

— ¿Explicar qué? —devolvió Yashiro con un semblante inocente, aún masticando molestamente esa goma de mascar mientras su mirada se encontraba fija en frente.

— ¡No te hagas la estúpida Ryōmen! ¿¡Puedes siquiera ver con esos lentes!? —aunque por un momento comenzó a preocuparse más de la castaña al volante que la situación de vergüenza hace unos minutos—. ¡Hitsumi! —la nombrada se exaltó cuando su hermano mayor giró a verla rápidamente, traía un ceño fruncido y una clara mueca de molestia, pero esta no asustaba demasiado a la menor que era indiferente al comportamiento enojón de su hermano—. ¿¡Donde aprendiste esa palabra!?

— En... —la pequeña alzó su mirada al espejo retrovisor interno, por donde Yashiro ya se encontraba mirándola, y le guiñó uno de sus verdosos ojos—, la televisión —completó, pero solo notó como su hermano alzaba una ceja sin creerle en lo más mínimo. ¿¡Para que pregunta algo si ya sabe la respuesta!?

— ¿Si? Pues estoy seguro de que eso no lo aprendiste en la televisión —recalcó, mirando directamente a Yashiro, quien no les prestaba atención y solo mantenía una despreocupada sonrisa en su rostro—. ¿¡Y qué demonios fue eso de papi, eh!? —entre alzó, girando esta vez hacia Yashiro, mientras el sonrojo en sus mejillas volvía rápidamente ante dicha palabra.

— ¿Hoh? ¿Qué tiene de malo? —rió la mayor, mientras giraba el manubrio y su mirada bajaba por las calles de Tokio—. Acaso... ¿Avergonzado por recordar cuando te llamaba así durante las noches que-

— Cierra la puta boca, Yashiro —interrumpió el muchacho, colocando una mano en la boca de la mayor mientras bajaba la mirada aún más avergonzado.

¿Es que no podía tener ni un mínimo de consideración con la menor allí? Si, él sabía que ella era alguien que hablaría sin pelos en la lengua y sin preocuparse de quienes están a su alrededor a cualquier hora, pero ¡Por favor, estamos hablando de la presencia de una pequeña de seis años!

— Yashiro-san dijo que iríamos por un postre si le ayudaba... ¿Quién era esa chica Takeshi-chan? —preguntó con inocencia, mientras su piernas subían y bajaban sin tocar el suelo del carro.

(PAUSADA) The  firstborn | Jujutsu Kaisen.Where stories live. Discover now