UNA SIMPLE HISTORIA PARA CONTAR

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ella frustrada y enojada tomaba sus cosas para irse, mientras decía ya con voz triste que si no la amaba que se lo dijera y ella entendería, pues su único deseo era verme feliz aunque no fuera con ella, que mi silencio lo decía todo, le pregunté que a que se refería y me dijo que me había preguntado si había alguien más, si la conocía o era la misma persona que me enviaba las flores, que si por eso había estado tan distante en nuestras últimas citas, que sospechaba que algo pasaba porque llegaba tarde a casa, o cuando la detenía en los momentos que ella intentaba hacer el amor conmigo con el pretexto de estar cansada.

Y lo que más me dolió fue que ella se sentía no deseada ni amada como antes por mis acciones, que lejos estaban de eso, claro que me daba cuenta de sus cambios en el cabello, de su ropa, de su forma de coquetearme sólo a mí, solo con la mirada ya me tenía a sus pies, no saben lo difícil que fue no caer entre sus brazos y amarla como siempre, cuanto me moría por hacerle el amor, pero no podía por una razón muy poderosa, que me mantenía lejos de ella.

Quería pedirle que se casara conmigo, por eso llegaba tarde, por eso no podía estar con ella porque sabía que en el momento en que la mirara o tocara mis ganas de contarle mis planes saldrían y la sorpresa ya no lo sería, quería que fuera especial ¿saben?, siempre me había preguntado que si soñaba con casarme, pero siempre le decía que no creía en el matrimonio, que irónico después ahí estaba tratando de preparar la mejor forma de pedirle a esa hermosa mujer que fuera mi esposa, porque después de ese primer beso, después de ese primer te amo y esa primera vez donde ambas nos entregamos en cuerpo y alma me di cuenta con solo mirarla recostada entre mis brazos aferrándose a mi que la quería para toda la vida, me empecé a imaginar una familia a su lado, algo que antes para mí lo veía lejano e imposible.

Así que ese día solo me acerque a ella deteniendo sus manos entre las mías, acariciándolas y acercándome más a ella como si eso fuera posible, tomándola entre mis brazos de su cintura con un agarre fuerte porque me invadió de nuevo ese miedo a perderla por una estupidez y la tome encerrándola en un abrazo por demás necesitado por parte de ambas, acaricié su rostro y la besé como nunca, sintiendo por primera vez sus brazos en ese día, yo sentí que había pasado una eternidad, sintiendo en ese beso tanto amor, pero a la vez lo sentía como el último por parte de ella, hasta que nos alejamos para tomar aire.

Sin separarnos del abrazo junte su frente con la mía mientras trataba de quitar el nudo que se había formado en mi garganta para poder hablar, y explicarle que la amaba, que mis acciones eran por una razón por demás poderosa e importante. Ese día fue que mis planes de proponerle matrimonio cambiaron y fue más improvisado, pero que hasta la fecha ella me sigue diciendo que fue la mejor del mundo, aunque no fue como lo tenía planeado fue especial y hermoso, a pesar de lo que pasó antes el verla sonreír, sin dejar de mirar en su mano ese anillo que solo era una formalidad más para los demás, porque nuestra relación para nosotras tenía el valor de pasar el resto de nuestras vidas juntas e incluso después de esa.

Ante los demás ella sería mi esposa, mi mujer y yo la suya hasta que la muerte nos separara, pero como dije para nosotras iba más allá, así que ese día fue uno de los mejores y a su vez uno de los más tristes de mi vida, pero en el cual aprendí que las reconciliaciones sí eran lo mejor del mundo, esa discusión me enseñó a que no todo sale como queremos pero que pueden salir incluso mucho mejor, así es como llegó mi gran día, aquí estoy esperando a la que será mi mujer, aunque siempre lo ha sido y yo la de ella.

UNA SIMPLE HISTORIA PARA CONTAR (D&F)Where stories live. Discover now