Y es que la morena no había tenido mejor idea que asomarse a la ventana disimuladamente cuando escuchó un auto parar frente a la casa de la rubia.

no tenía ni puta idea de autos pero sabía que ese era antiguo y caro, y a pesar de eso estaba impecable. El color gris crema brillaba como si fuese nuevo.

Y de allí salió una mujer no muy alta, de pelo moreno brillante y rizado, impecable de pies a cabeza. Aunque (todo hay que decirlo) tenía una cara de borde que te cagas. Siquiera se volteó a ver la fuegoneta cuando bajó de su auto y se dirigió a la puerta de la casa de Alba pisando con determinación y elegancia cada uno de los pasos que daba en esos tacones altísimos.

Todo lo que llevaba puesto parecía valer más que la furgoneta de Natalia con todas sus cosas dentro.

La puerta se abrió y Ander y Olivia abrazaron a la mujer.

Era la famosa mamá.

La mamá de ese par de gremblings.

La ex mujer de alba.

Abrazó ambos pequeños que se despidieron de su madre y se metieron en el auto. Alba y ella hablaron por un par de minutos y la mujer se fue en su aunto con Olivia y Ander dentro de él.

nisiquiera sabía por qué se había sorprendido. 

Tal vez imaginaba a alguien más acorde a esa rubia, a la que había visto salir con una un peto gastado y un pañuelo en la cabeza, porque la rubia destilaba simpleza pero de la buena, porque solo en poco más de una semana había de charlas había visto en ella el tipo de personas que se ríen de las cosas pequeñas y que prefieren ver el lado positivo de las cosas.

Y tal vez esté prejuzgando a esa mujer al decir que parecía una tía con pasta que pasaba por encima a quien se le de la gana. Pero era la impresión que daba con la poca información que había oído de ella.

...

- más vale que respondas los WhatsApps hija de puta, que estabas desaparecida -dramatizó María mientras le daba un abrazo de despedida pues ya eran mas de ocho y maría tenía que recoger a santo de la casa de pablo. Por qué sí. El perro era de ambos y de hecho, tuvieron más problemas con la custodia del canino, que Alba y Claudia con la de dos humanos de tres años.

- oye, oye, oye. ¿Esa no es tu morena?- susurró al ver a Natalia subida en el techo de la furgoneta.

- ¿la del bar que decíais? No recuerdo haberla visto.

- que estaba cantando sobre el escenario Sabela ¿cómo no vas a verla?

- yo que sé, yo os estaba prestando atención.

- hetera tenías que ser -se quejó la rubia de pelo largo.- ¿como no vas a verla? si es guapísima y mide dos metros

- si que es guapa, la verdad... ¿cómo era? Natalia ¿no?

- ¡podéis dejar de hablar de ella que está frente a vosotras! -exclamó en susurros la más bajita.

- ¡Natalia! Hola- saludó María ignorando completamente la directiva de su amiga.

La morena giró a ver quién pronunciaba su nombre, limpiándose la frente brillante con el dorso de su mano.

Tenía su habitual camiseta de tirantes blanca cortada por encima del ombligo (alba estaba casi segura de que tenía varias iguales) y como siempre estaba repleta de manchas, esta vez de tierra.

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