La pequeña saltò de alegrìa diciendo en voz alta casi a gritos:

-¡Si! ¡pastel de manzana mi favorito!-

Me reì por un momento, era una niña muy tierna, ya habìa olvidado cómo se emocionan los niños a esa edad, tambièn sentì un poco de envidia hacia ella, por tener ese privilegio de emocionarse por las cosas màs simples, por aùn estar en esa etapa de la vida en la que sòlo debes preocuparte en jugar y que hay para comer. Esa etapa en donde la inocencia recorre cada parte de tu cuerpo.

Acompañé a Sindy mientras devoraba con entusiasmo su pastel de manzana, cuando terminò me lavè los dientes y còmo mi ropa aùn estaba sucia, me quedè con el vestido y me puse un suéter de lana. Observé los otros tres cambios de ropa y todos, incluyendo el que traìa puesto eran de mi talla, fue algo extraño, supuse que tal vez era coincidencia.

Salì de la habitaciòn en la que estaba y comenzè a recorrer el castillo, habìa muchas habitaciones, cuatro pisos, en el segundo, donde estaba mi habitaciòn, habìa una puerta al final del pasillo con el nombre de Sindy, me pareciò extraño, ¿ella vive aquì? , era una posibilidad, tal vez es hija de la reina o simplemente la considera parte de la familia como Marta lo era para mis padres y para mì. No me atrevì a subir al ùltimo piso, ese era el lugar de la reina y no querìa irrumpir en su espacio, eso serìa aprovecharse demasiado de su amabilidad. El patio, si es que puede llamarse así, era enorme, casi como un bosque privado. Habìa muchos guardias armados por todas las entradas, dejando de lado eso, el lugar era hermoso, arbustos enormes con flores de todo tipo, una casa del árbol de madera pero pintada de blanco con muchas decoraciones color rosado, varias bancas de mármol y una fuente hecha de este mismo material. De pronto sentí una especie de deja vù, como si ya conociera este lugar, pero eso es imposible, obviamente recordarìa haber estado aquì. No se porque tengo este tipo de sensaciones desde que llegué, seguramente no es nada.

De pronto, Sindy vino corriendo hacia mi:

-Aquì estàs, ¿y qué te parece el castillo?- su voz era amable y tierna.

-Es muy hermoso y tranquilo- Sonreì mientras miraba alrededor y luego a la pequeña- ¿y tù de donde vienes?-

-De mi casa del àrbol- Señalò hacia la direcciòn en la que venía.

-¿Esa casa es tuya?- preguntè asombrada

Sindy asintiò con la cabeza y sonriò, de pronto supe a quien me recordaban esa sonrisa y esa voz, a Marta, sentì algo de nostalgia al darme cuenta de eso, pero obviamente es algo imposible de que sea ella, de ser asì, ella tendrìa la misma edad que yo.

Ambas entramos nuevamente al castillo, fuimos a la cocina y la reina ya estaba ahí preparando algo para comer.

-Preparè galletas- Sonriò amablemente

-Gracias, su majestad- respondimos a coro

-De nada, es una pequeña merienda antes de la cena-

No se si es la sonrisa o la amabilidad de esta mujer la que me hace confiar en ella, por alguna razòn sentìa que podía confiar en la reina Blanca y que este lugar era el màs acogedor en el que he estado en mucho tiempo.

Después de la merienda, Sindy fue a jugar a su habitaciòn y yo ayudè a la reina a preparar la cena. Estábamos cocinando pollo en salsa Barbacoa con papas fritas y una mayonesa casera, mi plato favorito desde los seis años excepto por la mayonesa casera, nunca la he probado, hace mucho tiempo que no comía este plato en específico.

Mientras cocinabamos ella hablò primero:

-Que linda tu pulsera- señalò mi muñeca izquierda- ¿La tienes hace mucho tiempo?-

-Si- respondì amablemente pero con un toque de melancolìa- la tengo hace un par de años

Es una pulsera rosada que compré hace mucho

-¿Se puede saber quien te la regaló?-

-Nadie, yo la comprè -

-No sabìa que te gusta el rosado-

-Bueno, de hecho no, prefiero màs el azul-

-Supongo que tu amiga te lo recomendò-

-No...ella desapareció hace mucho tiempo...- pude sentir mi voz apagándose mientras lo decía, ya no podía ni siquiera fingir una sonrisa, nunca había dicho esas palabras en voz alta.

-Oh.... lo siento- respondiò con dulzura y làstima- ¿puedo preguntar còmo pasò?-

-Bueno... ni siquiera sè còmo pasò... - mi voz comenzaba a entrecortarse- de repente estábamos jugando en el parque cerca de casa... luego ya no estaba- respirè hondo para no llorar, debìa contener las làgrimas, pero cada vez que lo menciono no puedo evitarlo.

-Lo siento mucho- su voz sonaba compasiva y sincera, lo sè por que con los años me volvì experta en detectar cuando alguien de verdad lo siente y cuando sòlo lo dicen por educaciòn.

Respirè hondo y con una sonrisa forzada respondì:

-Esta bien, de todas formas tambièn tengo recuerdos buenos, còmo por ejemplo, muy pocas veces la llamè por su nombre real, a ella le gustaba mucho el nombre Sindy, asì que siempre la llamaba asì, de hecho Sindy me recuerda mucho a ella (refiriéndome a la niña con la que habìa llegado al castillo)-

La reina Blanca sonriò de la nada, pero no era una sonrisa malvada o malintencionada, era amable y algo tranquilizadora.

-Mañana iremos a los pueblos para que conozcas a su gente y depuès entrenes para la batalla que se aproxima, también, cuando estés lista conocerás el porqué estàs aquì- Su voz sonaba alegre y optimista.

Definitivamente mañana será un día largo.

En el bosqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora