- Se me pasará – bebí un poco. – Todo pasa, ¿no?

- Eso dicen – me pasó la mano por la espalda para intentar reconfortarme aunque seguramente nada podría hacerlo. - Me encontré con ella antes de ayer.

- ¿Y cómo la viste?

- Triste... no como debería estar una chica a dos días de su boda.

- Va a cometer un error. – volví a beber.

- ¿Y tú no vas a hacer nada?

- ¿Qué puedo hacer? No quiere hablar conmigo y la boda es hoy.

- Ella no quiere hablar contigo pero tú sí que quieres hablar con ella.

- Ya... ¿y?

- Pues que si ella no viene a hablar contigo... tendrás que ir tú. Si una no cede tiene que ceder la otra.

- ¿Cómo voy a ir yo? Ni siquiera estoy invitada a la boda.

Gracias a Sara. 

- Hija, también dicen que en el amor y en la guerra todo vale. – le miré confundida. – Si esa chica con la que está puede jugar sucio, ¿por qué tú no?

- No te sigo.

- Tienes que pelear por Amelia, agotar todas las posibilidades.

- ¿Qué quieres que haga? ¿Que me cuele e interrumpa la boda? – dije como si fuera una barbaridad pero mi padre asintió. - ¿¿Papá?? ¿Estás hablando en serio?

- Totalmente en serio. Es eso o lamentarte el resto de tu vida por no haberlo intentado, ¿qué prefieres?

Las palabras de mi padre resonaron en mi cabeza.

- Hija, Amelia no es feliz con esa chica y te lo dice tu padre que ya tiene mucha experiencia en estos asuntos.

- ¿Tú crees?

Pensaba que eso era solo impresión mía porque quería convencerme de que Amelia me prefería a mí.

- Está clarísimo – afirmó. – Yo si quieres te acerco al sitio.

- ¿De verdad harías eso por mí?

- Pues claro que sí, hija. – miró el reloj. – Tienes tiempo de ponerte guapísima para que cuando te vea se quede con la boca abierta.

Por primera vez desde que me levanté, o más bien desde que Amelia salió corriendo del King's después de nuestro beso, sonreí con sinceridad. Mi padre deseaba tanto como yo que las dos acabáramos juntas y no solo porque se llevara a las mil maravillas con ella, ya me había dicho muchas veces que nunca me había visto así de radiante con nadie.

- Voy a luchar – dije levantándome del taburete.

- Esa es mi niña – me abrazó y me dio un beso en la cabeza.

Abrí el armario decidida a ponerme ese vestido con el que Amelia me vio cuando nos reencontramos en aquella fiesta y que por su reacción deduje que le había encantado.

- ¿Luisi? – escuché a mis espaldas y me giré siguiendo aquella voz que me resultaba tan familiar.

- ¿Amelia? – dije sin creerme que estuviera allí. - ¿Qué haces aquí?

- Es una historia un poco larga... pero bueno, ¿qué pasa? ¿no me vas a saludar?

Abrió los brazos y yo me acerqué para darle un abrazo y no fue hasta ese momento que me di cuenta de cuánto los había echado de menos. Ya estaba ahí otra vez ese escalofrío, ese no se qué en el estómago que creía haber superado y que me provocó tanto satisfacción como desasosiego.

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⏰ Last updated: Jul 07, 2023 ⏰

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