These Things Take Time

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Estar en la misma habitación implicaba demasiada tensión. Sinceramente no recordaba exactamente cuando fué que la situación comenzó a entumecerce y naturalmente a rezagarse.

Supuso que el ambiente no ayudaba en lo absoluto. Su apartamento era desoladoramente desordenado y su gato maullaba como desesperado desde el otro sillón. Posiblemente estaba en celo, posiblemente estaba también aterrorizado de cuan largo podía ser el incómodo silencio entre dos personas.

Por lo general sucedía pasadas las once de la mañana cuando el tráfico escolar se deshacía y el ruido ambiental de la tarde aún no llegaba.

Era torpe, tardío y bastante bastante inquieto. No sabía si es que su aura de intranquilidad se contagiaba hacía Bernard, posiblemente sí, quien sabe. No veía muchos cambios en su comportamiento. Naturalmente era un poco serio, muy retraído cuando tenía la guitarra entre las manos, metafóricamente se hundía en su mundo.

A Brett le hubiese gustado poder lograr lo mismo; perderse entre las letras y el bolígrafo en su libreta color menta. Se sintió absurdo con ella. Se negó rotundamente a la inercia de comenzar rayones en la última página durante el aburrimiento provocado por los espacios vacíos entre él y Bernard.

A pesar de la leve incomodidad que podía sentir hacía ella le gustaba tenerla como una pertenencia bien arraigada; jamás había podido costearse una durante sus años como estudiante, al menos no del tipo elegante y enseriada, del tipo que un adolescente jamás elegiría por ser demasiado "aburrida". Bueno, él la quería.

La siguió queriendo hasta el último semestre de universidad estudiando Bellas Artes. Así que una vez compartiendo los gastos del departamento con Justine y concluyendo los últimos documentos para su transferencia universitaria hacia Arquitectura fue muy coherente al fin obtenerla. Había elegido el color por qué le recordaba a uno de los vestidos que su hermana solía utilizar en los domingos familiares.

Desde el primer día siempre estuvo guardada en el primer cajón de su cómoda, justamente dónde guardaba sus camisetas. Justine solía decir que no hacía falta utilizar bolsos de mano y aretes de acero inoxidable para sacar a relucir su faceta más femenina, también lo hacía mientras utilizaba camisas. Ni siquiera las corbatas podían ayudarlo según ella y su perspectiva. Solamente lograba neutralizarlo cuando vestía camisetas con estampados geek, tal vez de alguna película antigua de ciencia ficción o el logo tipo de una banda de los ochentas. Bueno, sentía que ella tenía razón, pero jamás intentó actuar a voluntad de ello. Le gustaban las camisas blancas o a rayas delgadas que su madre había hecho para él cuando recién había salido del nido y ella estaba tratando de procurarlo a la distancia. Estaban los aretes, luego, su obsesión por los anillos bohemios y collares de fantasía estaba en punto de ignición.

Tenía tal aspecto mujeril y si así lo hacía, bueno, ¿que con eso?

-Necesito utilizar el sanitario, ¿hay algún problema?

Bernard y su voz apacible lo sacaron de su problema. Inmediatamente negó con la cabeza.

-El único problema es que deberías dejar de pedirlo. Enserio, puedes hacer lo que quieras, por mi no hay problema, y dado que soy el único que vive aquí, pues...

-Es inercia, trabajaré en dejarlo, lo juró -se río torpemente mientras caminaba hacía el baño. Agachó la cabeza hacia el piso en lo que Brett creyó que fue un ataque minúsculo de vergüenza.

Bueno, ahora era él quien estaba avergonzado. Tenía ya unos pocos años pasando el rato en compañía, siempre concluía en que el inicio fue fácil, las cosas fluían y tanto él como Mat estaban fascinados con Bernard y su guitarra cereza. Él solía decir que era una copia emocional de una Gibson Les Paul de Harrison apodada Lucy. Bien, Bernard no era un fan fijó de los Beatles, estaba obsesionado por los Smiths, y Morrisey tenía una tonta aversión por los Beatles. Jamás comprendió por qué exactamente hizo tal comparación.

Amyl Nitrate Where stories live. Discover now