—Mantén las rodillas dobladas—Me pide y sus estocadas son tan fuertes que se siente totalmente diferente, muerdo el cobertor para evitar dejar salir lo que siento, su jadeos ahogados me prenden, el roce de mis pezones con la sabana y lo profundo que lo deja estar esta posición es diferente a todo lo que hemos hecho.

La fricción empieza a enloquecerme junto a los embates, comprime mis muslos y busco permanecer sobre la cama sosteniendo la sabana que empieza a dejar el colchón, suelto un gemido cuando lo saca y vuelve y lo entra despacio, me desespera que haga eso y lo sabe.

Lo saca otra vez rozándolo entre medio de mis glúteos una y otra vez, siento lo que quiere hacer así que no le doy el gusto y busco levantar mi trasero para que vea que no tengo miedo, lo escucho reír con malicia y ese morbo que solo él se carga volviendo a rematarme cuando regresa a mi sexo, percibo la electricidad recorriéndome mientras me lleva cada vez más cerca de la cima.

Jadeo junto a él cuando me avisa lo que ya sé.

Descansa dejándome libre, subo bien a la cama llegando cerca de las almohadas y él da la vuelta con la vista puesta en mi.

—¿Qué quieres hacer?

Me pregunta y lo único que llega a mi mente es la ilustración del cuarteto, pero claro, solo entre él y yo, así que no digo nada y lo atraigo hasta encima la cama haciendo que se acueste, tomo su miembro ubicándolo en mi húmeda y fresca entrada, me siento lento sobre el dándole la espalda, mientras  la sensación de mis piernas al estar dobladas no es la más cómoda del mundo pero mi sexo y todo mi cuerpo me pide esto, él se ríe y me inclino un poco hacia delante sosteniéndome de sus piernas antes de empezar a moverme, no soy una profesional pero no creo estar haciéndolo mal, Pitt sostiene mis senos y los aprieta como le gusta mientras a mi me encanta lo que estamos haciendo.

Me muerdo los labios y cierro los ojos ante lo rico de la sensación que se detalla en mi sexo, la intimidad de su miembro en mi es exquisita, tanto que no tengo intención de controlar mis gemidos.

A diferencia del inicio ahora soy libre de moverme a mi gusto y lo disfruto.

Sus brazos rodean mi cintura y siento como su pecho se a pegado a mi espalda, él se impulsa hacia delante obligándome a quedar sobre mis rodillas.

—Coloca tus manos en el piso.

—¿Qué quieres hacer?

—Hazlo Vanessa, yo te apoyaré.

Al estar de rodillas puedo ver el piso claramente y la distancia a la que estoy, no lo pienso mucho al sentirme confiada en él y que no me dejará caer así que me inclino hacia delante mientras me sujeta con fuerza de la cintura hasta que por fin mis manos llegan al suelo, el peso de mi cuerpo recae en mis brazos, Pitt se acerca más manteniéndose en mi y finalmente se sienta sobre la orilla de la cama.

Sus piernas permanecen abiertas y él jalándome de la cintura haciendo que las mías estén alrededor de sus caderas en la cama. El cabello me cae de ambos lados de mi cara y el sudor recorre mi espalda.

No recuerdo haber visto esta posición.

Mi sexo hierve con cada uno de sus movimientos, intento acostumbrarme y Pitt continua atrayéndome hacia él, trato moverme pero es casi imposible en esta situación, suelto un gemido entre la tremenda nalgada que me suelta, lo escucho reír y me esfuerzo en mantenerme sobre mis brazos.

—Déjame oírte doncella, quiero escuchar tus gritos, deja que tu rey los oiga.

Me muerdo los labios con las corrientes de placer que empiezan a recorrerme.

—No te ahogues en ellos Vanessa.

—Hazlo otra vez—musito en un leve jadeo.

—Vamos doncella—El contacto de su palma en mi nalga por segunda vez es mucho más agresivo que el primero, el gemido es incontrolable, siento la humedad salirse, sus estocadas continúan siendo energéticas, lo profundo que alcanza su miembro a estar es irreal, la completa sensación de llenura me abarca.—solo déjalo salir, sé la doncella ruidosa que me enloquece.

Conociendo lo prohibido ©️ (Editando)Where stories live. Discover now