- ¡Espere un momento!

Y cuando se paró en seco y se giró para observarla correr torpemente hacia él con los tacones de vértigo que llevaba, le habló muy molesta cuando se acercó.

-Creo señor Rivas que aquí ha habido un malentendido. Yo soy la hija del dueño de Resorts Montalbo y vengo en sustitución del director Emilio Andrade. Por lo que a todos los efectos soy su jefa, por lo tanto le exijo que coja mis maletas y las metas en el coche que nos lleve al hotel.

Alonso se puso las gafas de sol y la observó detenidamente. La verdad es que era una mujer muy hermosa. Rubia, con una muy buena figura, quizás un poco delgada para su gusto pero tenía que admitir que tenía buen cuerpo, y con unos increíbles ojos azules, que había podido vislumbrar cuando antes se había bajado un momento las gafas. Lástima que fuera tan desagradable y fastidiosa. Así que le enseño su sonrisa más desdeñosa y prepotente para dejarle en claro quién era el que mandaba allí.

-Tiene razón señorita Montalbo, aquí se está cometiendo un lamentable error. Le sugiero dos cosas; La primera, es que llame a su padre para que le informe convenientemente de cuáles serán sus funciones a partir de ahora como directora de Resorts Montalbo. Y la segunda, es que si no quiere que le desaparezcan todas sus pertenencias, le aconsejaría que vaya enseguida a buscar sus maletas, o en breve ya no tendrá que preocuparse de qué ropa ponerse mañana.

Y en cuanto le dijo eso, ella asustada miró hacia atrás descubriendo con pesar que él tenía razón, ya que dos niños de no más de diez años estaban intentando llevarse una maleta, mientras la gente que había a su alrededor no hacían nada por evitarlo.

- ¡Eh, soltad eso ahora mismo!-gritó mientras volvía corriendo.

La observó divertido, como corría con dificultad mientras se agarraba el ridículo sombrero que a punto estuvo varias veces de salir volando. Se caló su gorra de béisbol y se dirigió hacia su jeep a la vez que sacudía la cabeza, asombrado por las tonterías que hacían las niñas ricas y consentidas, y preguntándose qué diablos hacía esa mujer allí mientras se cruzaba de brazos y se apoyaba en el vehículo.

Unos días antes había hablado con el mismo Diego Montalbo, quien había sido el que le informara sobre el viaje de su hija, dejándole muy en claro que nada del acuerdo que había entre ellos iba a sufrir ningún cambio. Solo le había pedido que si su hija no se comportaba correctamente hablara con él, y tomaría las medidas necesarias al respecto.

No entendía que podría haber ocurrido para que el hombre tomara la decisión de enviarla a trabajar allí. Era cierto que Emilio, el antiguo director, por motivos de salud hacía unos meses que se había marchado para Madrid donde le examinarían apropiadamente, ya que allí no disponían del tratamiento adecuado para su enfermedad. Incluso el propio Alonso se había tenido que poner muy duro con él para que se fuera a tratar y viera a su familia en España. Pero su jefe no le había dado más explicaciones sobre los motivos reales de la llegada de su hija a Kenia.

Observó irritado su reloj al percatarse de que la mujer, estaba tardando más tiempo del necesario para traer unas malditas maletas, cuando de repente la vio aparecer luchando con el carrito y con una expresión furibunda en su rostro. Cuando llegó a su lado se quitó el extravagante sombrero y se empezó a abanicar con él, mientras respiraba con dificultad por el esfuerzo ejercido.

-He intentado hablar con mi padre como usted muy oportunamente me aconsejó...-le dijo mientras levantaba una ceja con desdén. -pero no me contesta. Intentaré de nuevo...

-No tenemos tiempo para eso. -le cortó de forma seca, a la vez que agarraba el equipaje y lo introducía en la parte de atrás del jeep.

-No hace falta ser tan grosero. -le recriminó mientras observaba como él subía sus pertenencias al coche. -Solo será un momen...

Safari, a la caza de tu amor. Publicada por Zafiro (Grp Planeta)Where stories live. Discover now