05. Día cinco: Discusiones y alcohol

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El silencio se hizo en medio de la llamada, por un momento el castaño creyó que la comunicación se había cortado, pero la mayor hizo una gran afirmación antes de que pudiera retirar su teléfono de su oreja.

一No necesitas de la aprobación de papá para amar a alguien.

Y dicho eso la mayor cortó la llamada, dejando a su hermano menor con la cabeza hecha un lío y su garganta un nudo. Luego de haberse quedado mirando su teléfono como un idiota bufó, dejando que sus brazos cayeran a sus costados, respirando hondo y finalmente poniéndose en marcha para terminar de arreglarse luego de secar aquel par de lágrimas rebeldes que se habían escapado de su lugar.

A pesar de que las palabras de su hermana permanecieron dando vueltas en su mente, eso no impidió que el chico consiguiera sus mejores ropas para ir a aquel bar en compañía de un viejo amigo. Camisa roja de ceda junto con unos pantalones ajustados negros, botines del mismo color y el par de aretes que estaba acostumbrado a utilizar, sin nada más que destacar que su cabello castaño intencionalmente desordenado, pero llamativo por si solo, ese sería el conjunto que lo ayudaría a robar la atención de las personas en el lugar en cuanto entrara por las grandes puertas oscuras de la entrada principal.

Su teléfono comenzó a sonar en medio de su partida de uno de esos tantos jueguitos online que usaba para matar el tiempo, sabiendo quien era contestó a la vez se levantaba de su sofá para tomar su identificación y tarjetas, además de llaves por si acaso llegaba a un estado de ebriedad en el que no recordaba el código.

一Estoy abajo.

一Voy saliendo.

Dicho eso colgó, guardó el teléfono en el bolsillo trasero de su pantalón ajustado, tomó un abrigo oscuro del perchero junto a la puerta y 一luego de echarse una última mirada de reojo por el espejo junto a la entrada一 salió de su departamento.

Al llegar a la entrada de su edificio una gran oleada de brisa fría impactó contra su rostro, era mucho más helado de lo que esperaba, cerró sus ojos con fuerza, intentando acostumbrarse a la repentina temperatura a la que se había sometido. Al abrirlos de nuevo pudo ver una cabellera azul que resaltó para él, incluso bajo la oscuridad de la noche que era amortiguada por la luz de los faroles de los autos que pasaban a gusto.

Ante el reencuentro, el castaño sonrió antes de llamarlo en una gran exclamación:

一¡Kai!

El peliazul que estaba recostado de aquel auto deportivo color rojo de su pertenencia alzó su vista de su teléfono para encontrarse con el alto castaño que se acercaba deprisa, instantáneamente sonrió.

一¡SeHunnie!

El castaño amplió su sonrisa al llegar junto al peliazul, mismo el cuál abrió gustoso la puerta del asiento del copiloto para que el menor entrara.

Definitivamente estaba a punto de cometer una locura.

La música a un volumen poco agradable, gente ebria tambaleándose entre risas animantes o lamentos deprimentes, algo de ellos desconociendo la existencia del espacio personal o su mísera definición, los más fuertes moviendo su cuerpo en la pista y los que tenían una tolerancia mucho menor vomitando en algunos lugares alejados de los mismos, el intenso olor a sudor y alcohol que perforaba sus fosas nasales resultaba ser molesto, aún así podría soportarlo, más con esos tragos encima que le nublaban el sentido nítido de la razón. Esos y otros detalles fueron ignorados completamente por el chico que bebía impaciente su quinto shot de vodka pagado por él mismo.

A SeHun no le gustaba el alcohol, pero aparentemente mientras estaba en su estado de ebriedad le gustaba hacer cosas que regularmente no haría.

Como beber hasta tener ganas de vomitar, cosa que estaba haciendo en ese preciso momento.

Cómo perder un novio en siete días | SeHoWhere stories live. Discover now