90. Volar en la oscuridad. (M 2/6)

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Tomé las llaves, y el auto quedó sin alarma, subimos a ambos en los asientos traseros y los atamos como pudimos con los cinturones de seguridad.

Subimos rápidamente al auto, pero no sin antes tomar mi púa.

- ¿A dónde están las chicas? - Dijo Pato. Esto era una locura.

- No te lo diría aunque quisiera - Dijo el doctor trucho.

Salimos del lugar, esquivando al guardia nuevamente para dirigirnos a la parte trasera del teatro.

Oscar estaba sentado en el asiento del conductor cuando toque la bocina reiteradas (muchas) veces para que nos viera.

Le dimos indicaciones, y seguimos el camino de regreso hacia las afueras de la ciudad. No teníamos idea a donde íbamos. Pero teníamos dos mapas con pies atrás, y seguro iban a hablar con mi método infalible.

NARRA PAULA

El chico de la estación se llama Gabriel, y Arturo, el señor más grande, tomo su lugar para que Gabriel pudiera llevarme hasta la siguiente estación y nos permitieran ver las cámaras.

Cuando llegamos, Gabriel frenó de golpe causando una polvareda sobre el camino. Baje rápidamente y el encargado de la estación apareció para preguntar si necesitábamos algo. Expliqué la situación y, aunque fue de mala manera, nos permitió ver las cámaras.

En efecto, ellos se dirigían al oeste de la ciudad, estábamos bien encaminados.

¿Pero a dónde?
Ya habían pasado más de 4 horas desde que me dejaron en el matorral, lleno de mosquitos y alguna que otra víbora. Pero ninguna de esas víboras eran Eugenia, o Mai. De todas maneras Mai nos esperaba, de otra forma hubieran tomado un camino menos transitado, para evitar que los vieran.

El pueblo al que nos dirigiamos era muy pequeño, así que seguro los habían visto.

Luego recordé que mi celular murió y Pato seguramente estaba desesperado. ¡Mierda, mierda, mierda!

Le pregunté a Gabriel si me prestaba el cargador que se enchufaba en la ranura del encendedor del auto, y asintió.

- Gracias, de verdad vos y Arturo fueron muy amables...

- No hay porque, ninguna persona que conozca tiene tantas agallas como vos...

-Gracias... - Asentí e intente encender el celular.

27 llamadas perdidas de Pato.

Claramente esto se va a poner bien bueno.

Le dije a Gabriel que fuera tranquilo, la idea era llegar. Ambos sonreímos y mientras intentaba llamar a Patricio el me daba charla.

- ¿Y tenes novio? - Me dijo sutilmente.

Cuando estaba por responder, Pato tomó la llamada.

- ¡Paula!, ¿estas bien? - Un mar de lágrimas apareció en la ventana de mis ojos, porque Patricio era la única persona con quien podía ser una llorona.

- Si, Patito, pero se llevaron a Ema...

- ¿Por dónde estás Paula? - Preguntó Guido muy alterado.

- Cuidado Guido, estaba en rojo...

- Tenemos que llegar lo antes posible...

- Bueno, Guido, más despacio porque sino nunca vamos a llegar

- ¿En dónde estás? - Repitió Guido

Le di las indicaciones y les dije donde se encontraba el pueblo más cercano para que llegarán lo más rápido posible.

- ¿Con quién estas? - Preguntó Pato

- Con Gabriel, un amigo de la estación.

Pato le agradeció a Gabriel por el altavoz, y se despidieron. Envíe mi ubicación por las dudas, y Gabriel fijo su vista en el camino.

- Así que ese es Patricio... - Dijo después de un tiempo.

- Si, es el chico más bueno, o más acorde a mi que he conocido.

- Y Guido... debe ser una coincidencia - Dijo Gabi mientras reía.

Nos hicimos amigos bastante rápido, en circunstancias realmente desfavorables, pero por suerte algo bueno saldría de este momento.

Mi conciencia iba ligada al momento en que me descuide, y sólo esperaba que Ema estuviera bien...

Lo demás me importa poco y nada.
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Sigan sigan!

¿Dónde mueren las promesas?Where stories live. Discover now