Capítulo 14: el castigo

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Ante el temor de que alguien más escuche cosas que no debe, agarro a Lirio de forma brusca y lo fuerzo a entrar en mi habitación a trompicones.

— ¡Eh, cuidado! — exclama Lirio zafándose de mi agarre y alisando la manga de su camisa con delicadeza —, que este pijama es de seda. Me costó dos lotos de plata.

La susodicha camisa es de color lila y con un bordado en hilo plateado en los puños de las mangas. También lleva unos pantalones a juego y de hecho ahora que lo miro bien, el conjunto desprende lujo desde todos los ángulos.

— No me vengas con esas — me quejo poniendo los ojos en blanco y yendo directamente al grano —. ¿Has escuchado nuestra conversación?

Lirio cruza los brazos frente a su pecho con un movimiento fluido mientras una de sus cejas se eleva y mueve la cabeza ligeramente de lado a lado.

— Mira guapa, si no quieres que te escuchen no te pongas a discutir en medio del pasillo...

En eso no le puedo quitar la razón.

Suspiro y me dejo caer sobre la cama. Estoy demasiado cansada como para ponerme a discutir con él.

— ¿Se lo vas a contar a alguien? — pregunto con desgana.

— ¿El qué? ¿Qué te estas enrollando con el sexy de Reyes y con un ángel? Me gustan los cotilleos como al que más, pero no voy aireando chismes que no son míos por ahí, ¿me entiendes? — dice él como si la sola pregunta lo indignase —. Ahora... ¡cuéntamelo todo! — exclama y se acomoda sobre la cama a mi lado.

¿Por qué me siento como si esto se hubiese convertido repentinamente en una fiesta de pijamas? Aunque yo todavía estoy vestida con los leggins, las botas y el corpiño. Tiro de los hilos que mantienen este último terriblemente apretado alrededor de mi torso y dejo que mis pechos respiren por fin. Después me quito las botas, que lanzo bien lejos, y me recuesto sobre la cama.

Algo me dice que corro más riesgo si me niego a hablar que si lo escupo todo, así que respondo:

— No me estoy enrollando con Reyes, solo nos hemos besado una vez — palabras que acompaño con un encogimiento de hombros.

Lirio me lanza una mirada aguda y suspicaz.

— Pero sí te has acostado con el ángel, ¿no, perra?

La mueca que aparece en mi expresión debe delatarme porque Lirio lanza una risotada divertida al aire mientras aplaude.

— ¡Y varias veces, además! — exclama interpretando a la perfección mi gesto —. Y yo que pensaba que eras una mosquita muerta cuando apareciste el primer día en el camerino con cara de susto. Quién lo diría... — mi rostro debe de darle de nuevo una pista de lo que estoy pensando porque él se apresura a decir: —. No me malinterpretes. No te estoy criticando ni nada de eso. Es más, me pareces ¡la puta ama! — su comentario me hace reír también —. Cuando estás soltera, cuantos más hombres mejor. A no ser que tengas pareja, entonces, eso está feo, ¿eh?

— Claro, claro ... — asiento divertida por su repentina moralidad.

— Venga, ahora en serio. Ese ángel tuyo... ¿es guapo? Porque mira que Reyes es guapo el jodio'. Yo mismo he tratado de tirarle la caña varias veces, pero me ha quedado claro que es un heterosexual soso y sin ganas de experimentar.

Me río tan fuerte esta vez que me encojo sobre la cama agarrándome el vientre al sentir el típico dolor que causa una risa así. Hacía mucho que no me divertía tanto y debo reconocer que la sensación se siente bien.

— Para empezar... — respondo cuando consigo recuperarme del repentino ataque de risa —... ese ángel no es mío — puntualizo. Odio esa expresión. Decir que un hombre o una mujer es propiedad de otro está tan mal que siento rabia solo de escucharlo. Lirio pone los ojos en blanco, como si el solo hecho de corregirlo fuese exagerado por mi parte —. Y sí. Es guapo.

ALMAS DE LOTO  | CANCELADA |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora