—¿A que hora dijiste que es la cena?

—A las nueve—espeta coqueta sin dejar mi camisa.

—Detente, estamos en la empresa—me levanto cuando siento que estoy respondiendo demasiado a sus provocaciones—estaré allí puntual por ahora debo terminar aquí—subo mi pantalón y arreglo mi camisa—¿lo hablaste con los demás?

Ella asiente sin dejar de verme juguetona.

—Diana, creo que deberías de volver a tu oficina.

—¿Si?—empieza a desnudarse, su piel blanca en conjunto con el encaje rojo luce bien pero no enciende ese volcán en mi, no es lo que realmente deseo tocar en estos momentos.

—Detente—me acerco arreglando su ropa.

—¿De verdad no quieres tocar?—toma mi mano llevándola a su sexo.

—Diana—me maldigo una y otra vez, ha pasado mucho desde la ultima vez que tuve sexo y si me decidiera por tocarla no estaría mal, después de todo es mi esposa y es lo que hacen los casados pero sé que si lo hago terminará saliendo herida—vamos vete a tu oficina—tomo sus manos y las cruzo tras su espalda sosteniéndolas con una de las mías y con la libre termino de arreglar su camisa—ahora puedes salir—la encamino hasta la salida viendo a mi secretaria con la cabeza metida en el computador, le he dejado mucho trabajo todos estos días así que apenas tiene tiempo de respirar, no me gusta verla así pero es su trabajo y desde un inicio sabía que no sería fácil trabajar aquí.

—Terminaremos esta noche—espeta Diana dándome un pequeño beso y noto que Vanessa lo ha visto.

—Ok—sonrío a medias cuando por fin se va.

Me siento como un idiota sin poder moverme, queriendo ir hasta ella y estrellarla contra mi pero sus palabras fueron muy especificas.

Me doy la vuelta y entro de regreso a la oficina, debo hacer algo con estas benditas ganas que me cargo y el que Diana entrara aquí no me ayudo en nada.

Al inicio dije que si algo extraño sucedía la despediría pero ahora tan solo la idea de que eso pueda ser una posibilidad me ahoga, le he dado más trabajo en tres semanas que el que le di a mis antiguas secretarias durante todo su tiempo aquí y ella simplemente lo acepta sin quejarse, me desespera que lo haga tan fácil y no estalle, parece que sin importar cuanto me pase no pretende dirigirme la palabra y luego de verla mi mente se encuentra enfocada en todo menos en el trabajo pendiente.

Abro la MacBook, arrastro el archivo, veo el nuevo correo entrante y lo abro.

Reunión a las cuatro y cuarto con los franceses.

Incluso eso no puede entrar y decírmelo.

—Luces estresado—escucho a Bean hablar.

—Parece que lo estaré por un largo tiempo—confieso viéndolo tomar asiento frente a mi—¿y qué tal tú, ya te acostumbraste al clima?

—Es mucho más caliente de lo que esperaba pero estaré bien, además Vanessa me ha mostrado algunos buenos lugares.

¿Mostrado?

—¿Han estado saliendo juntos?—cierro el computador.

—Ella se ofreció a mostrarme la isla y acepté, también me entere que vive con una amiga en pequeño apartamento.

—¿Así?—siento ganas de golpearlo—¿y que más te contó?—me inclino hacia adelante dejando mi brazo descansar sobre el escritorio.

Me ve como si pensará en lo que va a contestar.

—¿Qué tal las cosas entre tú y Diana? última los veo disparejos.

—Recuérdame cuando hemos estado parejos.

Conociendo lo prohibido ©️ (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora