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—Será mejor que vayas solo, Tony.

El castaño dejó de apoyarse en el umbral de la puerta y empezó a caminar hacia Steve quien permanecía echado en la cama y con las manos cubriendo su rostro. No necesitaba que Rogers le avisara sobre el otro rechazo de la disquera a la que acudió hace un mes. No cuando Stark lo vio irse a su habitación totalmente emocionado por recibir su llamada y ahora lo encontrarba decepcionado. Era un hecho: Volvían a quitarle la oportunidad a Steve, un gran talento musical. Tal vez, por culpa de Howard o la de él mismo. Total, era quien podía acabar con la relación, exigir que Howard dejara a Steve en paz e incluso que patrocinara su carrera musical. Tan solo debía romper el corazón de la persona que amaba y alejarse. Pero, Tony se sentía incapaz. Aun más, recordando las miles de veces que Steve le aseguró que podía perderlo todo, pero no a él.

Para Steve, Tony era su mundo, su razón de no anclarse en lo más profundo de la miseria y de mantenerse esperanzado o listo para otra batalla que posiblemente perdería. Y el castaño era consciente. Por lo que, como acostumbraba, Tony se echó al lado de Steve, le abrazó la cintura y recostó su cabeza en el pecho del rubio. Ambos estuvieron en silencio por largos minutos, permitiendo que sus respiraciones se alinearan y que todos sus miedos y preocupaciones desaparecieran. Eran momentos como estos que fortalecían su relación, a ese amor que aún sobrevivía y que le aseguraban al otro que jamás estaría solo. Eran noches oscuras como estas que le recordaban a Steve lo afortunado que era de tener a una pareja tan terca como Tony. Tan terca que aún no se rendía con él. No, Tony seguía apoyándole y amándole, a pesar de no ser esos amigos, novios o pretendientes acomodados con lo que frecuentaba y convivía. Tony los dejó a ellos y a los lujos que su familia le brindaba por el amor de él. Quizás, su castaño no era tan inteligente como creía. Sonriendo, Steve iba acariciando la espalda de Tony hasta que soltó un suspiro profundo.

Un suspiro que animó a Tony a alzar la cabeza y darle un tierno beso en los labios, robándole una sonrisa a Steve. — ¿Sabes lo sexy que te ves ahora mismo?

— ¿Pretendes animarme con sexo? —Preguntó Steve coqueto, mientras Tony se apuró en subirse encima de él.

—No, solo pretendo consentir a mi novio. —Tony susurró. Inmediatamente, besó los labios de Steve, sus mejillas, su nariz y luego su cuello. Fue ahí donde Steve llevó sus manos hacia la cadera de Tony, provocando que el castaño se detuviera. — ¿Qué?

Steve volvió a sonreírle. —Si continúas, juro que no saldremos hasta mañana. Lo que nos impedirá ir a la fiesta de Natasha.

—Sé que nos entenderá.

—Iremos. —Rogers se levantó y abrazó a Tony. El castaño no tardó en recostar su cabeza en el hombro de Steve y cerrar los ojos: Steve era su hogar. Y Tony el de Rogers quien también cerró los ojos y volvió a suspirar. —Porque no quiero perder la oportunidad de presumirte frente a mis amigos.

Tony se separó de Steve y negó divertido. — ¡Qué engreído te has vuelto, Rogers! ¿Por quién será?

—Por ti. —Steve le robó un beso. — ¡Ahora a alistarse!

— ¡Sí, Capitán!

El primero en terminar de alistarse fue Steve.

El rubio se hallaba sentado en el sofá de la sala, observando el partido que Tony le grabó el domingo. No había tenido oportunidad de verlo hasta hoy. Así que, bebiendo su tercera cerveza, logró de terminar de ver el primer tiempo del partido. El segundo ya no por la presencia de Tony. El castaño lucía unos jeans ajustados y una polera que aparentemente la había robado. Al instante de darse cuenta, Rogers sonrió y negó, recibiendo un almohadazo por parte de Tony quien subió su extravagante zapatilla en la mesita del centro.

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