Kent se acercó a ella y le susurró algo al oído. Ella cerró los ojos, estiró los dedos todo lo que pudo, y después los relajó de la tensión de tenerlos estirados. Levantó los brazos en un movimiento con gracia, como si lo hiciera todos los días. La esfera titiló mientras se despegaba de sus manos, y saltaba hacia al cielo, buscando la libertad, veloz. Al alcanzar cierta altura, la esfera explotó en algún lugar de la atmósfera, produciendo el ruido sordo de un trueno. Después, la esfera se aplanó, y se extendió su luz blanca-azulada por todo el cielo, formando una honda expansiva que vibraba según aumentaba para luego desparecer poco a poco.

Isa se apoyó en mi hombro, pidiendo ayuda, y yo la rodeé con los brazos, sujetándola en un abrazo. Noté su aliento en mi pecho y sus brazos rodeando mis hombros, sin fuerzas. Parecía tan frágil, y era tan fuerte...

-Ha sido horrible-la escuché murmurar mientras la recogía en brazos y seguía a Kent. No me había dado cuenta de que estábamos a unos metros de la cabaña que daba a la entrada del poblado.

Dejé a Isa tumbada en el sofá de la casa, y me volví a Kent tras asegurarme de que Isa dormía, destrozada, sin fuerzas.

-Han sido muchas emociones hoy-me dijo Kent.

Asentí.

-¿Eso le volverá a ocurrir?

-¿Has oído hablar de esas personas que muestran sus sentimientos, y sus emociones? Esa persona que si tienen que llorar, lloran; si tienen que reír, ríen; si están emocionadas, lo muestran... no esconden sus sentimientos, tienen que mostrarlos de alguna manera Pues existe algo padecido entre los kivpers. Esa como una enfermedad, pero suave.

-¿Suave? ¿Eso te parecía suave? Estaba tan debió que temblaba. ¿Esto tiene solución?

Asintió, pensativo, y luego negó rápidamente con la cabeza.

-Si lo hay, pero no lo recomiendo. Es un "tratamiento"muy fuerte, y como todos los medicamentos fuertes, tienes sus efectos secundarios, no muy agradables.

Gruñí.

-Joder...-di una patada a una silla , mosqueado, y kent me miró con una ceja levantada.

-Tio, tranquilo, es como tener alergia. Sabes que lo tienes, pero no te acuerdas hasta que te pasa.

-No estoy enfadado por eso.

-¿Entonces?

-Su vida va de desgracia tras desgracia. Primero se queda huérfana, si infancia se hace una mierda, su hermana muere, tiene que huir de unos tipos a los que ni si quiera comprende si les ha hecho ningún daño. Cuando al fin consigo un poco de tranquilidad, la inscribí en un instituto. De verdad, nunca había visto tantas ganas de aprender, tanto entusiasmo. Creí que allí, rodeada de adolescentes, sería difícil encontrarla (para los X), pero, ya sabes, ella tiene... Esa chispa que la diferencia de los demás. Tuvimos que volver a huir. No dió tiempo siquiera a que terminara un trimestre. Y aquí, se encuentra con un rechazo por parte de casi todo el pueblo.  Y ahora se enfrenta al dilema de cargar o no con la profecía. Si se echara atrás como su madre, lo entendería. Si yo fuera los Dioses, no habría puesto esta carga en su camino. Si hubiera sido otra persona me habría dado igual, pero ella no.

-Vaya. Parece que la has cogido cariño.

Asentí, con una ligera sonrisa.

-Y también parece que estas enamorado, hermano-bromeó, dándome un golpe cariñoso en el hombro y yo puse los ojos en blanco, pensando en la estupidez que había dicho.

-Kent, sabes que en mi corazón solo hay lugar para ti. ¿Te has pensado ya mi oferta de matrimonio?

-Lo siento, soy muy mayor para ti-dijo poniendo una mano sobre su pecho, con cara dramáticamente apenada.

Y acto seguido, salió fuera de la casa, despacio, mirándome de reojo, supongo que saldría para coger aire, ya que allí solo olía a calor y polvo.

-¡Pero si solo nos llevados 89 años!-bromeé. Me callé de pronto, dándome cuenta de que Isa dormía. Pero cuando vi que seguía resoplando, descansando, me relajé agradecido por no haberla despertado

Me dejé caer sobre una silla, mirando con la cabeza torcida como un gato observador a la muchacha que dormía en el sofá polvoriento.

Pensé en lo que había dicho Kent, y: yo no estaba enamorado. Tampoco me atraía ni me gustaba, ni tampoco nunca me había fijado mucho en ella.

Pero ahora me fije en lo mucho que había cambiado en tan poco tiempo. Su cara redonda de niña, ya desaparecía para dejar ver los rasgos marcados de una mujer: los pómulos más notados, los ojos se le veían más grandes y de color más intenso, los labios carnosos y la mandíbula marcada pero no huesuda, que le terminaba de dar ese aspecto a mujer que toda chica suele desear. Es guapa. Y estoy seguro de que ella no se ha dado cuenta. No es de esas chicas que se paran frente a un espejo, ven que son bonitas y luego van luciéndose por la calle y haciendo ojitos, como si de verdad nos interesara esa actitud a los hombres. O por lo menos a mi no.

Sus curvas ya tenían forma, pero ahora sus caderas eran más anchas haciendo más bonita su cintura. Sus pienas parecían largas, puesto que no tenía mucho muslo, pero aún así, su altura rondará 1,53.

No tenía el cuerpo perfecto, pero no me extrañaría que más de un par de ojos se hubiera párrafo por la calle a hacerla una revisión de arriba a abajo como la que avance de hacer yo. Al instante me sentí sucio, y aparte la vista. Es guapa, una chica muy bonita, me dije, pero no es para mi.

Sonreí y me llevé las manos a la cabeza, sorprendido de mis pensamientos, y revolví mi pelo avergonzado: ella parecía estar despertando.

Una huérfana especia || PAUSADAWhere stories live. Discover now