꧁Capitulo 4꧂

116 28 15
                                    

Marlena's POV:

Max y yo ya estábamos en la casa, acurrucados en el sofá, sumidos en una atmósfera de calma y complicidad que hacía tiempo no experimentábamos. La luz tenue de la lámpara iluminaba suavemente el espacio.

— Marlena... —dijo Max, su voz suave como un susurro que hizo que mi corazón latiera más rápido.

— Max... —respondí, sintiendo cómo la tensión entre nosotros crecía. Su mirada fija en mí era como un imán, atrayéndome hacia él.

Con un movimiento lento, comenzó a acercar su rostro al mío. En ese instante, el mundo exterior se desvaneció. Era como si estuviéramos atrapados en una burbuja de tiempo, donde solo existíamos nosotros dos. La verdad es que no estaba nerviosa; más bien, una mezcla de emoción y ansiedad me envolvía, como si cada fibra de mi ser estuviera en alerta máxima.

Llevó su mano a mi rostro, moviendo mi cabello hacia atrás con delicadeza. Sus dedos rozaron mi piel y sentí una corriente eléctrica recorrer mi cuerpo. Estaba tan cerca que podía sentir su aliento cálido sobre mis labios. Justo cuando estaba a punto de dar ese paso decisivo, un ruido repentino en la puerta me asustó y me alejé de él como si me estuviera quemando.

— Sigan, al menos... —entró por la puerta un poco tambaleándose Enzo, interrumpiendo el momento— al menos a ti sí te quiere, Max.

Tropezó con la alfombra y casi cae al suelo, pero logró sostenerse de alguna manera. Me levanté asustada por él y casi corrí para ayudarlo a equilibrarse.

— Enzo, debes tomar menos —murmuré, sintiendo su peso mientras lo sostenía. El aroma a alcohol era fuerte, pero había algo más en él que me inquietaba.

— Ay por favor —protestó, tratando de ponerse recto para no hacerme cargar tanto peso.

— ¿No estás muy caliente? —pregunté, sintiendo su temperatura corporal más alta de lo normal. Su mirada era intensa, y aunque estaba borracho, había algo en su expresión que me hacía dudar.

— Contigo cerca... —bufó, sus ojos contactaron con los míos— siempre.

En ese momento, sentí una punzada de incomodidad. ¿Qué quería decir con eso? Antes de que pudiera procesar sus palabras, Max se acercó con una mirada que dejaba claro que estaba molesto.

— Lo mejor que puedes hacer es irte a dormir, Enzo —intervino Max, su tono un poco serio.

— Yo puedo solo —protestó Enzo, zafándose de Max bruscamente—. No estoy borracho.

— No me interesa —demandé con firmeza y volví a tomar su brazo para sostenerlo—. Tienes fiebre.

— Marlena, mejor me voy —avisó Max, su expresión se tornó grave.

— Lo mejor que haces —respondió Enzo sin dudarlo, sintiendo cómo la tensión aumentaba entre nosotros.

— Perdónalo, está borracho, no sabe lo que dice —hablé mirando a Max, tratando de suavizar la situación. Pero el ambiente se sentía cargado.

— Estoy borracho, no sordo —replicó Enzo, irritado, mientras se colocaba frente a Max como si fuera mi escudo.

— Te voy a ignorar —dijo Max con desdén, dándole la espalda.

— Justo como ignoraste lo jodidamente hermosa que estaba hoy con un "qué linda" —recordó Enzo molesto, viendo cómo Max se alejaba lentamente.

— Enzo... —lo regañé, sintiendo cómo la incomodidad crecía entre nosotros. La tensión era palpable y el aire estaba cargado de palabras no dichas.

El Amor En La Última VueltaWhere stories live. Discover now