Parte 1 Sin Título

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          Juan Sukilbide. En torno a la pintura.

Aquello que te sugiere la pintura mientras la haces, te hace, la observas, la compartes. Continúa más allá de ti tras haberte convertido en su instrumento o su fuente.

Puede que haya pasado sin dejar rastro: un pensamiento, una sensación sin huella perceptible en el lienzo.

Sobrevuela fugaz o no, está suspendido, es parte del aura o de la presencia no estrictamente reconocible por la vista.

Difícil de retener con palabras, más si te estás dejando llevar por la intrépida corriente del dibujo y del color bulliciosos.

Decorando, narrando, inventando, descubriendo, convocando a la magia.

Para compartir y aportar, conectar con quien quiera vincularse.

Se trata de sumarse a una admirable, muy beneficiosa tradición creativa nacida de lo mejor del ser humano, de incorporarse a una alentadora senda ilustrada.

Las circunstancias. La relación física con el cuadro, con los materiales, tu disposición en el estudio. El paso del tiempo, las implicaciones de representar el espacio. Hacerte con la luz, transformarla, extraer lo mejor de ella.

La selección y la evolución de tu iconografía.

Signos, símbolos, arabescos, ornamentos. Repetición de elementos, secuencias, alternancias. La aparición de figuras, objetos, personajes... su desarrollo. Los temas, las series, los títulos.

El proceso. La organización geométrica, la desorganización orgánica o el propósito caótico.

Por qué elegir la pintura frente a otras artes. Por su silencio. Porque es un trabajo que no requiere de colaboradores, porque estás en constante trato con la luz y el color. Es una de las artes donde la subjetividad y la libertad de creador son mejor acogidas.

Una empresa sin límites en la que volcarse, con la que comprometerse. Tiene decenas de miles de años de historia y los horizontes fabulosos que recomienzan cada vez que un recién nacido fija su mirada en aquello que tiene color vivo o que vibra.

Propósito.

Los objetos que tienen una fácil representación en el dibujo (el pez, la campana, el árbol... tantísimos otros ¿a quién podemos agradecer esto?) contienen unos elementales, nítidos niveles de realidad con los que es natural simpatizar.

En el principio de su adulta representación pictórica fueron los submarinos. Compactos, redondeados. Su periscopio suponía en aquel momento para él el grado ideal de proporción entre el apéndice y el organismo principal, de elevación que ha seguido buscando en muchos otros objetos y presencias desde entonces. También el submarino estaba asociado a la fluidez, el viaje, la contención, la peligrosa aventura, el silencio...

Aviones (dirección, cambio, penetración). Casas y palacios, coronas reales (seres designados, portadores de una dignidad sensual encantadora). Olas, peces, cruces (alguien murió definitivamente por el corto tiempo en el que su ausencia se me hizo irremediable). Árboles y palmeras pródigas, caballos, vacas y toros, tortugas. Teléfonos (¿a quién buscaba?). Caminos, trayectos, líneas que aún se continúan. Muy recientemente acaba de dar la bienvenida al imperioso Sol León.

Más o menos de inspiración personal. Otros copiados en el asombro ante culturas, pueblos, personas siempre creativas.

Hacerse con un vigoroso lenguaje.

Los signos esenciales... ¡son tan fáciles de hacer! Qué alegría andar entre ellos. Has de procurar no abusar, no usarlos mal, evitas degradarlos reduciéndolos únicamente a su noble valor decorativo.

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⏰ Última atualização: Mar 14, 2021 ⏰

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