Capitulo doce: Punto de inflexión

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Susana le contaba las oscuras intenciones de su padre, él quería un hijo varón que sucediera su trono y en especial sea hijo del mismo dios Silferen para que se cumpla la profecía que sus ancestros le habían contado. Jazmín fue embarazada por el Dios, y ya gestando ella planifico su huida porque si el dios llegase a enterarse de aquella traición acabaría con todo el mundo.

— Mi hermana mayor Jazmín me conto el asqueroso y ruin plan de mi padre, aquel plan que ponía en riesgo a todo nuestro adorado mundo, me pregunte a mi misma siempre que lo motivo a desafiar al dios, que lo llego a ese tal grado de locura incomprensible.

— Aun no lo entiendes verdad— dijo Yulian mientras observaba la Visión de Susana.

— Jamás lo entenderé del todo, pero prosigamos.

Después de enterarme de tal información valiosa. Decidí directamente confrontar a mi padre, sin decirle a mis hermanas menores me dirigí a la sala principal y pregunté por mi padre. Antes de desafiarlo le dije a mis sirvientas Kaeli y Sarahi que busquen a Jazmín y la lleven fuera de la ciudad ya que sabía muy dentro de mi corazón que mi padre me podría tender una trampa.

Y así fue. Conseguí la información que mi padre estaba en la terraza de astronomía, un lugar donde las noches más claras podíamos ver las estrellas y tratar de predecir nuestro destino. Lamentablemente un día antes el planeta rojo Kabal estaba brillante en el cielo, solo significaría una cosa: Habría muerte y guerra muy pronto, pero no pensé que llegaría tan pronto. Abrí la puerta y allí estaba sentado, tuve una charla acalorada con el pero no decidí atacarlo ya que un sequito de guardias de él me habían rodeado y me escoltaron a las mazmorras del castillo de Zarzak.

Ya en cerrada en la mazmorra mi padre me dijo:

— ¿Como pudiste desafiarme? Acaso no tienes fe que la profecía se cumpla, podemos de una vez por todas derrotar a Silferen para así ser el único imperio en todo el universo y tratar de que nuestro legado perdure la eternidad.

— Padre, sé que Silferen últimamente ha hecho mucho daño a nuestro pueblo, pero por favor no seas desesperado.

— ¡Silencio! Te quedaras aquí hasta que recapacites por tus actos, si no fueras mi hija ya te habría mandado a decapitar.

Y con esas palabras mi padre con sus mejores guerreros partido en busca de Jazmín. Y el futuro heredero al trono que llevaba en su vientre.

Perdí el sentido del tiempo encerrado en aquel oscuro y lúgubre calabozo, las filtraciones de gotas de agua había por doquier y era tan húmedo que hacia un calor abrazador. Una pequeña luz descendía de las escaleras contiguas de piedra y veo a mi hermana Yllia sosteniendo un farol, ya estaba vestida con su ropa de batalla, arco largo y flechas. Un traje ligero para que pueda moverse rápidamente ante cualquier situación.

— Susana, hermana mía tenemos que salir de aquí—Dijo Yllia mientras trataba de romper la cerradura de la celda de Susana.

— Mi padre fue en busca de Jazmín, le dije a mis sirvientas que la escolten lejos del reino.

— Ahora no hay mucho tiempo para eso, Salazar Barrens nos ha traicionado, el secretamente se alió con el dios malo y le conto todas las intenciones de nuestro padre— respondió Yllia mientras abría la puerta de la celda.

— Mataron a todo el escuadrón de mejores guerreros de nuestro padre, solo el regreso muy mal herido a Halion y Jazmín sigue desaparecida.

Sabia muy dentro de mí que las cosas se iban a poner muy interesantes, una de las amigas de Yllia le envió un cuervo parlante el cual le dijo que el Dios malo como ella lo llamaba, había juntado un gran ejército y se dirigía a destruir todo el reino y el mundo si no le entregamos a Jazmín.

De todo y sin armasWhere stories live. Discover now