XXIV | 𝔪𝔢𝔪𝔬𝔯𝔶

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— ¿Quién? —preguntó el mayor, desviando su mirada nuevamente al bosque mientras la criatura daba otro par de pasos para estar a su lado.

— La niña.

— Ah —rio. Pegó un largo pestañeo mientras suspiraba y luego mantuvo una sonrisa leve—. Bueno, dijo que quería cenar, así que la mandé a cazar algo al bosque —respondió como si fuera algo mínimo, pero la maldición junto a él no pensó de la misma manera.

— Realmente no puedo creer que hayas decidido traerla contigo, ni siquiera sabes cómo cuidar un humano —rió este, burlándose del mayor sin importarle demasiado de que era capaz de ser asesinado allí mismo—. Debes criarlo y enseñarle lo básico de la vida, no tratarlo como un perro. ¿No dijiste a caso de que era tu hija?

— Que te haya sacado de tu miseria no significa que puedas hablarme tan deliberadamente —respondió, mirando de reojo a la maldición que poco le importó—. Le estoy enseñando la supervivencia básica, ¿Sabes?

— Supervivencia básica para quienes pueden regenerarse rápidamente y no le temen a la muerte, no para una niña de diez años, que como si no fuera poco, es humana.

Si, lo detestaba. Era un tipo insolente que a veces no sabía medir sus palabras para hablarle. Era un tipo que no recordaba su lugar, su rango, y quien era el jefe. Era un tipo que podía comprender a los humanos. Es por ello que Sukuna lo odiaba, porque aquel hombre, Ruther, podría comprender fácilmente a su pequeña, y sabría como manejar las situaciones con ella. En cambio, él no podía hacer demasiado por ella.
Aunque dejando eso de lado, siempre lo detesto por la forma despreocupada e informal en la que le hablaba, por la sonrisa despreocupada que siempre llevaba, como si nada le importara.

— Los griegos suelen tirar a niños de nueve años a los bosques, y si vuelven en una semana los mandan a la guerra. Ella tiene un arco y cuatro flechas, no la subestimes —contestó con total seriedad, la sonrisa tenue desapareció en su rostro y el ambiente comenzó a sentirse sobrecargado.

Él sabía que lo había hecho enojar.

— Ha pasado un mes ¿No crees que te has encariñado demasiado con esa cosa? —sin embargo, poco le importaba hacerlo enojar un poco más. Le agradaba ver la violenta manera en la que su amo lo trataba cuando se sentía molesto.

— Se llama Yashiro —se limitó a responder desviando su mirada hacia la izquierda mientras su ceño se fruncía, haciendo un esfuerzo por ignorarlo para mantener la serenidad.

— Wuah ¿Le has puesto nombre? —se burló, soltando una pequeña risilla, y por alguna razón se contradijo al decir "no tienes que tratarla como un perro". Nuevamente, Sukuna se giró hacia él con una lentitud tétrica, pero el pavor que imponía no causó más que satisfacción en el menor—. La que traicionó a los dioses... —alargó—. Es un buen nombre. Dijiste que la matarías luego de un par de semanas, pero ha pasado un mes e incluso le has colocado un nombre que va a juego contigo ¿No crees que te estas esforz-

— Cierra la jodida boca, Ruther —espetó, y su tono frívolo y rudo fue más que suficiente para hacerlo callar.

El silencio volvió a invadir por unos cuantos minutos. La presencia de la castaña esta vez llegó a las fosas nasales de la criatura junto a él. Su sorpresa aumentó aún más, mientras sentía el increíble y dulce aroma de la carne de la criatura, imaginaba su sabor y la boca se le hacía agua.
Era, probablemente, el aroma más dulce que por primera vez en cientos de años había sentido, ni siquiera un conejillo o un bebé recién parido podían compararse con dicha criatura en medio del bosque, entonces ¿Cómo es que Sukuna, junto a él, resistió tanto tiempo con aquella cosa a su lado sin intentar devorarla?
Si él tuviera la fuerza y rapidez que el demonio junto a él tiene, entonces sería totalmente capaz de correr en su busca y devorarla lentamente, disfrutando su carne.

The  firstborn | Jujutsu Kaisen. (Pausada)Where stories live. Discover now