Capítulo 4

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Rachel

Tuvimos que soportar las miradas de rechazo de las personas que pasaban a nuestro lado en la calle durante semanas. Cada vez que eso ocurría, Quinn me envolvía con fuerza en sus brazos y gritaba «te amo» a todo pulmón, haciéndome reír. Pero hubieron tantas, que llegó un momento que tan solo agachamos nuestros rostros.

Una mañana, Quinn estaba decidida a cambiar de rutina. Así que me acompañó en bus hasta la universidad y llevó mi MP4 para escuchar música mientras me esperaba (ya que ese día solo tenía una hora y media de clase); pero al llegar a la puerta, me despedía con un beso y prometía esperarme, cuando sentimos que nos golpeaban con algo. Unos chicos, antiguos compañeros míos, nos tiraron huevos y nos gritaron lesbianas. Un policía vigilaba la zona en ese momento y los reprendió. Me limpió un poco mientras los demás nos miraban con curiosidad y me dieron ganas de llorar.

¡Era humillante! Al estar sucias, el conductor del bus al cual quisimos subir no nos dejó y tuvimos que llamar a mi papá Leroy. El cual salió del trabajo y nos recogió en la parada. Al vernos quedó sorprendido y nos llevó a casa donde nos bañamos y quedamos como nuevas.

Esa noche me costó mucho dormir, no podía alejar de mi mente el recuerdo de los chicos tirándonos los huevos y gritándonos mientras los demás se reían o nos miraban curiosos. Había sido así por tanto tiempo que ya me tenía cansada. Lo único que pude hacer fue llorar y llorar, hasta que logré despertar a Evelyn, quien me abrazó y me dijo que todo iría bien. Me desahogué con ella y le dije lo triste que estaba, que me tenían cansada los insultos y humillaciones.

Al despertar en la mañana fui a la cocina y noté que todos se habían ido. Anoche había tomado la decisión de no ir a la universidad hasta que me encontrara mejor. Por lo que me acerqué tranquila a la mesa y me serví unos cereales. Los comí y lavé el tazón, después me senté y coloqué mi cabeza sobre mis brazos, apoyados sobre la mesa. Me quedé callada por un rato hasta que sentí a Quinn acercarse, apoyar su cara sobre mi hombro y besar mi cuello con ternura.

«¿Hay algo que pueda hacer para hacerte sentir mejor?»

Me preguntó y ya con sentir su aliento me hizo sentirme mucho mejor. Levanté la mirada y me puse de pie.

«Bésame hasta que me explote la cabeza, igual que la primera vez.»

Le dije y se acercó más a mí. Me acarició la mejilla y luego me acercó para besarme. Envolví mis brazos en su cuello y enredé mis dedos en su pelo como de costumbre. Ella me abrazó más fuerte hasta acercarme más. Su beso fue tan dulce que me empalagó de gozo, deseaba sus labios tanto como la deseaba a ella. La abracé con más fuerza y no solo acaricié sus labios con los míos, me dediqué a acariciar cada parte de su boca con mi lengua, desarrollando tanto el beso que me hizo lo mismo. Logró encender una chispa que obligó a mis brazos a desprenderse de su cuello y bajar hasta los bolsillos traseros de su pantalón y hundir mis manos en ellos. Luego toqué su trasero hasta que la logre encender a ella. Se separó de mí, acercó una silla y me senté sobre su falda con las piernas para el mismo lado. Volví a envolver mis brazos a su alrededor y a besarla de la misma manera. Esta vez fue ella la que puso las manos sobre mi trasero y comenzó a acariciarlo con ganas. Me presioné tanto contra ella que nuestros pechos chocaron y pudimos sentir el deseo de la otra recorrer cada extremo de nuestro cuerpo. Mi corazón latía con fuerza y me estaba quedando sin aire igual que ella.

Separó sus labios de los míos e inhalamos aire nuevamente. Nuestras miradas se encontraron y las de ella estaban llenas de ternura. ¡Cuánto la amaba!

«¿Por qué nos tenemos que sentir así?»

Me preguntó mordiendo su labio. Estiré mi mano y acaricié su rostro, en el momento en que lo hice cerro los ojos como si estuviera disfrutándolo. Me llenó de satisfacción saber que la hacía sentir así. Abrió los ojos y me observó.

Amor en Londres (Faberry)Where stories live. Discover now