Capítulo I

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"El príncipe no iba a regresar para despertarme de mi letargo mágico con un beso. Al fin y al cabo tampoco era yo una princesa, así que, ¿cuál era el protocolo de los cuentos de hadas para otros besos? ¿Acaso la gente común y moliente no necesitaba romper algún hechizo?

Luna Nueva de Stephanie Meyer.


El día en que él me dejó, se había convertido en el peor de mi vida; me encontraba en el suelo de lo que había sido nuestro nidito de amor, llorando como si me hubieran arrancado una parte de mi pecho, ¡nunca había sido capaz de llorar tanto!

Estaba sentada en el suelo junto a la puerta, esperando que en cualquier momento entrara y me dijera que todo lo que había dicho era mentira, que todas las cosas horribles que habían pronunciado sus hermosos labios no eran verdad... pero no sucedió. Perdí el sentido del tiempo y cuando menos pensé ya estaba tirada en el suelo llorando un mar de lágrimas que formaron una mancha en la alfombra blanca perfecta del departamento, el que había comprado para él y para mí, para estar juntos. Estaba tan cansada de llorar que no me di cuenta de cuando me quedé dormida en el suelo.

Antes de perder la batalla contra mis ojos del cual yo quería que permanecieran abiertos, mi mente me decía una y otra vez... "No va a volver", pero yo me negaba a eso, así que cuando mis ojos ganaron, perdí la razón, que sería por mucho tiempo.

No sé cómo fue que llegué a la cama de mi habitación, como tampoco sabría qué había pasado durante una semana. Desperté sin comprender que estaba haciendo en mi cuarto, si lo único que recordaba era que estaba llorando en el suelo de mi nidito de amor, que me había quedado dormida y lo más importante de todo... que él me había dejado.

Sentada en mi cama observando mí alrededor aún extrañada, escuché que se abrió la puerta y vi entrar a Carlos, quien al verme puso una gran sonrisa y se sentó a un lado de mí.

- ¡Vaya! Parece que has vuelto - dijo colocando la charola que contenía comida delante de él en la cama.

-Sí, eso creo - dije sin mirarlo, todavía observando las cuatro paredes de mi habitación.

- ¡Qué bueno! Tus padres estaban muy asustados - decía mientras me miraba fijamente, pero no le hice caso a lo que acababa de decir.

- ¿Cómo fue que llegué aquí? - pregunté sin dejar de ver a mi alrededor, tratando de recordar algo que contestara mi pregunta.

Él suspiró por un momento y sin muchas ganas me respondió.

- Yo te traje.

Por primera vez voltee a verlo confundida.

- Pero ¿cómo supiste dónde estaba? - le pregunté tratando de recordar algo.

- Llamaste a Linda, no sé cómo, pero estabas como ida, como en un estado de shock; ella se preocupó por la forma en que hablabas - luego volteó hacia sus manos - Lo único que decías es que... - se quedó callado, por su reacción sabía que era algo que no quería decir - Fue que él se había ido, lo repetías muchas veces - me miró - Así que me llamó y fuimos para allá...

- Pero ¿cómo sabían a dónde ir? - lo interrumpí desconcertada ya que no recordaba haberle dicho a nadie la dirección de mi nidito de amor.

- Un día yo te seguí - respondió y cuando estaba a punto de reclamarle, él alzó la mano en señal de que lo dejara continuar - Fue para saber dónde localizarte por si pasaba algo, y no me equivoqué - dijo mirándome esperando que lo regañara, pero no podía hacerlo, de hecho, se lo agradecía ya que si no me hubiera seguido no habría sabido donde encontrarme y yo todavía seguiría en aquel lugar no sé en qué estado.

La caída de un ángelWhere stories live. Discover now