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Calor.

Definitivamente hacía mucho calor. Algo muy normal en la transitada ciudad de Corea del Sur, en especial en su capital, Seúl.

Pero eso es lo de menos para BangChan, más fácil es decirle Christopher Bang o más bien como sus colegas le llaman; detective Bang.

Sí, de todos los trabajos que pudo escoger como cocinero, o profesor de gimnasia, hasta un excelente psicólogo, Bang solo se inclinó por el camino de la investigación. Y no solo eso, es el detective más joven en toda la historia de las dos Coreas. Respetado por muchos oficiales de otros rangos y especialmente por el mismísimo Presidente.

No está demás decir que también fue llamado al otro lado del país cuando de la nada apareció un cuerpo totalmente mutilado en un callejón sin salida, específicamente en Las Vegas, Nevada. Y tampoco está demás decir que solo le bastaron dos días para llegar a una conclusión y cerrar el caso; lobos. Exacto, ¿quién lo diría? Los ciudadanos, y hasta la policía de allí estaban en un cien por ciento de acuerdo en que había un asesino. Pero no contaban con que la víctima llevase unas carnes recién compradas y que haya un pequeño lobo suelto... y muy hambriento.

En fin, la mala suerte le jugó a ese pobre chico y le vino de una forma injusta y lamentosa.

Vamos de nuevo a Seúl. El día caluroso, sin embargo, eso para Bang, no es ningún obstáculo, ya que se encuentra en su oficina, con sus pies sobre la mesa y con un ventilador al lado, ya que, según él, si prende el aire acondicionado, le descontarían el dinero de su sueldo para poder pagar la luz, sabiendo esto que no es así.

Sudar. ¿Un excelente ejercicio para bajar de peso, verdad? Pero eso no lo necesita. Él quiere que el agua caiga lentamente por su frente para llegar a sus clavículas, así desabotonar un poco su camisa blanca y sacar esos tirantes de sus hombros... todo para llamar la atención de un tal Kim Seungmin.

Un famoso médico forense dentro del distrito. Alto, delgado, con una cintura y piel algo palida, ¿a quién no le volvería loco aquello?

Pero pasemos de alto esas cualidades. Su sonrisa, su cabello negro y en la forma en la que este cae por los ojos, y su nariz perfectamente amoldada, luego... luego están sus labios rojos, que de cerca parecen dulces y de lejos apetitosos. Su aniñada voz al decir las cosas, pero como ésta se transforma a una grave y profunda cuando tiene que dar sus respectivos informes.

Está claro. Bang muere por Kim, pero es una lástima que no sea recíproco.

Dejó el archivo sobre la mesa, y a la vez, también dejó salir un extenso suspiro al aire, un poco frustrado porque no fue Seungmin quien lo trajo, sino su asistente, cuyo nombre no le importa, ¿por qué querer un asistente cuando éste solo te puede distraer? Porque ya estaba harto del que tenía y mucho más, cuando no sabía ni siquiera hacer su trabajo.

Y ahora tenía que verlo y sobre todo, escuchar como su boca pronunciaba el nombre de la persona que lo hacía levantarse a las cinco de la mañana, y más que nada, afrontar la vida laboral.

Los celos reinaban su cuerpo al ver la sonrisa del sin nombre al mencionar a su amado.

¿Por qué sonríe? pensó. Y él solo se limitó a hacer un leve asentimiento y una seña para que deje aquella carpeta color marrón desgastado. Bajó sus pies y pasó sus manos por su cabello negro húmedo por la transpiración. Firmó unos cuantos papeles más y los selló, dando por cerrado el caso.

Él quería que los asesinatos desaparezcan de la faz de la tierra, pero si lo hacen, pues dejaria de tener una excusa para hablarle a su menor.

Portaba un arma y una placa con su número de identificación en el costado derecho de su cintura. Era musculoso y de buen cuerpo. Su piel también es pálida y con facciones de algún que otro matón. Pero era un total cursi y cobarde si del amor se trata. Y un total bebé cada vez que veia que Seungmin no le daba ni la hora. O sí, pero la de algún muerto, y esk lo torturaba.

━ 𝐾𝑖𝑛𝑔 𝑂𝑓  𝑀𝑖𝑠𝑡𝑒𝑟𝑦 ✧ 𝑆𝑡𝑟𝑎𝑦 𝐾𝑖𝑑𝑠Where stories live. Discover now