P R Ó L O G O

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Alma

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Alma.

Siempre pensé que mi vida comenzaría a brillar cuando me graduara de la universidad, sin embargo, aquí me encontraba.

Veintidós años, comiendo pastel en la fiesta de cumpleaños de mi hermana y viviendo en la casa de mis padres.

Cogí un poco más del pastel de chocolate relleno con crema de frambuesa e introduje un buen trozo a mi boca. Mi mirada se encontraba perdida en el ventanal de la sala de la casa de mis padres que me permitía apreciar como mi hermana se despedía de sus cuñadas, quienes acariciaban su abultada panza con cariño y se iban, ingresando al coche que esperaba por ellas.

¿Dónde está Inés? –Preguntó mi madre, sentándose a mi lado mientras bebía un sorbo de su copa de vino. – estoy segura que estaba aquí hace un minuto. –Dijo, observando mi rostro. –

Está despidiéndose de las hermanas de Alberto. –Mencioné, refiriéndome a las hermanas de mi cuñado, Alberto, esposo de mi hermana hace dos años. –

Bien, porque la fiesta duró un montón y estoy agotada. –Musitó ella con gracia y solté una carcajada, comiendo un trozo más de mi pastel. - ¿cómo va todo con las solicitudes de trabajo, cariño? –Preguntó mi madre, estudiando mi reacción a la vez que sus manos trabajan en quitar los altos tacones de sus pies. –

De cojones. –Respondí con un bufido, llevando con rabia un trozo de pastel a mi boca. – pensé que estudiar literatura inglesa me abriría las puertas al mundo de las editoriales, pero ninguna está buscando a una chica sin experiencia y recién licenciada. –Dije, mordiendo mi labio inferior con nerviosismo. - ¿qué sucede si no logro encontrar algo? –Pregunté. –

Pues, trabajarás en la florería con nosotras. –Murmuró en respuesta ella, sosteniendo mi mano que colgaba del sofá con aturdimiento. – sabes que a tu padre le encantaba la idea de sus hijas trabajando en el lugar que tanto esfuerzo le costó construir.

El solo recuerdo de mi padre me hizo sonreír.

Recordé el momento en que nos fuimos de Madrid para llegar a Albarracín, pueblo en donde nació mi padre y en donde vivían mis abuelos, mis primos y toda su familia. Llegar había sido un momento feliz, tenía solo siete años cuando habíamos puesto un pie aquí y cuando mis padres decidieron arriesgarse con una linda florería en el centro de la localidad, en donde el turismo solía ser bastante bueno en temporada alta, lo cual funcionó para nosotros, ya que con el pasar del tiempo nuestra tienda creció aún más y mis padres lograron ser reconocidos dentro de la localidad como los vendedores de los arreglos florales más lindos del lugar, hasta que mi padre falleció de un accidente cardiovascular hace ya cuatro años y fue responsabilidad de mi madre y mi hermana conllevar la responsabilidad de la tienda.

Debido a que yo me encontraba en la Universidad Complutense de Madrid, estudiando literatura inglesa como siempre lo había soñado.

Sentíamos que todo nuestro mundo iba cuesta abajo desde la pérdida de mi padre, hasta que la luz llegó a nuestras vidas para brindarnos su apoyo y alegría. Luz que se sentaba frente a mí justo ahora, con un tazón de café en una de sus manos y una enorme galleta de chispas coloridas en la otra.

Almas entrelazadasWhere stories live. Discover now