Treinta: No lo sé.

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El resto de la tarde Romina me ayudó a entender un poco mejor mi situación y es que yo pensaba que no era grave, que era algo que podía dejar pasar, pero obviamente no es así. Ella fue comprensiva y me ayudó, yo le pude explicar bien lo que había pasado y pasó el caso con una trabajadora social muy buena de la disquera para que Javier no vuelva a trabajar ahí o al menos no pueda acercarse a ninguna empleada y más que eso, que su caso se hiciera público y ya no tuviera apoyo en ningún lado.

Oliver me trajo a casa, le agradecí, subí y fui directo a mi cuarto, estaba exhausta.

Estaba a punto de cerrar la puerta cuando Darien salió de su cuarto y se me quedó viendo.

— ¿Estás bien?

—Sí.

No quería hablar con él, tenía suficiente por hoy. A parte no creo que discutir con él de nuevo sea la mejor decisión para mi estado de ánimo.

— ¿Qué tienes?

—Solo estoy cansada.

—Esperaba que pudiéramos hablar... sobre lo que querías saber hace unos días.

— ¿Qué pasa?

Decidí escucharlo porque yo me había insistido en que me dijera lo que sentía por mí y ahora que se ha decidido hacerlo no debería ignorarlo o nunca más se armará de valor para decirlo.

—Verás yo...—hizo una pausa—. Lo que yo siento por ti...

Parece que se quedó en blanco, parece que seguía buscando las palabras indicadas.

—Si tanto te cuesta, estoy segura de que me lo puedes decir más tarde—por fin entré a mi habitación y aseguré la puerta para que no viniera arrepentido a hablar conmigo.

Me quité los zapatos y me metí a la cama. No pasaron ni cinco minutos y comencé a llorar de la nada abrazando mi almohada.

Creo que no me había dado el tiempo para asimilar sola lo que me había pasado, me seguía dando mucho asco el recordar como Javier había pasado sus manos por mi cuerpo, si no hubiera llegado Oliver no quiero imaginar que es lo que hubiera pasado.

Me hice un ovillo sobre la cama y me fui quedando dormida.

(...)

Desperté agitada, había soñado con Javier. Todo se había repetido en mi cabeza, pero al menos había sido un sueño. Me asomé a la ventana y ya había oscurecido.

Me levanté de mi cama para tomar un baño, seguía con la misma ropa así que quería poner a lavar eso ya porque sentía que tenía su olor pegado a mí.

Recogí lo necesario para ir a ducharme y cuando estaba a punto de salir vi un sobre debajo de mi puerta. Tenía mi nombre y también decía que era de Darien, lo dejé sobre mi escritorio para leerla después de bañarme, salí de mi habitación Darien estaba en la sala leyendo un libro. Eso me animó un poco porque al menos sé que esa carta no es alguna despedida o algo así.

Me bañé y debo de admitir que me tomó algo de tiempo salir del agua caliente, sobre todo porque me enjaboné el cuerpo tres veces, cuando me sentí mejor salí, me cambié y volví a mi habitación.

La carta era muy visible desde mi escritorio que por más que quería atrasar leerla no pude hacerlo, así que la tomé y me recosté en mi cama para leerla.

Ade,

No soy muy bueno hablando, pero sí que lo soy escribiendo, así que, como acto de cobardía y al mismo tiempo tratando de ser valiente, quiero decirte todo lo que siento con mis palabras.

Adela.Où les histoires vivent. Découvrez maintenant