—¿A caso toda la casa esta vacía?—pregunta sorprendida.

Quedó en silencio viéndola caminar por el pasillo y abrir el resto de las puertas del piso hasta por fin dar con mi habitación.

—Al menos aquí si hay dónde sentarse—Vocifera refiriéndose a la cama, lo único que hay en la habitación y en esta casa.

—No necesito más que una cama, cuando vengo hasta aqui paso la mayor parte del tiempo en el jardín.

—¿Y qué es esto?—levanta una pequeña caja roja que hay sobre la cama.

Me encogi de los hombros.

—No lo sé, esta en tus manos no en la mías.

—¿Y no usas cortinas?

Por qué pregunta tanto lo que es tan obvio.

—Hay una hermosa vista en las mañanas, ¿te gustaría quedarte a verla?—le ofrezco.

—No gracias, prefiero pasar mis mañanas despertando en mi cama y quedándome allí hasta tarde, no cambiaría eso por nada en este mundo.

Eso solo significa que en otros si, otros que aún no conoces y te mostraré.

—Sólo lo dices porque aún no conoces lo más profundo del placer, y una vez lo hagas no querrás salir de mi cama.

Su mirada furiosa se posa en mi.

—Vamos, date prisa—ordeno —o te caerá la noche aquí, junto a mi, algo que te asusta, ¿no es así?

Me da una mirada por encima del hombro.

Ya eran las 7:22 pm y Vanessa aún seguía quejándote de la lectura forzada y las letras pequeñas.

Estuve todo el tiempo sentado en el suelo junto a la ventana sin mover mi mirada de ella sentada, acostada, hincada, parada, caminando o cruzando las piernas mientras trataba de enfocarse en la lectura.

—¿Cuánto falta?—me levanto del suelo aproximándome a la cama.

—Sólo dos hojas más—responde sin levantar la mirada.

—Bien, dámelos, los firmare.

—Pero aún no termino, solo quedan dos.

—Bien, dime lo que dice hasta hora.

—Es solo la aprobación para hacer algunos cambios en la maquinaria de la empresa y asegurar que si alguna tiene algún problema los proveedores deberán de cambiarla por una nueva y también...

Empiezo a reír.

—Lo siento, puedes continuar, es que recordé algo gracioso.

—Y también remueve a Lisa, a ti o a la empresa de cualquier...

La veo estar convencida de lo que dice.

—Dámelos—la interrumpo y los tomo de sus manos—¿dónde está el lapicero?

—Aquí está.—se levanta de la cama.

Me inclino un poco sobre el colchón y pongo mi firma dónde lo requiere.

—Creí que no lo harías hasta terminar de leerlos.

Enarqué una ceja.

—Ya conozco todo lo que dice, yo mismo lo mandé hacer—digo pasándole los papeles junto al lapicero viéndola a los ojos—¿qué sucede?

—Conocías todo y aún así me hiciste leer todo eso—me gruñe.

—No los terminaste—juego con ella.

Conociendo lo prohibido ©️ (Editando)Where stories live. Discover now