—Mi novio me dejó porque suelo acostarme con mucha gente, pero cuando estuve con él no lo hice con nadie más. —Wen Han soltó una risita.

—No puedo creerlo, ¿y no lo aclararon? Qué poca comunicación.

—No me dejó...

—Se le pasará... —esas eran las palabras de aliento más comunes... se le pasará, pero Yibo sentía que no, que todo era definitivo, que ni sus palabras de amor había podido rescatar la situación.

—¿Cuánto cobras? —fue directo al grano porque veía la mirada inquieta de Wen Han para con él y sabía que ese desconocido sujeto no se interesaría en saber su patética historia de amor.

Wen Han se puso serio, pero no se ofendió. —Lo que quieras pagarme.

—¿Es en serio?

—Sí, eres muy apuesto, para mí no sería un sacrificio incluso hacerlo gratis, estoy ya caliente.

Yibo sintió una incomodidad extraña otra vez. Antes, mucho antes, hubiera tomado el brazo de ese chico y lo hubiera llevado a algún lugar oscuro, lo hubiera hecho arrodillar y luego de eso, hubiera obtenido un prolongado orgasmo dentro de su boca.

Wen Han notó su especie de letargo así que tomó su brazo para llevarlo a uno de los tantos recovecos que solía frecuentar.

Yibo sintió la especie de adrenalina que el sexo casual le daba. Casi corrió junto al otro chico hacia un edificio antiguo y vio cómo daba una tarjeta de algo al encargado del lugar, para luego subir las escaleras ya agitados.

El rubio estaba emocionado, pocas veces encontraba alguien atractivo en el bar con quien pasar un buen momento.

—¿Cómo me quieres? —preguntó cuando entraron a una habitación oscura y se toparon con una cama.

Yibo se quedó paralizado, extrañamente sin iniciativa. ¿Cómo lo quería? Eso no podía responderlo. Si bien era cierto que estaba excitado, había una molestia que no le dejaba seguir.

—Yo... Disculpa, ¿puedo usar el baño? —preguntó como una forma de escapar por un momento.

—Sí, hum, el baño no es tan agradable...

Igual fue. Era un baño mal oliente como todo lo que ahí había y se sintió culpable de solo estar así.

Apoyó ambas manos en la pared del baño y posó la frente ahí. Suspiró hondamente, aunque luego frunció el ceño porque no era el mejor lugar para suspirar. "Por qué no puedo solo hacerlo, ¿acaso no he estado en lugares como este follando? No te entiendo Yibo, cuál es tu maldito problema", se dijo a sí mismo y se sintió frustrado, ¿Qué le diría al rubio para librarse de esa situación?

—Maldita sea Xiao Zhan, me has arruinado.

Wen Han se cansó de esperar, y ya podía adivinar que Yibo se había arrepentido, de todas formas era comprensible, ya antes le había pasado pero las razones eran otras como el riesgo de contraer alguna enfermedad por ser un prostituto clandestino.

Yibo salió del baño y se le acercó con mala cara.

—Lo siento, yo quisiera pasarla bien, pero ahora no tengo... ahora creo... no sé. —Ni siquiera pudo ser coherente.

—Estás enamorado, lo puedo percibir —dijo el rubio con una sonrisa aun sentado en la cama, Yibo yacía parado a su frente.

—No digas tonterías, no es eso —se excusó muy rápido, la idea le incomodó mucho—. Ya no me interesa ese Xiao Zhan.

—Ah, se llama Xiao Zhan, lindo nombre.

—No quiero hablar de eso, sabes... —metió la mano en su pantalón y sacó dinero—. Ten, gracias por... hum, la intención.

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