Biel mostró una sonrisa algo picara al escuchar a su ángel pedirle eso pero, de repente Biel la miró un poco preocupado y en vez de quitarse la camisa por completo la empezó a cerrar.
—pero... ¿Qué haces? Deberías estarla abriendo más...
—ángel, no puedo... —Ángela se sentó de inmediato al oído y esta vez se puso seria.
—No te gusto, ¿cierto?— preguntó con la respiración agitada.
—Oye, oye Ángela, no digas semejante tontería, no me gustas, me encantas desde el primer momento en que te vi en aquel callejón, tanto que imagine que solamente un rey o un príncipe podría tener el privilegio de estar a tu altura... —aquellas palabras lograron poner nerviosa a Ángela y volvió a mirarlo.
— ¿entonces cuál es el problema?
—Me encantas, ese es el problema, quiero... quiero tomarme el tiempo contigo, quiero poder entenderte mejor y hacer que tu familia no piense que te secuestré del refugio de tu hermano para hacer el amor contigo... yo, aunque suene algo cursi... quiero hacer las cosas bien.
Casi suspirando Ángela se rindió y sonrió encantada, se paró de la cama y se acercó a él abrazándolo por el cuello.
—Sé que quieres agradarle a mi familia... y te estás esforzando, así que gracias... y lo siento, el gen minino hace que me sienta deseosa de sexo, es de familia. —Biel sonrió y besó cariñosamente su frente.
—Bueno, ahora puedo hablarte de nuestra misión... te encantará... ven. —la tomó de la mano y la guió a la mesa cercana y sacó su laptop de la mochila. —La lista que nos dio Edgar Lui esta de locos, y mira quién es el primero...
— ¡¿Julio cesar?! ¿El romano? Pero si murió antes de cristo...
—Justo él, ¿sabías que lo apuñalaron veintitrés veces pero solamente una de sus heridas fue letal? Todo esto pasó en una habitación del senado romano justo afuera de los pórticos del teatro de Pompeyo, es ahí donde tenemos que ir mi ángel, solo hay un pequeño problema, el lugar exacto está a varios metros por debajo de la tierra... y no está abierto a los turistas.
— ¿Esa foto de ahí es el luchar que está debajo de la tierra?
—sí, ¿se te ocurre algo?
—Bueno pues, si me concentro podría abrir un portal ahí... ¿vamos? —Biel sonrió y asintió.
—De Francia a Roma... me gusta.
—Pero, creo que primero debemos ir a la cabaña de Bastet, para llamar a los espíritus necesito velas negras, sal y... —Mientras decía esto caminaba de un lado a otro hasta que Biel carraspeó la garganta y al mirarlo Ángela se sorprendió.
— ¿Te refieres a esto?— preguntó con un paquete de velas negras y una bolsa de sal negra.
— ¡¿pero cómo lo haces?!
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Engatozada: Ángela
פנטזיהUna persona común no metería un vago a su casa, pero Ángela ya sabía que tenía que pagarle de alguna forma, y cuando miro a Biel supo que no podía dejarlo... tenía que ayudarlo, sin pensar que un simple humano terminaría ayudándole con sus extrañas...