1. El amable de la fiesta

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Dos años después

Los calcetines afelpados siempre han sido los favoritos de Lisa, y sobre todo en las noches frías de Alemania. Nada como un té de canela y sus calcetines, es como ha sabido sobrellevar el frío nocturno.

Lisa se encontraba leyendo el libro de Botánica III, mañana tenía una exposición y quería estar lista para tener una buena nota. Miró las plantas que llevaría a presentar mañana, estaban levantadas y sanas, frescas. Se encontraba orgullosa de no utilizar magia, era lo único que podía hacer con sus poderes.

Ella no era buena bruja como Leila, ni como su madre, su hermana era el orgullo de Elena, pues... Leila estaba por alcanzar el nivel de su madre;  mientras tanto, Lisa únicamente podía controlar las plantas y... nada más. ¿Maravillo, no?

Creía que ella había salido la hija defectuosa, era una humana, no se consideraba bruja.

Tres toques pausados en la ventana de su habitación le hizo levantarse de la cama. Sabía que era Leila. Seria la última vez que la cubría, ya era suficiente desvelarse por la espera de que su hermana llegara.

— Son las cuatro de la mañana, Leila — su hermana le reprochó preocupada — No puedes seguir haciendo esto con toda la vida, enfócate en tus estudios también, solo por eso papá nos dejó venir y lo sabes — no quería que por culpa de Leila regresaran, no podía permitirlo cuando había conseguido un buen lugar en donde se sentía cómoda.

— Lo siento, pero las cosas se complicaron un poco — su hermana terminó de escalar e ingresar a la habitación por completo.

— ¿Usaste los hechizos con los guardias? — Lisa estaba enojada, mamá había dicho que no podían usar los poderes en el instituto.

— ¿Puedes ser? — se encogió de culpa — No tenía otra alternativa, prometo que me enfocaré en mis clases ahora en adelante. Pero... a esta fiesta no podía fallarle, me necesitaban.

Como siempre. Lisa pensó.

— No puedes seguir haciéndote esto, Leila. Me preocupo por ti todas las noches, no puedo dormir si no estás aquí, piensa en mí por favor — Lisa negó con desaprobación. Leila sintió la culpa carcomerla.

— No ocurrirá de nuevo, lo prometo — su hermana le respondió a la ligera.

— ¿Por qué tienes muchas fiestas? Dónde quiera que vayas consigues amigos — ella no tenía amigos, no es porque no quisiera, si no, porque siempre que tenía amigos, ellos desaparecían sin dejar rastro, es como si se esfumaran de la nada, nunca los vio de nuevo y cuando preguntaba por ellos, nadie sabía. Se convencía que su mente creaba personajes, se estaba volviendo loca tal vez.

Su alma oscura en soledad pedía compañía a gritos.

— Solo es cuestión de ser amable — Leila se sacó la ropa, quedando en bragas, mostrando el nuevo cambio en su cuerpo.

— Así que por eso demoraste — Lisa acarició el tatuaje envuelto en plástico. Era una onda sonora en su cadera — Es muy lindo.

— Tenía que hacerlo — hace un año cuando fueron a visitar a su tía Leia, Leila se había escapado al bosque, y en toda la noche el aullido de algún lobo la había cautivado, por suerte ella había grabado todo. Estaba ansiosa por ir a Canadá a visitarla y preguntarle a su tío Lucas de quien era ese aullido misterioso.

— De acuerdo. Ahora que sé que estás bien, me iré a dormir — Lisa se tiró a la cama cansada y en pocos segundos cayó dormida. Esperar a su hermana hasta la madrugada es algo que no haría de nuevo. Trató de convencerse.

No tengo que hacerle esto a ella. Pensó Leila. Sabía que por la conexión de gemelas que tenían, no podían estar tranquilas si no estaban juntas.

OSCURO [BORRADOR/sin editar]Where stories live. Discover now