—¿Has visto lo hermosa y alta que es Jane? Debe tener los pies enormes, es imposible que entalle con ella—digo riendo como tonta.

¡Sí, buena ésa, Emma!

Matt se cruza de brazos.

—Se las pediremos a Isabella, entonces—dice. Niego repetidas veces con la cabeza.

—Las doné la semana pasada—contraataco—. No las usaba nunca y necesitábamos deshacernos de lo que no usáramos para cuando la mudanza llegara.

¡Já! ¿Y ahora qué vas a decir?

Pero no dice nada. Se pasa una mano por la barbilla, introduce su mano en el bolsillo del pantalón y saca el celular. Está llamando a alguien, pero la verdad dudo que le respondan a estas horas de la mañana.

—¿Matt?—pregunto confundida. Alza la mano indicándome que no le hable de momento. Sonríe con satisfacción, creo que le han respondido. ¿Qué está planeando?

—¡Disculpa la hora!—dice hablando por el auricular, cierro los ojos otra vez—. Pero, ¿podrías traerme un par de mujer talla siete y medio? Es una urgencia.

Abro los ojos petrificada. ¡Necesitar zapatos a las seis de la mañana no es una urgencia! Un momento, ¿cómo sabe mi talla?

Empiezo a negarle con la cabeza, pero no me presta atención. Entonces, cierra el celular y lo vuelve a guardar en su pantalón.

—Empezaremos un poco más tarde hoy, pero no te librarás de esta, Emma—dice confiado de sus palabras.

¿A quién llamó? Dudo mucho que le traiga un par de zapatillas a esta hora de la mañana. Creo que sí me salvaré.

No han pasado ni diez minutos cuando el timbre suena. Matt me mira con una sonrisa de victoria y sale corriendo de mi cuarto. Tengo tanta curiosidad que corro detrás de él sin que se dé cuenta. Acaba de bajar las escaleras y está frente a la puerta del recibidor. La abre.

Me asomo desde arriba. Un hombre, diría yo que de su misma edad, está ahí parado con una caja de zapatillas, pero trae un rostro de enojo. Se ve muy descuidado, tiene ropa cómoda puesta y está muy despeinado. ¡Oh no, Matt lo sacó de la cama! ¡Lo despertó como a mí! ¿Será que va a correr con nosotros?

—¡Will, has llegado muy rápido!—escucho que Matt dice. Doy un paso hacia adelante para ver y escuchar mejor.

Will lo sigue mirando con perturbación, se ve muy fastidiado.

—Matt, son las seis de la mañana—dice muy serio. Más bien se ve adormilado. Oh amigo, te comprendo tanto.

—Te pagaré el doble de lo que cuestan, lo juro—dice Matt tratando de animarlo, pero Will no cambia su semblante en lo absoluto. Sigue ahí parado, con la caja de zapatos en sus manos tratando de despertarse.

—No Matt, mírame el rostro.

Matt hace caso omiso e intenta quitarle la caja de zapatillas de las manos, pero Will insiste.

—Matt, mírame el rostro—dice, a lo que Matt atiende su solicitud. No puedo evitar reír ante la cara que trae Will, está muy, muy fastidiado—. ¿Es por una chica, cierto?

Creo que me está cayendo bien el tal Will. Río en mi interior.

Matt balbucea.

—No.

Pareciera que se conocen desde mucho tiempo. Por la confianza con la que se tratan, deduzco que son amigos.

Will frunce el ceño. Con su dedo, señala su rostro.

Factura al corazón © DISPONIBLE EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora