CAPÍTULO 1

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Siempre he soñado con ser la heroína del cuento, que un príncipe azul encuentre mi zapato perdido, luche contra un dragón para salvarme...

Es broma, estoy más preocupada por llegar a fin de mes.

-Disculpe no la he visto.-la señora con la que acabo de chocar fija su mirada en mí.

-No pasa nada querida.-sonríe al ver mi vestuario

La observo con atención, va vestida con un traje negro muy elegante lo que contrasta bastante con mi disfraz de elfo.

-Siento mucho las pintas, voy a ver a un niño pequeño, es su cumpleaños y bueno le gusta la navidad...supongo.

-Tranquila, aunque el de princesa te quedaría mejor.

Si ella supiera pienso y suspiro

Mi vida no es un cuento de hadas y desde luego yo no soy una princesa, después de aquello...

-Tenga un buen día.-me sonríe y me doy la vuelta para llamar a la habitación de mi cliente.

Abre la puerta un niño de seis años y antes de poder empezar a bailar me la cierra en la cara, al otro lado de la puerta no se oye nada y tras varios minutos esperando asumes que nadie va a pagarte.

Me giro dispuesta a marcharme cuando veo a la anciana de antes coger el ascensor para bajar, justo cuando se cierran las puertas veo que se le ha caído la cartera.

-¡Espere!.-pero ya es tarde, se cierran las puertas y empieza a bajar.

Me agacho y cojo la cartera, jadeo sorprendida al ver que hay más de mil dólares dentro, por un momento dudo si devolverla, este mes he ido bastante mal con los pagos del alquiler y no me vendría mal para pagar las facturas pendientes...

Finalmente decido bajar por las escaleras para devolverle la cartera, con todo el dinero dentro.

Por mucho que ese dinero me fuese a venir bien sería incapaz de vivir tranquila sabiendo que lo robé y más si es de una señora mayor.

Tras bajar los cinco pisos llego al vestíbulo sin aliento, la busco por toda la entrada y la encuentro al lado de una limusina negra que esta aparcada justo en la entrada del hotel.

-¡Señora!.-me acerco corriendo a ella

-¿Algún problema señorita?.-me pregunta el que parece ser su chofer

-Alfred tranquilo, la conocí hace unos minutos en el hotel.-el tal Alfred se aparta y la señora me mira intrigada.-¿Por qué parece que haya corrido una maratón?

-Usted...-hago una breve pausa para coger aire, ya podría estar más en forma.-...se le ha caído la cartera.-le doy la cartera y me giro para volver a mi casa cuando su voz me detiene.

-Hay dos mil dólares en esta cartera.-

-Lo se, por eso supuse que querría recuperarla.-

Me mira de arriba abajo analizándome cuidadosamente antes de fijar su mirada en la carretera pensativa,

-¿Dónde vive señorita?.-la miro con curiosidad, no parece la típica persona que se preocupe por los demás.

-En el Skid Row a unas horas de...

-Se que barrio es, uno de los más pobres de California.-me ruborizo y aparto la mirada,

Los alquileres eran muy altos en los demás barrios de la ciudad y después de lo que pasó al dejar de trabajar...fue imposible vivir en otro lugar,

Vuelvo a mirar la limusina y la realidad me golpea de lleno, no pertenecemos a la misma clase social.

-No es nada malo vivir allí jovencita, es solo que me ha sorprendido, mi nombre es Amelia ¿y el suyo?

Las casualidades del destinoWhere stories live. Discover now