Conversaciones que aparentemente no son necesarias

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Disclaimer: Naruto y sus personajes pertenecen a Masashi Kishimoto.


Mirar las nubes siempre le había parecido un pasatiempo más que entretenido. Era como un momento para encontrarse consigo mismo, era una manera de relajarse o de pensar. O incluso, a veces, de dejar de pensar tanto.

Observar el tono azulado del cielo le daba paz y, mientras, las nubes, lentamente, seguían su destino, su curso, moviéndose con parsimonia como si no les importase nada más del mundo, pero, de vez en cuando, también descargaban sus precipitaciones sobre la tierra para seguir dándole vida. Él era igual. Aunque aparentaba que todo le daba pereza y que no tenía interés en nada, como si fuera una nube más del firmamento, no era así. Y quien lo conocía lo sabía de sobra.

Tampoco es que fuera una persona a la que le importara lo que pensaban los demás o si lo criticaban. Estaba satisfecho consigo mismo y con su actitud en general. No era alguien a quien le gustaran las apariencias, así que hacía las cosas que le salían de lo más profundo de su corazón, aunque a veces lo disfrazaba de un halo de disconformidad porque no le gustaba exponerse demasiado delante de los demás. Ni siquiera de los que realmente le importaban. Ya lo había hecho en momentos de desesperación en los que había perdido a personas fundamentales en su vida, y sabía que lo seguiría haciendo.

Para Shikamaru, era mejor saber fingir las emociones, aunque a veces lo intentaba esconder tan concienzudamente que no se daba cuenta ni de lo que él mismo sentía. Era extraño, pero no era la primera vez que le sucedía ni tampoco sería la última.

Ese era el principal motivo por el que llevaba toda la tarde tumbado en su lugar especial mirando las nubes. Estaba confuso. Y lo más interesante de todo era que no sabía bien por qué. Claro está que, si no estás algo alterado o con la cabeza trabajando más de la cuenta, no necesitas relajarte, ¿no? Así que allí estaba, intentado encontrar cuál era el enigma que no lo dejaba en paz, mientras una ligera idea le pasaba por la cabeza y la intentaba enterrar en lo más profundo de su consciencia.

Sin embargo, su tranquilidad no duró demasiado, pues, repentinamente, escuchó el sonido de unos dientes masticando. Oh, maldita era la hora en la que le había enseñado a Chouji ese sitio. Aunque, a quién pretendía engañar, lo sabía casi desde siempre y, en realidad, no se arrepentía de habérselo mostrado. Era solo que, en ocasiones, le gustaba estar completamente solo y en su casa con su madre regañándolo como de costumbre —algo que, en el fondo le alegraba, pues significaba que estaba bien de ánimo— era más que difícil.

Shikamaru movió sus ojos hacia su inesperado acompañante y, tras observarlo detenidamente, se incorporó y se sentó. Chouji no decía ni una sola palabra, algo que lo ponía muy nervioso porque sabía que había ido a buscarlo por algún motivo en concreto, pero esperaba a que fuese él quien hablara primero. Siempre le hacía eso y cómo lo odiaba.

—Ey, Chouji, ¿a qué has venido?

—¿Quieres? —contestó su amigo mientras le ofrecía el contenido de su bolsa de patatas fritas.

Shikamaru negó con firmeza y compuso una mueca de disgusto. Claro que no estaba allí para ofrecerle patatas fritas, pero Chouji era una persona que siempre se comunicaba con la comida y a través de su simpatía y bondad.

—¿Vienes a interrumpirme por algún motivo concreto?

—¿Interrumpirte? —cuestionó mientras le sonreía y cerraba los ojos—. ¿Es que estás haciendo algo?

—¡Claro que sí! —afirmó rotundo mientras se volvía a tumbar y colocaba sus brazos debajo de su cabeza—. Estaba mirando las nubes.

—Ah, claro.

Conversaciones que aparentemente no son necesariasWhere stories live. Discover now