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• - D I E C I S I E T E - •

"Ortiva"

"Yo tampoco lo hice" Sonreí inevitablemente. Era una conversación entre Tadeo y seguramente Valentín. Se comunicaban mediante esa hoja en algún momento el cual quizá todos estábamos en completo silencio y la profesora no podía oír siquiera volar una mosca.

"¿Cómo te fue con Eve ayer?" Abrí los ojos como platos al leer su pregunta, y por alguna razón mí corazón se había acelerado aún más, logrando que siguiera leyendo con mucha más prisa por la curiosidad.

"Creo que no le caigo muy bien.." Solté una suave carcajada y mi promesa de no volver a llorar ya había perdido importancia. No se equivocaba, y me lamenté recordar lo fría que fui como para que él se diera cuenta de eso. Pensar que luego de todo, terminé sintiendo completamente lo contrario...

"Que raro, es buena onda esa chica"

«Lo sé, lo sé»

"Quería calentar las sobras de la pizza, salí de ahí Tadeo" Me reí con más diversión que con tristeza. Habían escrito eso el día después de que me junté con él para hacer el trabajo práctico. El día que casi terminamos a las puteadas, pero una simple canción nos llevó a bailar con emoción en medio de su casa, sin importar nuestras diferencias.

Lo siguiente fue una carita hecha con tinta negra, como si estuviera riéndose. "😆 Cortala, seguro se hacen amigos"

La letra de Valentín fue disminuyendo, tratando de hacer entrar las letras en lo poco que quedaba de la hoja. "Ojala, le gustan los redondos" Y  recordé que a Juliana le había contado lo mismo cuando lo conocí, viéndolo como algo bueno. Y era así, supe que ya no me caería tan mal.

La última oración, me dejó algo perpleja. "Bue, tampoco te vayas a enamorar"

En definitiva, ninguno de los dos se imaginaba lo que pasaría.

Decidí guardar el papel en mi mochila, y apresurarme para terminar de cambiarme. La hora estaba más adelantada, y ya no podía relajarme.

Sequé rápidamente mis mejillas con lágrimas, y volví a plantearme aquella promesa para asegurar no seguir sufriendo. Aunque, me sentía un poco más sensible que antes e iba a ser un poco más difícil, pero no perdía nada con intentarlo. No tenía muchas opciones.

— ¿Ya estás lista, nena? — Gritó mi mamá desde el otro lado de la puerta. — Se te enfría el café.

Mientras presionaba el moño de mis cordones, aclaré la garganta para contestarle y disimular un poco el estado en el que me encontraba. — Ya termino.

— Si no querés ir hoy, está bien, Eve. — Oí nuevamente y fruncí el ceño con confusión. Se ve que no pude disimular muy bien. — No quiero que estés mal.

Sonreí débilmente, y me quedé pensando algunos segundos en mi desición. — Tranquila, ma, yo quiero ir...

La conversación ya no tuvo más palabras. Lo único que deseaba era no arrepentirme en el camino.

Luego de desayunar plácidamente y al cabo de una hora, ya había llegado a la escuela. Esa vez, el frío si se hizo presente en mi cuerpo, a pesar de los nervios, y tuve que ponerme la capucha del buzo para poder evadirlo.

No sabía lo que me esperaba una vez adentro. Quizá a un Valentín triste, una Juliana enojada, y una mirada curiosa de todos mis compañeros al verme sentada sola en una punta del salón. No me había sentado con otra persona desde hacía varios años, a excepción de los trabajos grupales que nos indicaban los profesores, pero Juliana siempre estaba presente. Era mi mejor amiga, después de todo, y no estaba lista para afrontar una situación así entre nosotras. Lo único que deseaba era no ponerme a llorar apenas me siente lejos de ella, mientras su mirada de enojo vaya directo hacia mí.